Alberto Gil
Sábado, 11 de mayo 2024, 13:34
Si hay algún sector económico sujeto a vaivenes, aunque sólo sea por factores meteorológicos, ese es el del vino. La pospandemia traza una hoja de ruta complicada, aunque años antes el panorama mundial ya advertía de que las cosas estaban cambiando, y de una forma ... rápida. En este sentido, el consumo mundial ha estado estancado nueve años a partir de 2008, cuando se alcanzó el techo. Desde entonces ha entrado en una espiral a la baja que sitúa al sector en una encrucijada.
Publicidad
De forma paralela, el comercio mundial, las exportaciones en valor, no se resienten o no tanto, pero sí en volumen: se bebe menos vino, pero de mejor calidad. Burdeos ha sido la primera región histórica europea en poner el cascabel al gato con un plan de arranque financiado de 9.500 hectáreas, casi el 10% de su superficie actual de cultivo y para sus viñedos de menor calidad. Estados Unidos ya lo hizo antes, con un problema grave de sobreproducción en California, mientras que Australia ha vivido varios reajustes, arranques incluidos y cambios de política estratégica hacia un lado u otro del mercado.
En España, la espada de Damocles ya pende sobre el viñedo, con situaciones incluso paradójicas. Así, mientras la dramática sequía catalana ha hecho que Cava haya abierto la puerta a 'importar' uvas y mostos incluso fuera de las zonas amparadas, hay graves problemas de exceso de producción en zonas históricas como Rioja y tampoco van bien las cosas en otras grandes denominaciones de origen de vinos en volumen como Ribera del Duero.
En datos interanuales -de abril de 2023 a marzo de este año-, las ventas de vino de Rioja suman menos de 234 millones de litros, situándose incluso por debajo del suelo marcado por la pandemia en 2020, con los confinamientos y los cierres de la hostelería y el turismo en todo el planeta. La principal DOP castellana, pese a haber salido con fuerza del covid, también cerró claramente en negativo su balance comercial del pasado año, y en lo que va de este ejercicio arrastra caídas en torno al 7%.
Publicidad
18 millones de hectolitros
menos que en 2018 se beben en la actualidad en el mundo.
Aunque el arranque de viñedo -la eliminación de todas las plantas y raíces de vides viejas-, no está oficialmente sobre la mesa en España, y pese a seguir siendo el país con más superficie vitícola, en el último año se han perdido casi en silencio 10.000 hectáreas y cerca de 30.000 desde 2018. Además, desde esa misma fecha, la superficie plantada de viñedo para vinificación a nivel mundial ha sacrificado 150.000 hectáreas, es decir, un 2,04%.
El problema principal es el consumo. El pasado año el mundo bebió un 2,6% menos de vino que en 2022 y en España, pese al ligerísimo repunte registrado en 2023, la tendencia de la caída a nivel nacional también es importante al pasar de 10,7 millones de hectolitros en 2018 a 9,8 a finales del ejercicio pasado. De hecho, el descenso del consumo fue generalizado entre los cinco primeros bebedores de caldos: Estados Unidos (-3%), Francia (-2,4%), Italia (-2,5%), Alemania (-1,6%) y Reino Unido (-0,3%).
Publicidad
El director general de la Organización OIV, el neozelandés John Barker, presentó a finales del pasado mes de abril el balance mundial vitivinícola y se mostró muy preocupado por cómo puede evolucionar el consumo tras un escenario de pandemia, los conflictos bélicos, además de los efectos colaterales perniciosos como la inflación y el aumento de los costes de producción.
La caída del consumo tiene un efecto inmediato sobre las exportaciones mundiales, que bajaron en volumen un 6,3% en 2023, hasta 99,3 millones de hectolitros, pero algo menos en valor, un 4,7%, hasta sumar 36.000 millones de euros gracias al incremento del 2% en el precio medio del vino, 3,62 euros por litro y máximo histórico.
Publicidad
La tendencia continúa confirmando un desplazamiento del consumo de tintos hacia blancos, rosados y espumosos y hacia segmentos premium, lo que sitúa a España, y a algunas de sus denominaciones de origen más importantes como Rioja o Ribera del Duero, a contrapié como productoras de tintos: «Sí, creo que el sector está en una encrucijada, ante un gran desafío a nivel mundial y, sobre todo, en una sociedad que cambia muy rápidamente», sostiene Rafael del Rey, director del Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMV).
Del Rey considera que la situación actual no es consecuencia de la crisis sanitaria y que la caída del consumo no tiene que ver con ella. «La gente salió con ganas del confinamiento, gasta incluso más en vino, y ahí están los datos de valor. Lo que está pasando viene de antes y es una polarización hacia dos extremos que está pillando a muchos, entre ellos a las DOP más tradicionales, con el pie cambiado», explica. «Los vinos de alta gama, premium y superpremium no están sufriendo, incluso son capaces de repercutir importantes subidas de precio por la inflación», advierte. El otro polo son los vinos flexibles, más baratos de producir. «Existe esa demanda mundial de caldos 'populares', de menor graduación, blancos y rosados en envases sostenibles, con burbujas..., y eso está generando debates de calado en muchas denominaciones de origen», apunta el director del OeMV.
Publicidad
Noticia relacionada
En resumen, se vende menos vino, pero más caro y, en este contexto, hay países que se encuentran mejor posicionados. Así, desde el coronavirus, y pese a perder volumen, Francia e Italia han disparado su facturación. España lo ha hecho en mucha menor medida.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.