Directo Primeros minutos de Dotor y Nico Serrano en El Molinón

El navegador no soporta este reproductor de Video.

J. V. Rodríguez

La vida oculta en La Palma dos años después del volcán

Los habitantes de la zona afectada por las coladas cuentan cómo se levantan cada día para proseguir con la reconstrucción, a pesar de la incertidumbre, la soledad, la falta de empleo y el descontento por las ayudas recibidas

Sábado, 2 de diciembre 2023

Amanece en Las Manchas, una de las zonas de La Palma más afectada por el volcán, con el ruido de las máquinas que rompen las oscuras y sólidas lenguas de lava. Ahora la vida se asienta otra vez sobre lo que antes cubría la ceniza. ... Juan Miguel Pais abre la puerta de su bodega de fruta y artesanía en un atajo hacia Los Llanos de Aridane, mientras al otro lado de las coladas Ana Luna prepara platos navideños por encargo y esa mañana no asiste a las clases de gimnasia porque irá un técnico a reparar una filtración en el techo de la cocina. Otra casa salvada de la destrucción pero desalojada durante ocho meses, y que su esposo Fran Simón todavía reacondiciona con sus propias manos.

Publicidad

Cerca de la costa, Laura Ureña prepara el menú de su restaurante vegetariano, Palmerita, que quedó al borde de las lenguas de lava. Ella será madre por segunda vez y acaba de vender el negocio que reabrió hace un año, después de 15 meses cerrado. Vive en la segunda planta y las obras de reconstrucción comenzaban a un metro de su ventana. «Nos quedamos en la isla», asegura. «Pero vamos a abrir otra cosa, con un horario que nos permita dedicarle tiempo a la familia. Estaremos aquí hasta el 15 de diciembre. Preparamos unas navidades tranquilas, en familia y sin grandes fiestas». Ureña resume sus recuerdos de lo vivido tras la erupción del volcán: «Un caos».

Aunque el cráter todavía parece una chimenea humeante hay habitantes que ahora se empeñan en dejar esa presencia atrás, pasados más de dos años del estallido de la tierra, en septiembre de 2021, y con cambio de gobierno local incluido. Superar la catástrofe natural como lo hicieron con el covid, el incendio, el temporal, dicen. O la erupción de los años cincuenta que provocó una emigración superior a la actual. Pero antes de volver a levantarse hay que vencer al miedo, sostiene Vicente Camacho, socio de Pollito con Papas, una local de pollo a la brasa cercano a la autovía recién construida sobre la lava, cuyas rotondas son adornadas por un particular arte hecho con las palas de las excavadoras que abrían paso entre la roca. «Coges miedo, no sabes lo que va a pasar con la clientela», confiesa.

Laura Ureña, en Palmerita, su restaurante vegano; Juan Miguel Pais, en su bodega, y Ana Luna y Fran Simón, frente a su casa de Las Manchas. D. CHIAPPE

Antes del volcán, Camacho era el único dueño en un local alquilado y ahora tiene una sociedad con el propietario. «Yo solo no me iba a arriesgar. La inversión para reabrir fue de nuestro bolsillo. Primero pagas y luego presentas las facturas, a ver si te dan algo», relata. Calcula que recuperó la mitad de los 20.000 euros gastados en una nueva cocina. «Si hubiéramos esperado, todavía estaríamos cerrados».

Publicidad

A las diez de la mañana y a las dos de la tarde los obreros se reúnen allí para el desayuno y el almuerzo. Esta semana comentan con indignación la noticia que los beneficiados con las ayudas públicas deben pagar impuestos de ese dinero. En un juego de equilibrios, Camacho pudo compensar a la desaparecida clientela que compraba comida para llevar a la playa con los trabajadores de la carretera que ahora se dedican a mejorar las vías secundarias. La economía de la zona pasó de depender del turismo a hacerlo de la construcción.

El problema, aseguran los entrevistados, es global. Va desde la pérdida de poder adquisitivo, tanto en España como en el extranjero, hasta el cambio climático, que acrecienta la sequía. «Estábamos saliendo muy bien, pero las cosas se han complicado», mantiene Pais, dueño de «varios huertos» aunque sólo siembra en Breña, al otro lado de la isla, donde «hay que regar menos». «El turismo viene poco y el plátano lleva dos meses que lo están tirando. Los precios van para arriba y la gente tiene muy poco dinero. Compran para dos o tres días, nada más. El fin de año lo salva la subvención europea, que llega en diciembre. Si no, habría que arrancar las plataneras, porque no llueve y el agua está carísima».

Publicidad

Esperanza y rabia

La vida oculta dos años después del volcán rebrota en La Palma. Laura Ureña, que cuidó las plantas de su jardín llevándoles agua en bidones de ocho litros, incluyendo una gruesa palma de unos 60 años, extraña a esa clientela que desapareció, tragada por un hueco que existe en el mapa. El balneario de Puerto Naos, clave en el turismo insular, continúa siendo un pueblo fantasma, cerrado por la emanación de gases tóxicos. Aún así, en la nueva señalización que sustituye a los carteles de riesgo de derrumbe y de altas temperaturas se indica cómo llegar hasta este lugar añorado. Así como las palas de las excavadoras amarillas -que abrieron el camino y ahora lucen casi entrelazadas- son un símbolo de la reconstrucción, los carteles de Puerto Naos son metáfora de la esperanza.

Monumento en una de las rotondas de la autovía que pasa por encima de las coladas, hecho por los mismos obreros con los dos palas que abrían paso, cada una desde un extremo, para simbolizar el momento en que despejó por completo el camino. D. CHIAPPE

En las charlas de los afectados hay más silencio que palabras. Las voces comienzan a apagarse. «La gente no tiene ganas de hablar», afirma Francisco Pulido, presidente de la Asociación Isla Bonita, que buscó reunir medio millar de testimonios por escrito y apenas recabó una veintena. «Estamos en una ciudad triste. Hay algo que no es igual. Hay mucha rabia, mucho dolor social». También agotamiento. Tras el miedo inicial y con un mal sabor de boca por lo irrecuperable, hay otra reconstrucción, la de los recuerdos y el relato. Afloran sentimientos sumergidos durante la catástrofe. «Dicen que el volcán no ha costado vidas, pero hay muertes indirectas. No se sabrá nunca el costo en la salud y en lo emocional», mantiene Pulido, que se define como un «afectado leve». «Perdí el cementerio donde estaban mi padre y mi abuelo».

Publicidad

D. CHIAPPE

Más mujeres que hombres

Los afectados por el Tajogaite, como también se le llama al volcán, tienen una edad media de 47 años, y son más mujeres (53%) que hombres (47%). Un perfil al que responden unas 4.500 personas que perdieron sus viviendas habituales (2.054 unidades familiares), según el 'Informe sobre los efectos demográficos, sociales y económicos de la erupción volcánica de La Palma', encargado por Gestión y Planeamiento Territorial del gobierno canario.

Mientras el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane enciende las luces para «inaugurar la navidad», todavía unas 60 familias siguen en hoteles y los que alquilan esperan hasta siete meses para recibir la ayuda, según este informe. «La construcción de vivienda es parte fundamental del desarrollo de la isla», reconoce Sergio Matos, uno de los dos diputados palmeros que hay en el Congreso y que dirigió la Oficina de Afectados del Volcán. «El suelo debe servir para que la gente se arraigue al territorio y no perder población».

Aun cuando «el ánimo del palmero es entender cómo sacar partido encima de la lava», defiende Pulido, él vive lo que se denomina «luto social». «Corresponde a un proceso de duelo, porque tienen una pérdida», explica Melania Martín, coordinadora de Cáritas para la emergencia de La Palma. «No sólo han perdido lo material. También sus vínculos, recuerdos y forma de vida, lo que les afecta de manera grave. Hay gente que por sus posibilidades económicas y red familiar salen de esa situación con pocas consecuencias. Otros, en cambio, no han podido darle sentido a sus vidas y siguen sumergidos en lo que pasó, sin fuerzas ni ganas». Entre todos los planes estatales, a La Palma «han llegado donaciones por 675 millones de euros», reconoce una fuente del gobierno local. «Pero ahora mismo las ayudas no están llegando».

Cambio de planes

El martes pasado Coalición Canarias, que sustituye al PSOE en el gobierno, dictó un decreto de ordenación territorial y urbanística, que «reconoce el derecho de propiedad de las personas sobre sus parcelas catastrales», según la consejera de Presidencia del Gobierno de Canarias, Nieves Barreto. Es el noveno decreto que se presenta. La anterior administración hizo ocho.

Publicidad

Este último no limita la nueva normativa a la región afectada ni a la primera vivienda, permite «ampliar los usos» y se propone reconstruir, tal como estaban, espacios como las plazas de Todoque y La Laguna y el «kiosco de Los Guirres», tragados con lentitud por las coladas, mientras se transmitía en directo. La vida ahora, en cambio, transcurre casi en secreto.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad