Víctor Manuel, en una pose reflexiva. PABLO LORENZANA
Entrevista a Víctor Manuel

«La frivolidad política se ha convertido en una cosa terrible»

Víctor Manuel, Cantautor ·

El mierense vuelve a la carretera tras pasar lo peor de la pandemia con un concierto en el Parador de Corias y otro en Luanco

AZAHARA VILLACORTA

GIJÓN.

Domingo, 30 de mayo 2021, 16:02

Incombustible y agotando entradas, «con la cabeza algo revuelta», pero igual de claro que siempre y en un amestao sin imposturas que es la mejor defensa de la oficialidad. Víctor Manuel San José Sánchez (Mieres, 1947) empieza a levantar el ánimo tras pasar lo más ... duro de la pandemia encerrado en su casa de Madrid y anuncia que vuelve a la carretera y, de paso, a una Asturias que no ha pisado «desde que estalló todo esto». Y lo hace con dos bolos ya cerrados en la región: un 'capricho' acústico para unos pocos afortunados en el Parador de Corias (19 de junio) y otro concierto en el muelle viejo de Luanco (7 de agosto) en el que repasará algunos de sus temas más incónicos como 'El abuelo Vítor' hoy que el abuelo es él y sus nietos se sorprenden cuando alguien le pide un autógrafo por la calle: «Les llama la atención cuando te paran. Te dicen: 'Mira, ese te ha conocido'. Todavía no entienden muy bien eso». De lo que sí empiezan a entender es de música: «Cuando sean mayores, elegirán lo que quieran, pero, de momento, lo que no van a escuchar demasiado en casa de sus abuelos y de sus padres es reguetón».

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-La primera pregunta es casi obligada: ¿cómo se está llevando con la covid?

-Lo llevé bien porque no enfermé, pero de la cabeza, mal. Cuando empezaron a vacunar, iba contando los días, porque, de alguna manera, era la liberación.

-¿Qué fue lo que más echó de menos durante el encierro?

-Moverme con libertad. Poder coger el coche y perderme por ahí, sin rumbo fijo. Parece una tontería, pero, cuando de repente no lo puedes hacer, fáltate algo.

-Ahora que ya sabemos que es un cocinitas por su libro de recetas, ¿fue de los que se puso a los fogones a destajo?

-No. Estuve tranquilín. Yo cocino más o menos todo el año igual. Y, durante la época más dura de la pandemia, fue por obligación, claro, porque Ana y yo estábamos solos en casa.

-Medio siglo juntos y ni el coronavirus ha podido separarlos. ¿Meritorio o no?

-(Ríe) Home, es que estar tanto tiempo juntos ye complicao. Ya ves que después de los veranos o de unes fiestes largues como la Navidad ye cuando hay más divorcios. Pero nosotros, de momento, no tenemos problema.

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-¿Le dio tiempo a componer?

-No cogí la guitarra. Está en el mismo sitio donde estaba, llena de polvo. La verdad es que no tenía ganes de nada. Ni de escribir ni de tocar.

-Pues usted sirvió de inspiración para mucha gente que se lanzó a pinchar su 'Asturias' desde los balcones como una llamada a la resistencia...

-Fue muy emocionante que la gente se juntase alrededor de una música, de una letra, de un sonido, en momentos tan difíciles como los que pasamos. Y, sobre todo, si piensas que muchos de ellos no habían nacido cuando se escribió esa canción.

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-¿Lleva sobre los hombros el peso de ser una leyenda de la música de esta España nuestra?

-No. No es algo que piense nunca. Porque, además, es que ye mentira. Porque, igual que estás arriba, en cinco minutos estás abajo.

-¿Es lo que tiene vivir en un país en el que una mitad mira con recelo a la otra mitad?

-Sí. El país está muy partido en muchas cosas, pero, en general, yo desde que era muy pequeñín ya supe que no se podía gustar a todo el mundo y entonces, teniendo eso claro, organíceste la vida. Pensé: «Haré lo que me guste a mí, con lo que yo esté feliz, lo que me siente bien, y al que le guste vale y al que no que arree».

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-¿La crispación y la polarización en las que vivimos últimamente meten miedo?

-No, miedo no. Porque, de todes maneres, hay un punto exagerado en todo eso. Parece que toda la vida nos hemos llevado muy bien, que éramos felices y comíamos perdices, pero yo todavía me acuerdo de cuando Fraga, que entonces era ministro de la Gobernación, dijo que no tenía militares suficientes para proteger a la Pasionaria si venía a España. Y meses después la vio presidiendo la inauguración del Congreso junto a Rafael Alberti. No hay que exagerar.

-¿De aquellos polvos estos lodos?

-Creo que tenemos una clase política peor que la que había antes y eso hace que todo se resuelva también peor. Y tampoco había redes sociales en aquella época, mientras que ahora la frivolidad política se ha convertido en una cosa terrible. Vivimos una época en la que se hace política a golpe de tuit, de efectos especiales. Se echa de menos más altura. Las cosas que dice la gente sin pensar dos veces... Yo creo que eso antes no pasaba.

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-Se vio con mucha claridad hace muy poco, con todo lo ocurrido en Ceuta, que obligó incluso a una cooperante de Cruz Roja a clausurar sus cuentas...

-Es que hay tantos hijos de puta como había antes. Son los mismos que hay ahora. Puede haber cuatro o cinco más o menos, pero son los mismos. Lo que pasa es que antes podías expresar eso en la barra de un bar. Ahora, como lo puedes hacer y que te lean 300.000, cambian mucho las cosas.

-En todo caso, usted es de los que bajan poco al barro de las redes.

-Nada. Porque, además, a mí caliéntaseme la boca y entonces no quiero que se me caliente estando enganchado a un teclado. Mejor en privado (ríe).

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-¿Se desahoga con colegas como Serrat y Sabina?, ¿qué se cuentan sobre el panorama que ha dejado la covid en la cultura en general y en la música en particular?

-Esto ha sido un tajo para el mundo de la música y estamos todos igual, porque parece que este parón solo afecta a los jóvenes y yo creo que nos afecta a todos: a los jóvenes, a los de mediana edad y a los mayores. A los que están empezando porque les corta las oportunidades y a los mayores porque quédennos pocos años y quieres disfrutarlos también. Les dos coses son males.

-Pero usted lo de cortarse la coleta como Pablo Iglesias ni se lo plantea.

-No tengo ninguna intención. Sobre todo, mientras tenga ganes de escribir canciones y de subir a un escenario. Mientras el físico acompañe, al menos. Y para eso cuídome un poco de vez en cuando. Intento caminar dos horas diarias y tener rutinas.

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-Ayuso dice que le debemos una porque ha conseguido echarlo. ¿Fue a votar el 4-M?

-Claro, claro.

-¿Le sorprendió el tirón de argumentos como salir de cañas y no ver a los ex?

-La verdad es que forma parte de la política que hace la gente hoy en día, porque fiarlo todo a que se puede salir a tomar cañes da un poco el nivel mental de una parte de la clase política.

-Pues funcionó.

-Claro. En una película que hizo Ana hace muchos años que era 'El amor del capitán Brando' el alcalde, cuando se vio muy en apuros con los escolares en un pueblín muy pequeñín muy pequeñín, dijo: «Mañana y pasado, vacaciones». Y todos se pusieron como locos. Pues esto ye igual: de repente mándennos al recreo como si fuésemos corderinos y todos contentos a votar.

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-¿La izquierda también tiene parte de culpa?, ¿se reconoce en sus representantes?

-La gente, evidentemente, cuando vota a una determinada tendencia es porque le sale de ahí mismo. Lo que te alarma es cómo los que están enfrente no se dan cuenta de lo que está pasando y no le ponen coto antes de que pase en vez de adivinar los resultados de las elecciones una vez que ya fueron.

-Sé que no se medica, ¿pero el avance de la extrema derecha le quita el sueño?

-No, porque todos esos votos, históricamente, son del PP. Y, mientras supieron tenerlos amarrados bien, pero ahora no pueden y se les van por un lado y por otro. Pero vamos: supongo que volverán al redil.

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-¿Cómo se ve a Asturias últimamente desde la capital, tan llena de leyendas urbanas?

-Vimos que, en un momento determinado, nos pusimos muy eufóricos porque había pocos contagios y, al poco tiempo, llegó la cruda realidad y hubo muchos. Quiero decir que, como de esto no sabía nadie nada e íbamos aprendiendo por el camino, incluso la gente que más sabe, aprendimos que no hay que echar las campanas al vuelo y no decir que, como les montañes son muy altes, el virus no entra, va por otro sitiu. En general, a Asturias la veo con los mismos problemas y las mismas carencias que a cualquier otro rincón de este país.

-Si hablamos del fútbol, más. ¿Está sufriendo mucho con el Sporting?

-(Ríe) Sí. La Segunda División ye muy dura. Ye muy difícil porque, cuando los veo jugar con tanta ansiedad, con tantes ganes de que pasen coses buenes, así ye imposible dar dos pases seguidos.

«Que un tío vaya a la cárcel por una canción es una aberración»

-A usted le censuró algunos temas el régimen franquista y ahora condenan a raperos por injurias a la Corona. ¿La censura sigue siendo un problema?

-El problema es una justicia que permite que un tío por escribir una canción o cantarla o colgarla en internet vaya a la cárcel. Eso es una aberración en cualquier país de Europa que no sea Polonia o Hungría. Que nos pase aquí es un poco ridículo. Tiene que haber cambios en la legislación para que esas cosas no pasen. Y yo, de todas maneras, no quiero enterarme de quién es un rapero que está en la cárcel porque lo meten en la cárcel. No quiero llegar a escucharlo por esa razón. En general, la gente que ha tenido problemas por esa cuestión, a mí, musicalmente, no me interesa nada. Pero en fin: hay gente que valora muchísimo el hecho de que alguien se cague en la Casa Real. Pues nada: allá ellos.

-Sí. Y que, además, no tiene ni puta gracia.

-Yo creo que se han ido tocando y modificando muchas cosas, pero no las suficientes, con toda seguridad.

-Depende de cómo se cuestione. Yo sí lo puedo cuestionar si me da la gana, pero un recién llegado que a continuación cae en les mismes trampes en las que cayeron en el 78, tócame los cojones.

-¿Y ahora que parece que se apacigua el coronavirus volvemos con Cataluña?

-Eso ye lo que nunca falta. Interesa mucho. Sobre todo, a la clase política. Pero yo creo que al grueso de la gente le importan otras cosas: importa-y lo inmediato, el trabajo, la educación de los hijos, la sanidad... les coses que tien más a mano y que puede tocar. O que solo haya migajas del Gobierno para pagar exhumaciones de los que siguen en las cunetas. A mí lo que afecta mucho es que una labor que debería hacer el Estado la tengan que terminar haciendo los particulares, pero parece que hay una estructura política que va por libre y a la que esas cosas le importan menos.

-¿La piratería y Spotify le importan algo a estas alturas de carrera?

-Es una putada, porque al creador no le llega nada: le llegan también las migajas que caen de la mesa. Hay quien piensa todavía que la cultura es gratis, pero quien piensa así a quien mata es a los artistas. A sus artistas.

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-¿De esta salimos mejores?

-Salimos iguales. Más acojonaos, pero iguales.

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