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Pocas localidades francesas de menos de 10.000 habitantes habrán generado tanto interés mediático durante la última década como Mazan. Y eso que esa palabra sonaba a chino a millones de franceses hasta el 2 de septiembre. Aquí tuvieron lugar las violaciones a Gisèle Pelicot, la mujer francesa de 71 años agredida sexualmente por 83 hombres durante casi una década a instancias de su marido, Dominique.
Situada los pies del Mont Ventoux —una de las cimas más legendarias del Tour de Francia–, esta pequeña ciudad, de 6.000 habitantes, hace frente desde principios de mes a una tormenta mediática y social. El goteo de periodistas franceses e internacionales ha resultado constante. Después de cuatro semanas bajo los focos, una parte de sus habitantes están hartos del desbordante interés mediático. «Los periodistas no habéis parado de liarla y no vamos a responder a ninguna pregunta», dijo una de las camareras del bar 'Le Siècle' a este reportero tras llegar la localidad.
Pese a este aparente hermetismo y la insistencia de algunos vecinos «de que en realidad no hablamos mucho de este tema», el 'affaire' Pelicot ha conmovido a buena parte de los habitantes. «Me da miedo pensar que hemos estado en contacto con violadores», reconoce Sandrine Dardoni, responsable de una tienda de ropa en el mercadillo que tiene lugar todos los miércoles frente al ayuntamiento.
Mazan destaca por sus fachadas de color ocre y una la morfología urbana que recuerda a los pueblos catalanes. En la parte visible del iceberg, no queda casi ni rastro del terremoto por el 'caso Pelicot'. Este pasado miércoles la única excepción era un grafiti en la parte inicial de una calle que ascendía hasta la iglesia. «Muerte al patriarcado», se podía leer en letras de color negro. Leane Laugier, una joven artesana de 25 años, reconoce su preocupación por el hecho de que no hayan identificado a unos 30 hombres que participaron en las violaciones en el domicilio de los Pelicot.
El perfil de los acusados destaca por ser aparentemente personas ordinarias. Tenían entre 26 y 73 años —la edad media es de 46—. Ejercían todo tipo de profesiones, como bombero, militar, enfermero, periodista o guardia de prisiones. Solo compartían dos mínimos comunes denominadores: eran hombres y vivían la gran mayoría de ellos en el departamento (provincia) de Vaucluse.
«A muchos habitantes los apena que lo hayan bautizado como el caso de 'las violaciones de Mazan', ya que se trata de una localidad muy tranquila», asegura Claudon, concejal municipal de la oposición y que trabaja asimismo como enfermero. Los agentes estimaron en 83 los agresores que aparecen en los 20.000 videos y fotos que Dominique almacenó en su ordenador. Dos de ellos murieron y uno está fugado. A 50 los juzgan por «violación voluntaria». «Por lo que hemos leído, Pelicot tenía cierta vocación de gurú y enseñó a otros hombres su método para violar. No me extrañaría que las jóvenes de esta zona estén ahora inquietas cuando salen de noche», insiste Claudon. «A muchos habitantes los apena que lo hayan bautizado como el caso de 'las violaciones de Mazan' ya que se trata de una localidad muy tranquila».
Aparte de su cercanía con el Mont Ventoux, Mazan solo era conocida hasta ahora por encontrarse allí el castillo del Marqués de Sade, el conocido escritor erótico del siglo XVIII que agredía y trataba con violencia a sus presas sexuales. No deja de ser una coincidencia escabrosa. Cerca del 'chateau' familiar de los Sade y al lado de un canal, se encuentra la calle donde vivían los Pelicot. En esa misma zona estaba sentada Alexandra Annick, una jubilada de 64 años mientras esperaba que su nieto terminara un entrenamiento de tenis. «No me ha sorprendido que tantos hombres hayan cometido atrocidades como esas, ya que sufrí una agresión sexual en el pasado», asegura al tiempo que elogia a Gisèle Pelicot. «Ha demostrado una gran valentía al dar un carácter público a su caso. Gracias a ella, muchas mujeres entenderán que cuando sufren una agresión, deben hablar de ello». «Deberíamos organizar una marcha en su homenaje. Es lo mínimo que se merece por parte de los habitantes de Mazan», sostiene Claudon.
El mismo Claudon critica la actitud del alcalde, el conservador Louis Bonnet, frente a este caso. Cuando empezó el juicio, militantes feministas del colectivo 'M'endors pas' (No me duermas), fundado por la hija de Gisèle, vinieron a Mazan y pegaron collages con mensajes del estilo 'No estáis solas' o 'El horror se produjo cerca de vuestras casas'. Pero el Ayuntamiento limpió las calles y los borró inmediatamente. El alcalde concedió al principio entrevistas a los medios. Pero metió la pata ante los periodistas de la BBC: «Podría haber sido más grave. No hubo niños implicados y no murió ninguna mujer. Resultará difícil para la familia, pero podrá reconstruirse».
Tras esas declaraciones, pidieron su dimisión tanto la ciudadanía como los representantes de la oposición. Bonnet, que ha sido denunciado por acoso laboral por varios agentes municipales, anunció esta semana que seretiraba temporalmente de la vida pública «tras haber sido amenazado». También han recibido insultos, e incluso sufrieron episodios puntuales de acoso escolar, los familiares de los acusados. «Incluso algunos homónimos, que no tienen nada que ver con esta historia, han sido amenazados de muerte», lamenta Marie, una trabajadora de 62 años del sector sanitario. «Ahora la gente está cabreada, pero todo se calmará con el paso de las semanas», afirma Cécile Paulin, de 55 años.
Lafundadora de Parent'Elle, una empresa local dedicada al bienestar femenino, quiere poner sus locales a disposición de asociaciones especializadas en la atención a las víctimas de violencia sexual. «Tenemos que crear espacios para que las mujeres puedan expresarse», reivindica. Una manera de que esta trama espeluznante deje algún legado positivo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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