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MIGUEL ROJO
Lunes, 5 de julio 2021, 01:35
No sé ustedes, pero yo no conozco a nadie a quien no le guste Asturias. Los últimos datos de los que dispone el Principado para entender cómo funciona el turismo en la región, que son los relativos al año 2019 y sobre los que no tuvo sentido hablar en 2020 por culpa del cerrojazo causado por la pandemia, son los que el Sistema de Información Turística de Asturias pone a disposición del Gobierno para encarar las políticas de promoción de la región. El análisis es exhaustivo, muy concienzudo, y ahora que llegan los meses fuertes del verano, no está de más adentrarse en ellos. De su estudio se desprenden conclusiones y se plantean posibles actuaciones para evitar que quienes nos visitan, que en un 26,5% dicen quedarse con «todo» lo que ofrece Asturias, detecten a su vez la señalización, tanto de las carreteras (7,1%) como la turística (5,4%), como el principal problema al que se enfrentan durante su estancia en el Principado. Dejando un lado lo de que haya una mejor climatología (4,9%) -que en eso no puede hacer mucho el Gobierno ni los ayuntamientos-, el resto de inconvenientes que detectan son el mal estado de las carreteras y los accesos (4%) y la falta de aparcamientos (2%). Esto es, todos ellos relacionados con la forma de llegar a los lugares a los que quieren ir.
Lo cierto es que, echando un vistazo al mapa de Asturias, se pueden concretar algunos de esos puntos conflictivos que es necesario mejorar. Ni que decir tiene, en año Xacobeo, que uno de ellos es la señalización del Camino de Santiago, tal y como reclaman las asociaciones y los peregrinos. Pero no solo caminando tienen problemas los visitantes. Demos una vuelta por Asturias. Quien quiera descubrir los encantos del Parque Histórico del Navia, que así se vende toda la zona alta del río al turista, quizás prefiera llegar a lugares como Grandas de Salime o Los Oscos a través de Galicia, porque la carretera que lleva de Navia hasta Pesoz, con paso por Boal e Illano, es un amasijo de curvas que no está en demasiado buen estado. Digamos que para conductores criados aquí, más que para los acostumbrados a los atascos de la M-30 y las rectas de Castilla.
Tampoco es un lujo la entrada a un lugar tan emblemático como el bosque de Muniellos. Quien llega buscando su belleza, se encontrará con un acceso desde Moal estrecho, en el que en algunos puntos los coches no pueden cruzarse y que podría definirse como 'caleya' más que carretera. Es zona protegida, sí, no se puede hacer una autopista, pero no cabe duda de que sí se podría hacer un acceso más digno.
Y es que el tradicional aislamiento del suroccidente asturiano, a pesar de las mejoras que trajo consigo la A-8 por la costa, sigue siendo un quebradero de cabeza. Un incauto que mire un mapa y se aventure, por ejemplo, desde Grandas de Salime a Oviedo y decida subir el puerto del Palo y dirigirse al centro de la región por Pola de Allande, Tineo, La Espina, Salas y Grado -una opción que no parece descabellada en teoría, porque son 50 kilómetros menos que por la costa-, se encontrará con un viaje de dos horas y media y miles de curvas, para comprobar además que el tiempo empleado sería el mismo que conducir en dirección contraria, hacia Galicia, subir por el limite con la región vecina hasta Vegadeo, recorrerse toda la costa occidental hasta coger la autopista Y para entrar también en la capital. Cosas que pasan en Asturias. Para ponerlo un poco más difícil, quien pase por Salas, en un sentido u otro, debe tener en cuenta el 'superargayu' que dificulta las comunicaciones en esa zona, que obliga a desviarse o a tomar un atajo para sortearlo. Y quien quiera descubrir, desde Pravia, el pueblo ejemplar de Somao, deberá arriesgarse a conducir por el pueblo de Los Cabos, donde, por su situación, la tierra se hunde bajo la carretera que lo cruza, amenazando incluso a las viviendas. Se han hecho obras, sí, pero la geología es caprichosa, y a no ser que se tome una decisión más ambiciosa, el problema persistirá.
Viajemos hacia el oriente. A nadie se le escapa que, cuando se viaja a un sitio, hay que estar bien informado de adónde se va y cómo se puede llegar. Pero no todos los que llegan a Covadonga saben que, para subir a los Lagos, durante buena parte del año, hay que utilizar los autobuses del Plan de Transporte. En cualquier caso, a la espera de más aparcamientos, tranvías o funiculares que nunca llegan, lo cierto es que Covadonga (que junto a los Lagos visitan el 36,8% de quienes recorren el oriente asturiano) se convierte en un auténtico fondo de saco, una rotonda con la basílica como testigo de piedra que observa cómo los vehículos llegan, no encuentran cómo parar y se dan la vuelta en busca de aparcamiento. Porque no se puede ocultar: todos queremos llegar con nuestro coche al lugar que queremos visitar. Y si no se puede, nos enfadamos, sobre todo si no hay información suficiente disponible en señales y paneles según nos acercamos.
El plan también funciona en los accesos a Poncebos, punto de partida de la ruta del Cares y del funicular a Bulnes, dos de los lugares preferidos también por los turistas. Bien es cierto que la solución de los autobuses, aunque sea a costa de pagar un billete y dejar el coche más lejos, ha venido a solucionar los monumentales atascos que se producían en esa zona. Aún así, sigue siendo, por saturación, uno de los puntos 'negros' con los que se encuentra el viajero en su recorrido por tierras de Pelayo.
También han buscado solución a las acumulaciones de coches en la -ya no tan- 'secreta' playa de Gulpiyuri. El aparcamiento existente era insuficiente, y los vehículos aparcaban donde podían, al lado de la carretera, en el acceso desde la autovía... Una reordenación del entorno trata de solucionar el problema, que habrá que ver cómo responde en temporada alta. Está claro que, sea como sea, supone un engorro para quien llega a descubrir esa playa tierra adentro que se ha convertido en un 'must' de la costa llanisca. El centro de Llanes, cortado al tráfico este verano a modo de 'cascayu' gijonés y la playa de Cuevas de Mar, donde no se puede aparcar después del túnel, son otros de los puntos playeros llaniscos que suelen acabar en atasco. Como lo es, para asturianos y visitantes, la playa de Rodiles, una encerrona con caravana asegurada si, desde aquí a septiembre, hace sol cualquier fin de semana. Y como lo son, también, las acumulaciones de coches en el centro de Cudillero, Navia, Ribadesella, Tazones...
Quizás decida el turista, entonces, acercarse al parque de Redes, en busca de tranquilidad. Pero es que el acceso desde Infiesto, a través de la AS-254, la opción más viable sobre el mapa, supone también un 'viajecito'. La prometida reforma de ese acceso, se quedó en arreglos por obras, que además se están realizando ahora, lo que también ralentiza el viaje. Parece que están a punto de acabar. Y quienes se acerquen por la otra vía, por el corredor del Nalón -punto de paso de 17.000 vehículos diarios-, se encontrarán las obras de los túneles de Sotrondio, el tráfico cortado y un desvío por zona urbana que suponen media hora más de viaje. Qué se le va hacer.
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