La inteligencia artificial es una herramienta útil que conviene manejar en todos los ámbitos. Efe

Seguros, diagnósticos médicos, fotos... En qué nos ha cambiado ya la Inteligencia Artificial

Esta tecnología no es el futuro, sino el presente. La usamos en muchas actividades cotidianas aunque no nos demos cuenta. Analizamos con una batería de expertos el panorama actual: «Es un salto como el que supuso la imprenta, pero a una velocidad mucho mayor»

Sábado, 16 de marzo 2024, 00:56

La Inteligencia Artificial (IA) no está por venir ni es el porvenir. Es la realidad, nuestro presente. Quizá nos cueste verlo, pero convivimos con ella cada día, la usamos aunque no seamos conscientes. Está en el colegio, en el médico, en nuestro 'smartphone'... Su impacto ... es de tal calibre que muchos aseguran que lo que estamos viviendo es algo parecido a la Primera Revolución Industrial, aquella que cambió el trabajo manual y el transporte de tracción animal por las máquinas y el carbón en siglo XVIII. «Es un salto como el que supuso la imprenta, pero a una velocidad mucho mayor», ilustra Luis Garvía, director del máster en Riesgos Financieros de Comillas ICADE.

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Por ello, no podemos cerrar los ojos y decir que la IA no va con nosotros. Es necesario conocerla y manejarla para que no nos quedemos en el lado del camino viendo cómo pasa un tren a toda velocidad que nos hace saltar la boina. Sin miedo, aunque con precauciones, claro. Esta tecnología es una oportunidad para hacer muchas cosas y buenas, pero también tiene un lado oscuro, que algunos tratan de pintar apocalíptico, pero que con las correcciones éticas de los expertos y con los marcos legales de las administraciones no tiene por qué ser tal.

El primer paso en este sentido lo dio esta semana la UE al aprobar la primera ley del mundo que regula el desarrollo de aplicaciones de este tipo. La nueva normativa esclarece las líneas rojas que no debe sobrepasar una IA que ya se ha colado en todos los sectores de nuestra sociedad, con mayor o menor pericia, y que pone a prueba a expertos y a ciudadanos de a pie. Repasamos a continuación cómo viven este proceso en diferentes áreas

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    Sanidad

La IA no va a sustituir a los médicos, pero sí ha llegado para complementar su labor. «En su día, el fonendoscopio llegó como un apoyo a nuestro trabajo y ahora es el turno de la IA», explica Benjamín Herreros, director del Instituto de Ética Clínica Francisco Vallés (de la Universidad Europea) y del Máster en Bioética Clínica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo-Fundación Ortega Marañón. Se ha mostrado como una herramienta eficaz para varias tareas, por ejemplo, en la práctica clínica de especialidades como radiología o medicina nuclear, en los que manejar una gran base de datos marca la diferencia.

También ha revolucionado el mundo de la cirugía a través de la robótica. Sin embargo, siempre con la supervisión de un experto y la posibilidad de que este coja las riendas. Y permite «estratificar a pacientes por grupos homogéneos» de manera rápida y sencilla para estudiar sus tratamientos, ver posibles efectos adversos...», señala Fernando Bandrés, catedrático de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y director del Centro de Estudios Gregorio Marañón. Es la avanzadilla de la denominada y soñada medicina de precisión.

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Los expertos destacan que la IA no sustituye al médico, le apoya.

Este fenómeno también tiene retos que afrontar a corto y medio plazo. El primero es la necesidad de hacer una fuerte inversión en los ámbitos de la salud para que esas herramientas estén a disposición de todo el mundo. El segundo, afrontar las dudas éticas y morales que surgen del uso de datos que son confidenciales. «Hay que aplicar criterios de transparencia y saber, entre otras cosas, quién ha construido los algoritmos», apunta Bandrés. También «de explicabilidad»: el paciente debe conocer de dónde proceden o a donde van los suyos y cómo se ha llegado a ese diagnóstico, en base a qué.

Y luego, como apunta Herreros, hay que hacer frente a los sesgos de género, de raza o socioeconómicos. Por ejemplo, si los datos que se informatizan en esas bases de datos son solo del mundo desarrollado, desplaza o deja en desventaja a aquellos que sufren enfermedades mal llamadas «de países pobres».

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Se habla también de la capacidad de la IA para leer la actividad cerebral y transformarla. Un español, Rafa Yuste, lidera el proyecto Brain, un consorcio internacional capitaneado por EE UU para mapear la actividad cerebral como se ha hecho con el genoma humano. Y esta idea también provoca cierta desazón. «Aunque todavía no es una realidad, sino una posibilidad, este tipo de intervenciones plantean fuertes dudas éticas y morales que se resumen en la siguiente pregunta: ¿debe la medicina limitarse a tratar y curar al ser humano o también a mejorarlo?», expone Herreros.

Para Ágata Lapedriza, profesora e investigadora en la UOC y Northeastern University (USA), además de experta en IA, «es muy importante reflexionar sobre cuál es el papel que queremos que tenga la IA en la mejora de nuestra salud y nuestro bienestar, y asegurarnos de que la tecnología que desarrollamos se alinea con las expectativas que podamos tener».

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- ¿Cuál sería su escenario ideal?

- Aquel que aumenta las capacidades del personal médico, permitiéndole concentrarse en los aspectos relevantes, y a la vez mejora la experiencia de los pacientes y sus familiares, facilitando que todas las personas tengan acceso a un sistema sanitario de calidad.

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    Educación

La Inteligencia Artificial ha supuesto un shock en el mundo educativo. En concreto la de carácter generativo, capaz de crear textos, fotos, vídeos… Sí, la que usan los estudiantes para que el programa que sea, por ejemplo, Chat GPT, les haga los trabajos. «Lo que ocurre es que nos hemos quedado con lo negativo, pero tiene una parte positiva», explica Robert Clarisó, profesor en la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) e investigador experto en ingeniería del software y herramientas de e-learning. Bien usada, permite la «personalización» de la educación adaptada a las necesidades y a la capacidad de cada alumno. No es magia: «Muchas veces te gustaría no plantear la misma actividad a tus alumnos, pero no tienes tiempo de ir más allá. Con herramientas de IA puedes, por ejemplo, plantear un escenario y pedirle un número concreto de ejercicios diferentes», detalla Clarisó.

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La posibilidades que da la IA en educación permite adaptar el conocimiento a cada alumno.

También permite hacer una corrección de los mismos más precisa y exclusiva: «No se trata de que ponga la nota, eso lo hace el profesor, pero sí puedes pedirle sugerencias de actividades concretas que ese alumno debe hacer porque ves que le ayudaría y le complementaría los conocimientos que tiene», prosigue. «Comprenderla bien permite guiar mejor a los alumnos en su uso responsable e incorporar nuevos recursos didácticos al aula», aporta David Alfaya, doctor en Matemáticas y docente colaborador en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad Comillas. El experto defiende que la IA generativa es más que un mero buscador, pero advierte de que la información que proporciona «no siempre es fiable y su calidad puede depender, en gran medida, de la manera en la que interactuemos con ella». De ahí la necesidad de la supervisión de un profesional, como en Medicina.

Pero como todo, el uso de la IA en el entorno educativo también tiene problemas. «El primero es la disponibilidad de estas herramientas. Hay versiones gratuitas, pero los datos los guarda la empresa propietaria de esa aplicación, lo que pone en entredicho la necesaria privacidad. Y las de pago, además, resultan caras y no son, por tanto, accesibles para todo el mundo. «De ahí la necesidad y la relevancia de crear modelos de código abierto», señala Clarisó. Y de anuncios como el que hizo Sánchez durante el pasado Mobile Congress de Barcelona sobre crear un modelo de lenguaje de IA para todos los idiomas del país.

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    Cultura y cine

De la misma manera que Chat GPT nos hace un trabajo de clase, también nos puede escribir una novela. Sin entrar en el debate de la calidad, lo cierto es que da la posibilidad de firmar textos sin haberlos escrito ni haber contratado lo que en el argot se conoce como un 'negro'. Pero es en el mundo del cine donde mayor impacto está teniendo la IA. La huelga de actores y guionistas de Estados Unidos estuvo motivada por su llegada a la industria. Los convocantes temían que se usara para explotarlos, pero también que les desplazara, al ser capaz de producir automáticamente nuevas obras escritas y visuales.

Holly Willis, profesora de cine en la Universidad de Southern, en California, experimentó con ello el pasado verano. El material que obtuvo (guion, planos y vídeo) de Chat GPT «no era especialmente bueno», pero reconoció el 'peligro' que suponía para la mano de obra humana. Y pone el ejemplo del desarrollador Nicholas Neubert, que publicó un tráiler de 48 segundos de una película de ciencia ficción realizada con dos IA el pasado julio.

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«Tiene una pinta estupenda», admite. Pero «no se contrató a ningún guionista ni actor». Otro ejemplo de la experta aborda la posibilidad de 'revivir' a famosos muertos para determinadas producciones, como hizo Volkswagen con la cantante brasileña Elis Regina. En el comercial, cantaba a dúo con su hija. Lo que para unos resultó conmovedor, para otros provoca inquietudes sobre cómo podría utilizarse su imagen después de la muerte.

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    Recursos humanos

Los departamentos de Recursos Humanos de las empresas han sido conscientes del poder que tiene la tecnología. Y ya antes de esta IA de la que hablamos ahora, habían integrado sistemas más o menos automáticos o que permitían automatizar ciertas funciones. Sin embargo, ahora viven una revolución porque prácticamente todo su trabajo puede ser hecho por estas herramientas. «En base a los datos del pasado de tu compañía te puede responder a preguntas como a quién promociono o a quién incorporar», explica Pilar Llácer, filósofa y directora de Cultura y Talento en Llorente y Cuenca. También realizar un cribado de currículums mucho más rápido que un humano e, incluso, hacer entrevistas y analizar los gestos de los candidatos en ellas.

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La IA está revolucionando el trabajo de los expertos en Recursos Humanos.

Sin embargo, no hay que mirar a la IA con miedo en este campo, sino como una «oportunidad», sostiene la experta. Para empezar, porque habrá que preguntarse primero si los datos que maneja la IA son los adecuados: «¿Debemos promocionar al candidato con más años trabajados solo porque hay más registros suyos en la base?». Y luego porque «lo que tenemos cque ver es qué podemos hacer nosotros, los humanos, y la tecnología«

- ¿Y qué es?

- El campo de las emociones. Ahí no ha llegado. Una IA puede hacer de recepcionista y atenderte bien, pero no puede imitar la sonrisa de un recepcionista de carne y hueso que puede hacerte sentir mejor en ese momento.

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Y si hablamos de puestos de trabajo es inevitable no hacerlo de aquellos que van a perderse. Un informe de Randstad Research cifra en dos millones los que están en riesgo de ser automatizados por la implantación de la IA. Sin embargo, también advierte de que generará nuevas oportunidades y traerá nuevos puestos que a día de hoy no existen: más de 1,6 millones a lo largo de la próxima década. Con lo cual, la pérdida total se quedaría en unos 400.000.

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    Finanzas y economía

La IA también es una herramienta muy útil en el mundo financiero. Ayuda a detectar fraudes, a hacer informes financieros más precisos, a afinar los pronósticos sobre ingresos y rentabilidad… La capacidad de analizar grandes volúmenes de datos y detectar tendencias y anomalías son una ventaja que no se puede desdeñar en un campo como este. Además, la IA cognitiva, la que simula el proceso de pensamiento humano, también es capaz de estudiar contratos, hacer facturas, generar pólizas de seguros, etc. Luis Garvía, director del máster en riesgos financieros de Comillas ICADE, es un firme defensor de su uso en el trabajo y en las clases. «Me gusta utilizarla con mis alumnos y que ellos lo hagan», afirma. Al contrario de lo que algunos pueden pensar, no atrofia, sino que estimula: «A la vez que se le piden las cosas también se aprende».

En economía, la IA permite aumentar la productividad.

Pero advierte de un riesgo: «No es infalible, hay que repasar los resultados que te da». Como en la medicina, detrás de la IA en economía tiene que haber un profesional que confirme que todo es correcto. «Es una oportunidad tremenda y eleva el nivel de productividad. No hay que tenerle miedo», señala. Además, «cuanto más la usemos, más se reduce su margen de error». Y apunta otro asunto a tener en cuenta: «La economía que ahora enseñamos en las aulas es la industrial, la actual ya la ha superado y la estamos aprendiendo todos a la vez».

- ¿Para quién resulta más amenazante?

- Al contrario que la Revolución Industrial, para aquellos que trabajan ante una pantalla.

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    Protección de la intimidad

La generación de imágenes con IA, sean fijas o en movimiento, ha supuesto un choque frontal contra la protección de la intimidad. De la misma manera que se han distribuido imágenes del Papa vestido con un plumífero de Balenciaga, o de Feijóo hablando en inglés, también ha desnudado a menores, como ocurrió en septiembre en Almendralejo (Badajoz). Sus imágenes circularon por las diferentes redes sociales para escarnio de las protagonistas, pero en realidad no eran sus cuerpos, sino un montaje que los autores, también menores de edad, habían hecho con una app.

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La polémica imagen del Papa generada por IA.

Su 'trastada' acabó en la Fiscalía, encargada de determinar si hubo delito o no. El problema que se empezó a ver entonces es que había dos velocidades. El Derecho va a la velocidad que va, mientras que la tecnología avanza tremendamente deprisa. Ese desfase, que ya existía, es exagerado con la irrupción de la Inteligencia Artificial. Pero el Código Penal contempla ya los delitos en los que se encuadran estas actuaciones», señalaba entonces a este periódico Mónica Caellas, profesora de Derecho Penal Tecnológico en UIC Barcelona. Eso sí, había que dilucidar si se trata de pornografía infantil, de un atentando contra la integridad moral o contra la intimidad. De ahí también la necesidad de un nuevo marco legal, como la ley aprobada ahora en la UE.

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    Móviles

Las últimas ferias tecnológicas han mostrado al mundo los móviles que incluyen ya la inteligencia artificial generativa. Samsung ha sido de las primeras marcas que han apostado por ella y se ha aliado con Google para dotar a sus 'smartphones' de funciones que permiten traducciones de texto y voz en tiempo real, completar partes de una foto o un vídeo, etc. Con ello se logra, por ejemplo, que no haga falta saber un idioma porque el propio teléfono actuará de traductor simultáneo con nuestro interlocutor.

¿Útil? Sin duda, pero cabe preguntarse entonces para qué vamos a necesitar aprender idiomas o qué va a ser, por ejemplo, de los traductores de carne y hueso. En el campo de las fotografías, el debate sobre su utilidad también se centra en cuánto de verdad hay en esas imágenes que se completan y mejoran con IA. Es decir, son imágenes retocadas en el mismo momento en que se toman, sin posibilidad de contrastarlo a posteriori, no hay un antes y un después.

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    Seguridad

¿Se puede prever un delito? La IA parece que sí, y por ello empresas y gobiernos han aumentado su inversión en este campo. El año pasado se invirtieron 500.000 millones de euros en soluciones de inteligencia artificial. Los expertos explican que a través de sus modelos predictivos se puede dar una respuesta más rápida y eficiente en caso de emergencias.

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    Industria

La consultor Knowmad Mood, especializada en servicios de transformación digital, señala que la IA también está permitiendo una producción «sostenible, eficiente y flexible» en aquellas empresas que recurren a ella, que todavía son pocas: un 10% del total. ¿Cómo lo consigue? Monitorizando la información con sensores de procesos, imágenes en tiempo real, inspección automática de la calidad de los productos con visión artificial… Luego, con todos los datos, las herramientas son capaces de tomar decisiones que afinan la manera de producir, pero que también reduce costes y mejora la seguridad de los propios operarios.

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