Filósofo, catedrático jubilado de la UMU y hombre sabio, a sus 82 años las palabras acuden a él servidas por la inteligencia. Él, como Hans Magnus Enzensberger, sabe bien que hay «palabras ligeras como semillas de álamo» y otras que «más tarde quizás removerán la ... tierra». Atento siempre al pulso de la realidad, no decae su pasión por la vida, que encuentra en todo su esplendor, a veces amargo, en la poesía de su admirado Paul Celan, a quien le gustaría robar la experiencia de sentir cómo 'En mi mano/ el otoño devora sus hojas: somos amigos'. Junto a los también intelectuales Sami Naïr y Javier de Lucas, ha escrito 'La amistad como una de las bellas artes' (Tirant Editorial). También es experto en chocolates.
- El internacional director de escena Romeo Castellucci alerta «del nuevo Tercer Reich» que se cierne sobre Europa. ¡Qué exageración!
- Sí, demasiado fatalista. Plantea una posibilidad absolutamente extrema para la que hoy no se dan las condiciones que permitan llegar a ese territorio; pero hay otras posibilidades intermedias que serán las que sí se van a desarrollar, y no sólo en Europa, que ha perdido mucho peso, entre otras cuestiones, porque el eje París-Berlín ya no existe.
- ¿Qué posibilidades?
- Estoy convencido de que la confrontación va a crecer a nivel global, aunque los lugares de la confrontación no sabemos cuáles van a ser. El papel cada vez más protagonista de China, cuya autoridad reconoce Putin, es enigmático, pero no le interesa para nada una guerra a gran escala; también es un enigma el papel que jugará Irán, que cuenta con buenos socios, ya que tanto India como China son proiraníes, en el conflicto del Medio Oriente. Necesitan su petróleo y su gas, India más que China, y tampoco consentirán que Irán la monte. En este momento, una cosa es querer y otra es poder, no se puede introducir una variante de ese tipo a lo loco, ni en las condiciones más extremas y complicadas.
Vergüenza
«Gaza es el infierno en la Tierra que todos podemos contemplar»
- ¿Y qué pasará entre China y Estados Unidos?
- Una vez consolidadas las nuevas hegemonías, habrá un tiempo intermedio de equilibrios sucesivos entre uno y otro, que no sé cómo concluirá. Lo que está en juego, mientras, es que se camina cada vez más hacia sociedades autoritarias de tipo 'soft' [suave], pero donde habrá control social, esto sí que ya nadie lo duda. La defensa a favor de las democracias en su forma tradicional es cada vez más débil; la democracia se va adaptando a las nuevas complejidades, al nuevo pragmatismo; se habla de representación sin representados.
- ¿Usted qué piensa?
- Yo defiendo todavía que hay un espacio para lo social, que hay un espacio para lo público, que hay que defender el bien común por encima de todo, y que todo el cambio de opinión en torno a la problemática de la Tierra, del cambio climático, no nos puede dejar más tiempo indiferentes, hay que actuar. Cierto que esta situación ya no presiona tanto en la conciencia del planeta, y que se van negociando mínimos que cada vez son más mínimos, pero no descartemos que esta conciencia de la necesidad de cambio de rumbo irá acrecentándose.
- Con una población mundial que se dispara.
- Hay un problema de magnitudes, y es que ya no somos tres, ni cuatro. Y hay también otras guerras, digamos silenciadas, además de la de Ucrania, que está dejando en evidencia a la diplomacia europea, y del horror al que estamos asistiendo en Gaza, que provoca una gran vergüenza. Gaza es hoy el infierno en la Tierra que todos podemos contemplar, y sobre el que ni siquiera EE UU parece capaz de influir lo suficiente para que concluya la barbarie...; hay además guerras en África, conflictos permanentes que alimentan estados fracasados de los que Naciones Unidas debería hacerse responsable.
- ¿A qué no ha renunciado?
- No es que sea muy optimista, pero nunca he renunciado a la posibilidad de que exista un espacio de humanidad solidario, que piense en términos cosmopolitas y de bien común, y donde la participación ciudadana sea activa y responsable, lo que requiere de un tipo de política, y de funcionamiento de las instituciones, distinto. Hoy estamos ante una situación que se podría dibujar así: un mundo cada vez más complejo y un déficit cada vez mayor de instituciones que lo gobiernen; hay un déficit entre una complejidad que crece y crece, y unas instituciones cada vez más débiles. Y esto se puede plantear a nivel mundial, y se puede también regionalizar, hablar de Europa en esos términos.
Necesidad de cambio
«Vemos un mundo cada vez más complejo y un déficit cada vez mayor de instituciones que lo gobiernen»
- ¿Qué debería pasar a partir de ahora en España, tras el capítulo inédito protagonizado por el presidente Pedro Sánchez?
- Tras ese silencio a modo shakespeariano, a modo de reflexión antes de la batalla, que no estaba en la agenda política, ni en la historia de lo político, y sí en la historia de los cesarismos; esa especie de melancolía hacia adentro. Vaya, resulta que el príncipe es humano, ¿no? [Sonríe] Pudo llegar un momento, en el que se le había presentado una situación límite, en el que la voluntad ya no es capaz de dialogar con el conflicto. Ha habido intervenciones solidarias, yo he participado también en alguna de ellas, en un momento en el que creo más urgente que nunca la defensa de la democracia; y, asociado a esa defensa de la democracia, la idea de superar un modelo que se ha domiciliado en la política española, en la sociedad española, de frontismo, de confrontación, de exclusión, de polarización, que nos está arruinando como país. Podemos hablar de una patología seria de lo social que hace que cada uno se dé la razón a sí mismo, y así no podemos avanzar ni siquiera en el debate elemental de cualquier democracia parlamentaria.
Las 'fake news' y el 'y tú más'
- ¿Cómo nos observa?
- Los hay esquinados, buscando el acecho, el papel sucio, 'fake news' para todos, el 'y tú más'..., y ante todo esto vemos a los jueces de testigos mudos, como si no existieran; por mucha fe que se tenga en la justicia, los hechos imponen también sus conclusiones. Estamos ante una situación política comprometida; no es que sea grave, que lo es; no es que sea, digamos, tolerada, que lo es, sino que además no nos lleva a ninguna parte. Estamos hipotecando un país que tiene 47 millones de habitantes, muchos de los cuales no han realizado sus sueños; es necesario pensar en la gente joven, y en aquellos que tienen, además de una edad avanzada, enfermedades; y en aquellos que tienen las expectativas puestas en la construcción de una ciudad en la que se pueda vivir, en la que podamos tomar un café, comentar un libro, ser solidarios. Estamos en un momento de gran desasosiego en el que hemos sabido que Sánchez va a continuar, y me alegro.
- ¿Cambiará algo su decisión?
- Entiendo que esta decisión no cambia los contextos, las prácticas políticas, la animadversión operante, el frontismo que se ha generalizado, y que por tanto no se trata de un juego de buenas intenciones y de decir 'cuento con vosotros', porque hay muchos con los que no podrá contar. Y en cuanto al caballo de Troya que son los nacionalismos, diré que se han resuelto muy bien las elecciones vascas, que han demostrado una tolerancia interna ejemplar. El PNV, el guardián de Euskadi, sabe perfectamente que el destino le espera... En cualquier caso, esa transformación de lo social me parece muy interesante.
Desasosiego
«Estamos hipotecando un país con 47 millones de habitantes y muchos de ellos no han logrado sus sueños»
- ¿Y el caso catalán?
- El caso catalán es mucho más complicado, hay algo de cainismo dentro de los propios grupos nacionalistas; unos se acusan a otros y en este caso, otra vez, lo que está en juego es la hegemonía dentro de los partidos catalanistas. ¿Cómo se jugarán las cartas? ¿Cómo se mediarán las negociaciones? ¿Cómo se podrá gobernar? No lo sé, pero no hay política sin interlocución, sin diálogo, sin negociación. Y tampoco ayudan los que alimentan los fantasmas, multiplican los bulos, descalifican...; algo que no sólo vemos en el Congreso y el Senado. Por otra parte, muchos ciudadanos se han retirado, ya no están.
- ¿Por qué lo dice?
- Estuve en un acto público 'en defensa de la democracia', y todos éramos mayores. No había gente joven, y alguien me dijo: 'No hay gente joven porque esta no es su lucha'. ¿Cómo es posible que no sea su lucha? Se ha producido una abdicación, ha fallado el modelo de educación, que no ha generado la sensibilidad ante lo social, ante lo público. Se retroalimenta permanentemente un individualismo que busca satisfacciones de rápido consumo y genera una intemperie, el 'sálvese quien pueda'; un egoísmo, un narcisismo sobre todo, que no entiende que crear lo social es importante.
- ¿Cómo contempla a los dos partidos mayoritarios?
- Parece que se ha creado entre ellos una frontera de hielo. Deberían abrazar el diálogo, debería de ser otra la organización de los partidos, porque se han creado modelos para la guerra, no para el diálogo; se han montado portavoces diestros, espadachines dotados para el ataque, pero no dialogantes, no hombres de Estado; no se puede hablar siempre 'contra', hay que establecer zonas de diálogo. El presidente y el jefe de la oposición deben tener un hilo abierto permanente para decir, '¿y esto cómo lo ves?', y '¿aquello cómo lo abordamos?'. No podemos seguir como hasta ahora. Digamos también que el PP tiene que asumir que no necesita de la agresión para establecer un punto de referencia más cívico, más político, más ligado a su propio programa, más exigente respecto a lo que puede llamarse su lectura de los problemas. Se han producido grandes lecciones europeas, por ejemplo en el caso alemán: grandes gobiernos, desde [Helmut] Kohl a [Angela] Merkel, han buscado el diálogo, la conciliación, la regulación de la vida política sin ofensas.
Los jueces
«Les vemos de testigos mudos, como si no existieran; por mucha fre que se tenga en la justicia, los hechos imponen también sus conclusiones»
- ¿Y el modelo de liderazgo al que asistimos?
- Se ha ido imponiendo un modelo de liderazgo muy personalizado, no me gusta. Prefiero los liderazgos colectivos.
- ¿Se podrán combatir las 'fake news'?
- Cada vez más hay informes de las grandes corporaciones que dicen que en el futuro todo será 'communication', 'communication', 'communication', y en ese programa dominado por la comunicación, las 'fake news' están servidas; eso que podemos llamar el simulacro, la invención, contaminará todos nuestros discursos, y ante esto se hacen todavía más importantes, más necesarios, 'mass media' comprometidos con los valores democráticos, responsables, profesionales, éticos.
- Ha escrito usted, junto a Sami Naïr y Javier Lucas, 'La amistad como una de las bellas artes'.
- Al final, si nos ponemos en la perspectiva de lo que es la experiencia humana, la amistad es probablemente el don más maravilloso, construido desde la libertad y gratuito. Tiene la capacidad de expresar una cercanía: 'Cuento contigo', '¿qué estás leyendo?', '¿cómo hacemos?'. En un tiempo en el que las relaciones se han hecho cada vez más individualizadas, más narcisistas, y donde el individuo se ha reforzado con sus nuevas máscaras, crear el espacio de la amistad es casi revolucionario, y quitaría el 'casi'. Se reconoce en el otro una dimensión que supera la de la apariencia, la de los sentimientos, la de las exigencias morales. Qué importante es caminar acompañado, ojalá que para construir una filosofía de lo posible, del futuro. De momento, estamos en la vorágine, pero debemos ser inteligentes para saber decir 'no', y recuperar lo que podríamos llamar el calor del fuego, la experiencia de la amistad, que da lugar a una particular felicidad.
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