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G. POMARADA
CANGAS DE ONÍS.
Viernes, 3 de abril 2020, 01:45
El confinamiento motivado por la pandemia del coronavirus ha roto rutinas, cancelado terapias y aislado a un colectivo ya de por sí vulnerable, el de las personas con diversidad funcional que viven en la zona rural. En estas semanas, la asociación Emburria de Cangas ... de Onís, que desde hace 18 años trabaja con ese grupo de población, ha observado cómo algunos de los logros de los últimos meses se tambalean, como el de una niña a quien «le costaba salir de casa y ahora que lo había conseguido, no puede hacerlo», lamentan. Por ello, en la entidad están volcados en mantener la normalidad en la medida de lo pequeños mediante terapias con psicólogos y logopedas por videoconferencia, una alternativa que confían en poner en marcha esta misma semana. Además, trabajan en coordinación con colegios y centros sanitarios tanto para hacer un seguimiento de los casos conjuntos como para detectar nuevas necesidades.
Con aquellas personas adultas que acudían al centro de día, mantienen un continuo contacto a través de las familias para «establecer una rutina y plantear actividades con horarios», así como solventar dudas. Su recomendación pasa por «buscar momentos para realizar pequeños ejercicios, hacerles participar en las tareas del hogar o controlar el exceso de información sobre el coronavirus».
El ocio es también parte de la nueva agenda, con actividades como videollamadas grupales. «La interrupción de sus rutinas les afecta, se echan de menos entre ellos, el contacto diario con sus compañeros y con la comunidad. Eso les provoca incertidumbre e intranquilidad», cuentan desde la entidad.
Esta situación sobrevenida está además sirviendo para analizar el camino que aún queda por andar para lograr la plena inclusión. Consideran que al inicio del estado de alarma quedaron olvidadas «estas personas muy vulnerables que de manera excepcional requieren hacer una salida puntual» y que la crisis está afectando especialmente a las familias con «menos medios tecnológicos y económicos». Del lado positivo, cuentan, la lección de esta pandemia es que todos somos «vulnerables», por lo que «sería ideal mantener la empatía y solidaridad en el tiempo».
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