I. IBÁÑEZ
Lunes, 3 de junio 2019, 02:36
Toreaban 'El Juli', Morante de la Puebla y José María Manzanares, y la corrida, celebrada en la plaza de toros de Aranjuez y organizada por Carlos Zúñiga -gestor asimismo del coso gijonés de El Bibio-, estaba dedicada a la madre de Juan Carlos I, doña ... María de las Mercedes. Ese fue el escenario donde el Rey emérito dio ayer el adiós definitivo a su agenda oficial, el último de sus actos públicos tras casi cuarenta años de reinado. Y por ese motivo, ya desde mucho antes de las siete de la tarde, la hora de inicio de la corrida, y a pesar del calor sofocante, los alrededores del coso estaban abarrotados de curiosos conocedores de esa circunstancia y también de numerosos medios de comunicación, ansiosos por conseguir la foto de despedida. Para ellos posó el Rey antes de entrar a la plaza.
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A su llegada al palco real, decorado con un retrato de su madre, don Juan Carlos recibió una gran ovación de los asistentes puestos en pie, que él agradeció con la mano en alto, saludando a todos. Luego sonó el himno. A su lado se encontraban la infanta Elena con su primogénito, Felipe Juan Froilán de Marichalar; la hermana del Rey, Pilar de Borbón, y su sobrina Simoneta Gómez-Acebo. Los más taurinos.
Cada uno de los otros protagonistas de la corrida -celebrada con motivo de la festividad de San Fernando-, es decir, los diestros, dedicaron al Rey su primer toro.
Pero, antes de hacer acto de presencia en la plaza, Juan Carlos I congregó a algunos miembros de su familia y a varios amigos en una comida de carácter privado que tuvo lugar en la finca de los Jardines de Oñate, en la misma localidad.
Quiso celebrar de esta forma su decisión de desaparecer por completo de los actos previstos en la agenda de la Casa Real, precisamente cinco años después de su abdicación en favor de su hijo, Felipe VI.
En el almuerzo, que estaba organizado por el empresario Pedro Trapote, viejo amigo suyo, le acompañaron también su hija Elena y su hermana Pilar de Borbón, además de María Zurita, hija de la infanta Margarita, entre otros.
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A su llegada, en el asiento de copiloto de su coche, bajó la ventanilla para saludar a los informadores. Deseosos de obtener alguna declaración, le preguntaron por su retirada, a lo que él contestó saludando de nuevo.
A partir de ahora, don Juan Carlos seguirá haciendo el mismo tipo de vida que en los últimos cinco años y se le seguirá viendo en público casi con la misma frecuencia que ahora e, incluso, acudirá a algún acto oficial destacado, cuando quiera, sin la presión del anuncio previo. En términos militares, dicen fuentes próximas, «es como si pasara de reserva activa a reserva pasiva».
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A sus 81 años, la voluntad del Rey emérito es disfrutar plenamente de su tiempo por primera vez en su vida, sin la atadura de los compromisos institucionales apuntados en la agenda. Ahora, su principal atadura es mantenerse en la mejor forma física posible para tener calidad de vida y, para ello, practica todos los días, con disciplina, una serie de ejercicios, ya sea natación, bicicleta o gimnasia, que le ayudan a fortalecer las piernas tras sus numerosas operaciones.
Y es que, aunque haya anunciado su voluntad de «dejar de desarrollar actividades institucionales», el Rey seguirá recibiendo correspondencia, visitas e invitaciones de personas, instituciones y Casas Reales extranjeras que quieran contar con él. Y lo más probable es que atienda algunas de ellas.
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