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Comienza a resultar difícil, por no decir tarea imposible, no terminar la semana con alguna noticia de alguna nueva estafa que afecta normalmente a un número importante de personas. Ya contamos con toda una jerga de nombres específicos, algunos en inglés porque muchos timos son internacionales, para denominar las más frecuentes, aunque los responsables de este tipo de delitos siempre nos sorprenden con nuevas y variadas estratagemas para hacernos caer en la trampa.
Es algo tan habitual que probablemente a cualquiera de nosotros nos ha llegado en alguna ocasión un mensaje, un correo, una llamada, una publicidad en una red social en la que se nos invita a dar nuestros datos para entrar en un sorteo, recibir un premio, una cantidad de dinero, un contrato de trabajo o de otro tipo sumamente ventajoso o simplemente como una forma de evitar que se cancelen nuestras tarjetas o nuestras cuentas bancarias. Las posibilidades son infinitas y, en consecuencia, los riesgos también.
¿Qué podemos hacer para evitar ser víctimas? No hay una lista de consejos perfecta porque, en la misma medida que conocemos el «modus operandi» de una determinada estafa, aparecen nuevas con fórmulas imposibles de imaginar hasta ese momento. No obstante, en un mundo en el que la digitalización cada vez es más intensa, es imprescindible adoptar determinadas medidas de protección, necesarias para ir esquivando, en lo posible, cualquier intento de timo. Además, no hay que olvidar que, aunque hay malos muy malos, hay malos muy buenos que son capaces de realizar copias casi perfectas de páginas, de logos, de organismos oficiales... para hacernos creer que son los auténticos. Aún así, nosotros podemos ser mejores y aplicar, al menos, alguna de estas recomendaciones:
Ninguna empresa o particular va a regalar nada por nada a cualquiera ni a plantear una oferta a pérdida o increíblemente generosa. Si pretendemos ir de listos contratando o percibiendo algún tipo de premio de esta manera existe una alta probabilidad de que seamos nosotros los perdedores. Mucho cuidado con dar datos personales y, sobre todo, datos económicos en respuesta a este tipo de promesas u ofertas.
Nuestro banco nunca nos va a pedir a través de un mensaje o de un correo que les facilitemos nuestras claves. Debemos utilizarlas solo para el acceso a la banca digital de nuestra entidad o de su aplicación. Si alguien nos la solicita, aunque la página, el correo, el mensaje o la llamada, parezca auténtica y real y nos generen preocupación con la pérdida de algún tipo de beneficio o producto, es fundamental no responder, no entrar en ningún enlace y confirmar la situación directamente con nuestra entidad bancaria. Si es un problema cierto, podremos resolverlo en el propio banco, en su oficina física o virtual.
Las páginas falsas de bancos, empresas u organismos públicos pueden ser muy perfectas pero siempre existe algún elemento discordante. Por ejemplo, en los correos electrónicos hay que revisar bien la dirección de la que provienen, en los mensajes el teléfono desde el que ha sido enviado y en las páginas Web hay que echar un vistazo a la URL y, en caso de duda, cerrar y abrir la que conocemos como segura. Si estamos haciendo compras, es importante que la empresa tenga su domicilio en la Unión Europea y que nos cercioremos (hoy en día contamos con múltiple información disponible en Internet) del buen funcionamiento de la misma. Por otro lado, los estafadores, en muchas ocasiones, no son buenos redactores y en las páginas o mensajes falsos podemos encontrar faltas de ortografía, de redacción, de concordancia...
En ocasiones, la forma de ponerse en contacto es utilizando una identidad falsa que puede llegar a ser de un conocido, un amigo o un familiar. Lo más habitual es que se exija el pago urgente de una determinada cantidad por adelantado con la finalidad de beneficiarte de un servicio, descuento, premio o ayuda con algún tipo de campaña. No ofrezcas tus datos ni entregues dinero sin comprobar la realidad. También hay estafas que parten de una usurpación de identidad previa de una persona. Avísala de lo que está ocurriendo para que a su vez pueda denunciar la situación.
En materia de compras por Internet, lo más interesante es contar con una tarjeta tipo «e-cash», que puedes recargar con una cantidad concreta, evitando el acceso a las tarjetas habituales. Además, de este modo, solo se pone en riesgo el importe concreto con la que la hayamos recargado.
Es importante evitar las cadenas de mensajes. Es una forma sencilla para los estafadores de hacerse con datos de correos electrónicos o móviles que luego pueden utilizar para enviar sus mensajes.
No hay que confiar en las pruebas gratuitas de servicios o productos. Es muy frecuente que nos soliciten todos los datos, incluso los bancarios, para realizar la prueba y también es frecuente que después se utilicen para pasar cargos recurrentes. Debemos estar al tanto de darlos de baja o, mucho más sencillo, no dar los datos bancarios si se trata de una prueba gratuita, ya lo contrataremos después si nos interesa.
Si, a pesar de todo y de poner nuestros cinco sentidos en las gestiones de nuestra vida diaria, finalmente nos vemos envueltos en una estafa y somos víctimas de la misma, es esencial plantear una denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Muchas personas afectadas no lo hacen porque se trata de un delito que genera un cierto sentimiento de vergüenza por haber sido tan «tonto» de haber picado. No es cierto. Como hemos dicho los «malos», los delincuentes, cada vez son más buenos haciendo su «trabajo» y más hábiles en sus medios de engaño y cualquiera podemos tener un día en que bajemos nuestro nivel de alerta.
Denunciar es fundamental para que se investigue esa estafa que puede estar afectando a muchas otras personas y pone sobre aviso, sobre todo cuando se trata de nuevas estratagemas, de las nuevas orientaciones delictivas.
El otro paso fundamental, si la estafa afecta a nuestros datos bancarios es comunicárselo al banco, anular la tarjeta si está implicada su utilización fraudulenta y cambiar nuestras contraseñas y sistemas de acceso de forma inmediata.
No hay una fórmula mágica para sortear las múltiples estafas que están en funcionamiento pero podemos ir evitándolas si no bajamos la guardia. En mejor pecar de desconfiados y confirmar la información que ofrecer nuestros datos al primero que nos los pida por mucha apariencia de autenticidad que presente.
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