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A quién no haya pasado por ello le puede parecer increíble, pero todos los que hemos atravesado o hemos vivido de cerca un proceso de ruptura de pareja con hijos lo sabemos: la palabra vacaciones se convierte, durante un tiempo, en una pesadilla. Y ello ... por muchas razones, unas legales y otras personales.
En lo personal se van atravesando etapas desde el caos a una nueva normalidad. El primer verano, la primera Navidad o Semana Santa son las más duras para todos. Los niños extrañan. Siempre. Como mínimo necesitan de su madre cuando están con su padre y lo mismo sucede a la inversa. Pero aun puede ser peor si sólo han desarrollado apego con uno de sus dos progenitores y no están habituados a pasar tiempo con el otro, teniendo que hacerlo ahora por obligación.
Este primer año también es difícil desde un punto de vista legal, porque hay que poner en práctica lo que indican la sentencia o el convenio regulador.
Cuando hubo acuerdo y el convenio se redactó de forma clara (no siempre sucede ni lo uno ni lo otro) no hay más que fijarse y aplicar lo establecido. Pero incluso siendo así, en el mejor de los escenarios posibles, hay que organizarse, pedir las vacaciones en la empresa con suficiente antelación, cuadrarlas con el otro, buscar apoyo familiar o contratar campamentos o actividades para cubrir los días de estancia que exceden del tiempo de vacaciones laborales de cada uno... Y si antes ya había que hacer milagros para conciliar, ahora es más difícil, porque en lugar de organizarse juntos hay que hacerlo por separado, cambiando los apoyos. Además, surgen todo tipo de malentendidos y desencuentros: si hay que preparar una maleta o el otro tiene que comprar lo que necesite, si hay que pagar la pensión de alimentos cuando los niños están con el obligado al pago, si es obligatorio coger el teléfono a la madre o al padre cada vez que llame y a la hora que le dé la gana, si se puede cambiar lo que dice la sentencia cuando es imposible hacerlo tal cual está escrito...
Los abogados de familia navegamos en el mar de dudas que ahogan a nuestros clientes, haciendo lo posible por calmar los ánimos, por acercar posiciones y por ayudar con las interpretaciones y adaptaciones que sea necesario realizar en función de las circunstancias. Y con suerte y poco a poco todo se va normalizando, dejando de ser algo nuevo y extraño y convirtiéndose en una nueva rutina a la que todos se van acostumbrando antes o después.
En mi opinión hay algunas cosas que se pueden hacer para evitar problemas en el futuro y otras que hay que saber para lidiar con aquellos que se van presentando:
• Cuando te divorcies, si te gusta vivir en paz y estás incómodo con los conflictos, procura elegir a un profesional que sea completamente sincero contigo a la hora de darte las pautas adecuadas, que ajuste tus expectativas y que te ayude a diferenciar cuándo actúas correctamente o no desde un punto de vista legal. Esto facilitará no sólo lograr un acuerdo justo si no también su cumplimiento.
• Si el procedimiento de divorcio es amistoso, lo cual sin lugar a dudas debe intentarse como primera opción, trabaja con tu abogado en lograr un convenio personalizado que contemple en la medida de lo posible las circunstancias que se pueden presentar a corto, medio o largo plazo, a fin de que su contenido sea práctico y sencillo de ejecutar sin necesidad de grandes ajustes. Siempre será necesario ir adaptando pequeñas cosas, porque no todo se puede prever, pero es importante que imagines las situaciones y anticipes los problemas para que puedan evitarse con las cláusulas que para ello sea necesario incorporar. Ten en cuenta que las medidas pueden modificarse, pero la mayor parte de las veces para hacerlo hay que justificar un cambio sustancial en las circunstancias, así que olvídate de ir a un procedimiento de modificación de medidas para detalles cotidianos. Esto tiene que quedar resuelto desde el principio.
• Es imprescindible separar tus problemas de pareja de la relación con los niños. Si los dos sois unos padres normales, incluso mejorables, vais a tener que ocuparos de vuestros hijos. Siendo así, no ayuda tener discusiones acaloradas en presencia de los menores, hablar mal del otro, con razón o sin ella, o buscar cualquier disculpa o incluso inventarla para impedir que los niños se vayan cuando les corresponde. Este tipo de prácticas no conducen a buenos resultados y hacen mucho daño. No puedes evitar lo que haga la otra parte, pero sí puedes trabajar en ti mismo para que lo que sientes no te haga daño y para tener mejores herramientas a la hora de gestionar conversaciones complicadas o de negociar cosas cotidianas sin convertirlas en batallas. Algunos de nuestros clientes han logrado muy buenos resultados con terapia psicológica, así que es una muy buena opción cuando sientas que la situación te supera.
• Trabaja con tu abogado para que te dé unas pautas claras que cómo tienes que actuar en aquellas situaciones que sabemos que se van a presentar, para que estés preparado y no supongan ningún problema. Con suerte algunas ya se habrán incorporado en el convenio, pero otras habrá que ir aprendiéndolas poco a poco. Estos son algunos ejemplos:
- La pensión de alimentos durante las vacaciones. Cuando existe la obligación de pagar una pensión de alimentos hay que pagarla también durante las vacaciones, aunque ese mes los niños lo pasen con el obligado al pago. Esto es así porque el importe de las mensualidades se fija como un promedio mensual, a sabiendas de que habrá meses en que los gastos van a ser mayores o menores. Por tanto, este asunto está fuera de discusión.
- La maleta. Cuando existe un sistema de custodia compartida los dos progenitores tienen en su casa lo que los niños necesitan y esto incluye ropa y todo lo necesario para su higiene personal, por lo que no será necesario enviar una maleta. Ahora bien, hay cosas que hay que facilitar si el otro no las tiene como por ejemplo, la tarjeta sanitaria o el DNI o algunos objetos personales que los niños no tienen por duplicado y puedan necesitar. En cambio, cuando la custodia la tiene de forma exclusiva uno de los progenitores sí que será necesario preparar una maleta para que los niños lleven de vacaciones ropa suficiente, empleando en sentido común. El otro debe devolverla al finalizar la estancia y siempre que sea posible en el mismo estado en que la recibió.
- Las llamadas. Es necesario facilitar el contacto con el otro progenitor durante el tiempo de vacaciones. La mayor parte de los convenios establecen alguna regla al respecto y de ser así hay que respetarla. Si no se especifica nada hay que permitir el contacto diario, salvo causa justificada. Lo más recomendable es acordar un tramo horario y no molestar fuera del mismo a no ser que se trate de alguna cuestión urgente. Las comunicaciones pueden hacerse llamando por teléfono o Internet al otro progenitor que nos pondrá en comunicación con los niños. No podemos obligarle a aceptar que los niños lleven su propio teléfono cuando son muy pequeños y mucho menos se puede utilizar un dispositivo móvil para geolocalizar a los niños ni para hacer ningún tipo de escucha de lo que allí suceda.
- Los cambios de última hora. Las vacaciones han de organizarse con antelación suficiente, porque de otro modo no será posible hacer ese hueco en el trabajo o reservar algún viaje con antelación. El convenio regulador o la sentencia seguramente incluirán un sistema al respecto, que habitualmente se traduce en que a falta de acuerdo uno elige los años pares y el otro los impares, comunicando la decisión con cierta antelación. No obstante hay que estar a lo que en cada caso se estipule y hacer lo posible por respetarlo. Algunas personas no están dispuestos a aceptar esto y siempre quieren salirse con la suya entendiendo que sus circunstancias siempre son muy importantes y es el otro el que tiene que adaptarse. Esto hace que las vacaciones se conviertan cada año en una batalla, que es mejor evitar, responsabilizándose cada cual de asumir sus complicaciones sin intentar trasladar el problema al otro.
- La organización con la familia de la nueva pareja. Cuando pasa un tiempo desde la ruptura es muy habitual iniciar una relación con una nueva pareja que a su vez también puede estar divorciada y tener hijos. En tal caso cuadrar las vacaciones se vuelve aun más complicado, porque es normal querer tener a los hijos en su compañía al mismo tiempo que el otro. Esto no justifica saltarse lo dispuesto en la sentencia o el convenio. Lo primero es cumplir con lo establecido. No se puede obligar al otro a hacer cambios por este tipo de razones. Si decide colaborar no es su obligación y deberíamos ser respetuosos y amables al proponer este tipo de cuestiones.
- Lo que sí o no tiene que hacer el abogado. Cuando se contrata a un profesional para un procedimiento de divorcio se acuerdan unos honorarios hasta la sentencia. En teoría ahí se termina el trabajo del abogado y si se le vuelve a necesitar lo normal sería que cobrase por sus servicios. No obstante, es habitual que la mayor parte de los abogados, por cortesía, aclaren las dudas iniciales que surgen en la aplicación de la sentencia o convenio regulador. Lo ideal es que se den unas pautas a seguir y que cada familia luego vaya aplicándolas, acudiendo al abogado solamente para cuestiones de cierta importancia. Ante la duda, conviene aclarar con el abogado desde un primer momento cual es su criterio al respecto y cuáles sus honorarios, para saber a que atenernos.
- Lo que sí o no se puede resolver en el Juzgado. Es frecuente que cuando se produce un conflicto relativo a las vacaciones sea cuando estas se acercan o incluso durante las mismas. Obviamente no cabe acudir al Juzgado de familia para este tipo de cuestiones del día a día, limitándose a resolverlas de la forma más práctica posible e intentando recabar prueba de lo sucedido para analizar con el abogado si procede hacer algo más. Hay que tener muy presente que los juzgados son lentos (mínimo tardaremos varios meses en conseguir cualquier tipo de respuesta) y que los procedimientos dan cabida a algunas cuestiones pero no a todas las que de forma cotidiana se pueden presentar. Además la mayor parte de los procedimientos son costosos, por lo que deben ser la última opción, intentando hacer uso de la negociación o incluso de la mediación como formas de resolución de conflictos. En cuanto a la vía penal, procede denunciar únicamente los hechos que puedan ser delito, pues no tiene sentido iniciar procedimientos que no vayan a tener recorrido, frustrándonos en el intento.
Esta lista incluye tan solo algunos de los ejemplos más habituales, pero en realidad las cuestiones que suelen plantearse son innumerables y algunas veces incluso imprevisibles, como la vida misma. Aunque pueda parecer complicado y al principio suela serlo, con una buena dosis de sentido común y pensando siempre en lo mejor para los niños todas las piezas del puzle terminan encajando y la palabra vacaciones vuelve a la lista de sustantivos queridos y esperados.
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