No sabemos de todo. Eso es más que evidente. Yo incluso añadiría que casi no sabemos de nada y, tal como va el mundo de rápido, hay que estar aprendiendo y actualizándose a diario de manera permanente en todos los sectores de la vida. Y ... esto, que no siempre es fácil, es especialmente aplicable al mundo jurídico. La velocidad con la que cambian las normas es tan alta que incluso siendo un experto se precisa especialización y muchas horas de estudio para mantenerse al día. Por otro lado, no es una materia que pueda «aparcarse» para otro momento por ninguno de nosotros.
Publicidad
Todo nuestro mundo gira y se sostiene sobre normas jurídicas. No es algo a lo que nos tenemos que enfrentar únicamente cuando surge un problema concreto como, por ejemplo, un despido o un divorcio, o cuando tenemos que firmar un contrato como, por ejemplo, cuando compramos una vivienda o pedimos un préstamo. El mundo del Derecho nos rodea en cientos de actuaciones de nuestro día a día y eso es algo que suelo explicar a mis alumnos cuando comienzan las clases en nuestro despacho o a los amigos cuando charlando en una tertulia sobre cualquier novedad legislativa que les atañe sale la mítica frase de «es que el Derecho es un rollo» o «puf, yo no puedo con las leyes».
Desde que nos levantamos por la mañana la mayor parte de nuestra existencia se desenvuelve entorno a contratos y normas. ¿O no enciendes la luz y miras tu teléfono móvil? Pues esas dos acciones son posibles porque tienes dos contratos de suministro y, en tu hogar y para ti, en esos contratos representas la figura del consumidor, con especiales normas que te protegen. ¿Y si piensas en tu casa? Estarás de alquiler, o la habrás comprado, o tendrás una hipoteca, y esa vivienda puede estar en una comunidad de propietarios... Todas ellas situaciones con su respectiva normativa y regulación. ¿Cómo es tu vida privada? ¿Estás casado? ¿Convives simplemente con una persona? ¿Tienes hijos? ¿Tienes un perro o un gato? Todos y cada uno de estos aspectos se encuentran desarrollados en leyes que determinan tus derechos y tus obligaciones en cada caso. Y así podríamos seguir aplicándolo a cualquier otra situación: el trabajo, la familia o incluso el ocio, porque, por ejemplo, cuando compras una entrada para el cine o te vas de rebajas o vas a cenar a un restaurante, también te ves afectado por normas jurídicas.
Normalmente nuestra vida se desarrolla aplicando todo este mundo jurídico sin grandes problemas y sin que apenas nos demos cuenta en la mayor parte de las ocasiones pero, a lo largo de nuestro recorrido vital, en algún momento, vamos a necesitar pararnos a pensar y conseguir más información para resolver alguna situación concreta. No tiene por qué ser un conflicto. Puede ser algo positivo como, por ejemplo, casarnos, comprar una vivienda o firmar un nuevo contrato de trabajo. Pero también puede ser algo que nos quite más el sueño como un despido, un divorcio o una herencia complicada.
Publicidad
En estos casos, es cuando realmente nos damos cuenta de todo lo que precisamos saber y de la ayuda que necesitamos para buscar soluciones. ¿Por dónde empezar?
Mi principal consejo es consultar con un abogado especialista desde el primer momento porque es la mejor manera de actuar correctamente sin cometer errores que posteriormente puedan perjudicarnos a la hora de plantear la estrategia para resolver el asunto que nos preocupa. Pero también es interesante no partir de cero y contar con algún tipo de información que nos permita exponer nuestro caso de forma clara y, sobre todo, aunque vayamos en busca de respuestas, saber qué debemos preguntar y qué solución estamos buscando. Esto es aplicable a cualquier ámbito por muy sencillo que sea. Por ejemplo, si voy a comprar un electrodoméstico, por ejemplo, una freidora de aire, sabré mejor si se adapta a mis necesidades y cuál es más adecuada, si previamente he leído al menos sobre las cuestiones básicas: qué es, para qué sirve, cómo funciona, qué tipos hay... De esta forma cuando acuda a la tienda podré preguntar todo lo que me interesa y probablemente haré una compra mucho más acertada.
Así sucede igualmente en el campo jurídico. Pero no todo vale y también hay que ser crítico con la búsqueda de la información y con su contenido. Actualmente hay libros de autoayuda y divulgación prácticamente en todas las materias. Leer un libro de psicología o de nutrición, por ejemplo, nos ayuda a aplicar en nuestra vida principios y formas de pensar o de alimentarnos que nos van a enseñar a hacer mejor las cosas pero no sustituyen a un psicólogo o a un nutricionista si realmente tenemos un problema que requiera una atención o una solución personal y particular.
Publicidad
¿Qué nos aporta investigar y documentarnos sobre una cuestión jurídica que nos esté afectando o sobre la que simplemente tengamos curiosidad? Sin duda, conocimiento. Vamos a conocer conceptos y cuestiones que nos van a permitir entender mejor lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir en un futuro. Por ejemplo, si no estoy bien en mi matrimonio, tengo problemas, y ya se me ha pasado por la cabeza la opción de poner fin pero me da miedo porque desconozco a qué me voy a tener que enfrentar, un primer paso puede ser leer un libro relacionado con el divorcio, o ver contenidos en vídeo o incluso buscar artículos especializados. De esta forma no solucionamos nuestro problema pero vamos a ser conscientes de su magnitud. Y, si finalmente, llega a consolidarse la ruptura, entonces sí precisaremos un abogado y será él quien nos dé las pautas de actuación y solución para nuestro caso concreto. Pero habremos llegado hasta ahí sabiendo qué cuestiones tenemos que resolver y podremos después preguntar respecto a cada una de ellas en nuestro caso concreto.
Pongamos otro ejemplo, nos preocupa qué va a pasar con la herencia de nuestros padres, porque ya son mayores, y ya ha existido algún rifirrafe con alguno de nuestros hermanos, tener información sobre los pasos que hay que dar y qué podemos esperar en cada caso nos permite contar con unas mínimas coordenadas para saber por donde empezar. Después, si las cosas se complican, será el momento de acudir a un abogado.
Publicidad
Lo mismo podemos decir en casi todas las materias. Una de la que siempre hablamos: los animales. Si vamos a ser propietarios de una mascota es más que recomendable leer y tener clara nuestra responsabilidad, no solo personal, sino legal. Debemos ser conscientes de nuestros derechos, de nuestras obligaciones y de lo que, en definitiva, además, nos va a costar tener una mascota adecuadamente atendida. No solo porque es lo correcto sino porque otra cosa puede ser sancionable.
Y qué decir en materia de vivienda. Tal y como se encuentra el mercado actualmente, comprar y vender o alquilar requieren estar al día de las normas y de los detalles de la operación para no tener problemas más adelante.
Publicidad
Por todo esto, si te preocupa alguna situación jurídica o simplemente tienes cierta curiosidad, buscar información es una buena primera opción. Como poníamos en las frases del inicio, un libro siempre es, de entre todas las posibles, una elección adecuada. Ahora bien, debes tener en cuenta:
• Que esa información se encuentre actualizada. Por lo que antes comentaba, porque el mundo jurídico cambia constantemente y es fundamental, ya que nos ponemos a estudiar un asunto, elegir la versión correcta.
Noticia Patrocinada
• Que esa información sea clara. Que puedas entenderla fácilmente. El lenguaje jurídico es difícil y soy de la opinión que los abogados debemos hacer lo posible por hacer entender las normas y las soluciones a quién está atravesando un problema jurídico. Del mismo modo que cuando voy a un médico me gusta comprender qué me está ocurriendo, qué se puede hacer y cómo tengo que hacerlo.
• Que esa información tenga calidad. No basta sólo con que se encuentre actualizada y sea clara, el contenido tiene que respetar lo dispuesto en las normas y en la interpretación de los jueces, de otra forma no estaremos tomando conciencia de la realidad del asunto.
Publicidad
• Que esa información sea completa. Que aborde todos los extremos de un problema y sus posibles soluciones. En el mundo jurídico, la mayor parte de las cuestiones se interrelacionan y, adoptar una postura en un punto, puede traer consecuencias en otro. Lo interesante, para conocer bien cualquier tema, es tener en cuenta todas las perspectivas. Lo mismo que si nos tomamos un medicamento hay que valorar los efectos secundarios o las incompatibilidades por si se diera el caso de que estuvieras en esas situaciones.
Además, yo añadiría un último consejo: contrastar. No quedarnos sólo con una primera información sino ver varias. Seguramente habrá ocasiones en que con este estudio podamos resolver dudas e incluso algún pequeño problema. Si no evita que finalmente acudamos a un profesional, lo que ya hemos comentado, al menos, acudiremos sabiendo ponerle nombre a nuestra situación, dibujar las preguntas necesarias y contar con una base para entender las respuestas y el camino de búsqueda de las soluciones.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.