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Verano con nuestro mejor amigo
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Uno de los aspectos más positivos que tiene el hecho de compartir nuestra vida con un perro es que es un animal que nos obliga a salir, a pasear, a relacionarnos… De ahí que se considere tan positiva su convivencia para personas que necesitan por algún motivo tener un estímulo para ello. Este punto positivo se disfruta aún más si cabe cuando llega el buen tiempo. La primavera y el verano son estaciones que invitan a hacer planes fuera de casa y nada mejor que incluir a nuestra mascota como un compañero de viaje más.
Cada vez nos encontramos más ciudades, pueblos, establecimientos, tiendas, lugares públicos y privados en general, que se preocupan por el acceso y el bienestar de las mascotas que nos acompañan. Ahora bien, aunque esta sea la tendencia, no hay que perder de vista las normas, es importante conocerlas y darles cumplimiento pues, en otro caso, nos podemos encontrar con una situación incómoda o incluso con una sanción imprevista que puede complicarnos una salida o una estancia que podría haber resultado mucho más agradable.
Repasemos algunas de las situaciones más típicas de esta temporada
El acceso a las playas. La regulación de las playas se encuentra en leyes nacionales (ley de costas), leyes autonómicas y ordenanzas locales. En lo que respecta al acceso de animales, son precisamente estas últimas las que delimitan y regulan si este está permitido y en qué condiciones o periodos. Por tanto, si vivimos en un lugar de la costa o nos desplazamos por vacaciones con nuestra mascota a uno de ellos, hay que repasar la ordenanza municipal del ayuntamiento de que se trate para conocer su normativa al respecto. La mayor parte de los ayuntamientos tienen acceso a través de su página web a sus ordenanzas y además en las propias playas suelen existir carteles indicativos relativos a su uso, por lo que conocer las normas no suele resultar excesivamente complicado.
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No hay una regla general en relación con este asunto. Hay ayuntamientos que prohíben completamente el acceso de animales a sus playas y otros que limitan el acceso a una temporada, zona y horarios. Lo más habitual es que en verano, en plena temporada de baños para las personas, el acceso de perros se encuentre restringido o totalmente prohibido, mientras que en los meses de otoño e invierno resulte más factible su uso con animales. Aquellas localidades que cuentan con un mayor número de playas suelen reservar alguna de ellas para el acceso con perros prohibiendo su estancia en las demás.
El acceso a parques, zonas verdes, paseos marítimos… Nuevamente aquí son las ordenanzas municipales las que determinan el uso de estas zonas en relación a los animales. Lo más frecuente, especialmente en las ciudades, es que existan zonas delimitadas en las que los animales pueden correr libremente sin que sea necesario el uso de correas y bozales (a salvo claro está la normativa específica de perros de razas consideradas potencialmente peligrosas). En el resto de zonas públicas se debe circular con el animal debidamente controlado.
Hay ayuntamientos que prohíben el acceso de animales a ciertas partes de la ciudad (ocurre en algunos paseos marítimos, por ejemplo) pero por lo general se limitan a regular el tipo de correa permitida (es frecuente que no se permita el uso de correas extensibles) o si es imprescindible el uso o no de bozal.
En cualquier caso, en estas zonas en las que el uso se comparte, aún más en verano, con niños, patinadores, corredores, ciclistas o simples paseantes, es muy importante tener en cuenta que la conducción del animal no debe molestar a otras personas. Una correa extensible, se encuentre o no prohibida en una determinada localidad, puede ocasionar, por ejemplo, más fácilmente un accidente si no controlamos adecuadamente al animal. Y no hay que olvidar que la responsabilidad de los daños causados por este es del propietario o poseedor. Por otro lado, también ponemos en juego la propia seguridad de nuestro perro.
En el caso de los perros de razas consideradas potencialmente peligrosas, la norma es común para toda España ya que es de carácter nacional, y exige que debemos conducir a estos perros con una cadena no extensible de menos de dos metros y un bozal adecuado a las características de su raza, además de resultar obligatorios otros aspectos como contar con la oportuna licencia y con un seguro de responsabilidad civil.
Establecimientos privados, hoteles, bares, terrazas… Fuera de las zonas públicas, los establecimientos privados cuentan con derecho de admisión. Esto supone que podemos encontrarnos con que nos permitan o no acceder a los mismos con nuestro perro. Saber a qué lugares podemos acceder resulta de gran interés cuando salimos con nuestra mascota de paseo e imprescindible si viajamos con él y vamos a usar un hotel. Hay que prestar atención a los posibles recargos o pagos extra que nos pueden exigir en estos casos.
Perros guía y perro de asistencia. Una mención específica merecen en relación a estos puntos los perros-guía y los perros de asistencia. Se permite su acceso a lugares públicos que están vedados al resto de animales pero por la función que realizan. Por este motivo no debemos olvidarnos del distintivo oficial que identifica estos animales en esa condición puesto que la misma implica la permisibilidad de acceso a todos los lugares y transportes públicos.
El uso del coche. Es habitual que el propietario de un perro lo deje en el coche un tiempo determinado mientras realiza alguna actividad en algún local al cual el animal no tiene el acceso permitido. Esto, en pleno verano, puede convertirse en una trampa mortal para nuestro animal. Si vamos a hacerlo tiene que ser por muy breve espacio de tiempo, dejando el coche a la sombra, abriendo parcialmente alguna línea de ventilación y sin perder de vista que con el calor que se genera dentro del vehículo el animal puede sufrir un golpe de calor que le ocasione la muerte.
En cualquier caso: identificación, censo, buen estado sanitario y recogida de excrementos. Todas estas son cuestiones básicas pero no está de más repasarlas, especialmente en verano que, como decíamos al principio, salimos más y alargamos los paseos.
Desde el momento en que adquirimos un animal doméstico es esencial dar cumplimiento a una exigencia que viene recogida en todas las normas, tanto autonómicas como municipales, la identificación y la inscripción en el registro o censo creado a tal efecto en la administración de la respectiva comunidad autónoma o ayuntamiento. La importancia de tener correctamente identificado y censado a nuestro perro no guarda relación únicamente con la evitación de una sanción sino fundamentalmente con la posibilidad de poder localizarlo en caso de pérdida.
El perro debe contar, además, con un buen estado higiénico-sanitario y tener su cartilla de vacunación al día, por su propia salud, por la de la familia y también por si se produjera cualquier problema en sus salidas.
Por último, como no podía ser menos, todas las normas autonómicas y municipales que regulan la protección de animales domésticos son unánimes al exigir que el propietario debe recoger los excrementos del animal que lleve consigo.
El abandono no es una opción. Como casi todo en la vida, la llegada del verano y la disponibilidad de más tiempo para salir o divertirse o irse de vacaciones con nuestra mascota, tiene también doble cara, o más bien tiene su cruz. Es una etapa del año en la que se producen múltiples abandonos. Aquel cachorro que llegó a casa por Navidad, ahora ha crecido y estorba en la realización de los planes veraniegos.
Hoy en día hay infinitas opciones para gestionar esta actuación pero lo que está claro es que el abandono no es una opción, tanto si lo consideramos desde un punto de vista personal como si tan solo nos preocupa la parte legal.
Es una actuación que se configura en determinados supuestos como delito. El artículo 337 bis de nuestro Código Penal prescribe que quien abandone un animal en condiciones en que pueda peligrar su vida o integridad será castigado con una pena de multa de uno a seis meses. Además el juez puede imponer la pena de inhabilitación especial de tres meses a un año para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para su tenencia.
Por otro lado, en Asturias contamos con una ley de tenencia, protección y derechos de los animales desde el 23 de diciembre de 2002. En el artículo 14 de esta ley se prohíbe expresamente el abandono de los animales y se castiga con importantes sanciones. Pero no solo Asturias cuenta con una norma autonómica de protección de animales. Hoy casi todas las comunidades autónomas la tienen. Incluso numerosos ayuntamientos han regulado a través de sus ordenanzas locales estas cuestiones.
La otra cara de la moneda del abandono, porque es una de las vías de solución al mismo, es la de las adopciones. Adoptar implica salvar la vida a dos animales: aquel que nos llevamos a nuestra casa y aquel que va a ocupar el hueco que deja en la protectora el adoptado. Por este motivo es tan importante potenciar esta opción y controlar que los adoptantes sean realmente personas responsables.
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