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El mundo cambia tan deprisa que apenas nos da tiempo a asimilar tanta noticia y tanta novedad legislativa ya provenga de nuestro propio Estado, de la Unión Europea o de un ámbito mucho más local como el de nuestra ciudad. Y esta combinación que genera ... una tormenta perfecta de nueva normativa es lo que se está dando con los vehículos, con nuestros coches. No se trata solo de acostumbrarnos a conceptos como «eléctrico», «híbrido» o «distintivo ambiental». Estamos ya en el momento de tener que asumir y aplicar estas nuevas ideas a nuestra vida diaria.
Hace tan solo unos días el Parlamento Europeo votó a favor de la prohibición de la venta de nuevos vehículos con motores de combustión a partir del año 2035, adelantando así un plazo que inicialmente estaba previsto para el año 2040. La propuesta había sido impulsada por la Comisión de Medio Ambiente de la Unión Europea en la línea de intensificar la lucha contra las emisiones de gases contaminantes provenientes de los vehículos. No hay que olvidar que, hoy en día, según datos que aporta esta Comisión, los vehículos representan el doce por ciento del total de los gases que se emiten en Europa.
Esta previsión tiene su razón de ser y también ciertos inconvenientes en su aplicación. Comencemos con lo primero. A partir del año 2035 no se podrán adquirir coches con motor de combustión. La Unión Europea calcula que la vida útil de un coche se sitúa entre los diez y los quince años y, por tanto, los últimos vehículos adquiridos con este tipo de motores en el año 2035 habrían terminado su vida útil y, por tanto, tendrían que estar fuera de circulación para el año 2050, momento en el que la Unión Europea cuenta con tener cero emisiones netas de CO2 en todos los sectores dentro del ámbito europeo. No se trata, por tanto, de que no se puedan utilizar vehículos con este tipo de motores a partir del año 2035 sino que dejan de estar a la venta y dejan de producirse. Esto incluye también a los vehículos híbridos, tan demandados últimamente, que combinan un motor de combustión con uno eléctrico.
La Unión Europea apuesta claramente por los vehículos eléctricos y en este punto es donde choca con la idea de algunos fabricantes de automóviles que también apuestan por otro tipo de combustibles que se encuentran aún en período de prueba. Puede resultar incomprensible que se descarte esta posibilidad sin considerar los resultados ni las opciones. Además la apuesta por los eléctricos tiene otros inconvenientes: el precio aún elevado de los vehículos, su escasa autonomía, su silencio y, sobre todo, la falta de infraestructura de puntos de recarga. La Unión Europa también trabaja para paliar todos estos problemas.
Por un lado, se están poniendo en marcha iniciativas para que los fabricantes dispongan en el año 2025 al menos de un porcentaje del veinticinco por ciento de coches eléctricos. Para incentivar su producción, si sacan a la venta un mayor número de eléctricos se suavizan ligeramente, en un cinco por ciento, los límites de reducción de emisiones de CO2 a que están sujetos en los modelos de combustión. Con mayor oferta en el mercado, es previsible que los precios se vayan también ajustando y regulando. Paralelamente, los fabricantes reciben apoyo europeo para el desarrollo tecnológico y la innovación en baterías que amplíen la autonomía de los vehículos eléctricos, otro de los inconvenientes a los que antes aludíamos.
Cuando mencionábamos el silencio como un problema de los vehículos eléctricos, la cuestión tiene su sentido pues afecta directamente a la seguridad vial. Sin duda, estos coches emiten mucho menor ruido que uno de combustión, no se les oye llegar, y por ello son susceptibles de ocasionar un mayor número de accidentes, especialmente con los usuarios más vulnerables de las vías: ciclistas y peatones. Para evitar este efecto, ya desde el año 2019, los vehículos deben fabricarse emitiendo un mínimo de ruido durante su circulación, cuestión curiosa pero plenamente justificable si pensamos en la seguridad vial.
Con independencia de estas cuestiones, que no dejan de ser importantes, una de las claves para que el nuevo sistema funcione es la creación de una infraestructura de recarga. Actualmente estamos muy lejos de contar con una situación que permita el incremento de vehículos eléctricos en nuestras carreteras y obviamente la apuesta por lo eléctrico debe ir necesariamente de la mano de un incremento del establecimiento de una red de puntos de recarga que permita una circulación coherente. Dentro del ámbito europeo se encuentra en tramitación un proyecto que establecerá la instalación de puntos de recarga rápida cada sesenta kilómetros a lo largo de las principales vías de comunicación. La idea sería tener instalados antes del año 2030 cuatro millones de puntos de abastecimiento de electricidad a automóviles en Europa.
Este es el futuro hacia el que caminamos y ya no es evitable. De aquí al año 2050 los vehículos con motores de combustión desaparecerán de nuestras vidas.
Pero, entretanto, mientras continuamos utilizando nuestros coches, de diésel, de gasolina, híbridos... también tenemos nuevas normas que nos afectan, que se nos aplican y a las que debemos prestar atención.
La ley de Cambio Climático y Transición Energética de 20 de mayo de 2021, entre otras cuestiones, establece que los municipios de más de cincuenta mil habitantes, las localidades con más de veinte mil habitantes y episodios de contaminación y los territorios insulares deben adoptar antes del año 2023 planes de movilidad urbana sostenible que introduzcan medidas de mitigación que permitan reducir las emisiones derivadas de la movilidad. Entre estas medidas destaca la de establecer ZBE, siglas a las que nos vamos a tener que ir acostumbrando en nuestras ciudades. Significan Zona de Baja Emisión y se definen en la ley como un ámbito en el que se aplican restricciones de acceso, circulación y estacionamiento de vehículos para mejorar la calidad del aire y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto se va a realizar conforme a la clasificación de vehículos por su nivel de emisiones de acuerdo con el Reglamento General de Vehículos vigente.
Ya conocemos normas de este tipo en grandes ciudades con problemas de contaminación como el caso de Madrid pero, en aplicación de esta norma, lo estamos empezando a comprobar en otros lugares. Es, por ejemplo, el caso de la Ordenanza de Movilidad Sostenible de Gijón. Desde el uno de junio de 2022 todos los vehículos que circulen o estacionen en el término municipal de Gijón, cuando puedan disponer o tengan derecho a obtener el distintivo ambiental de la Dirección General de Tráfico, deben exhibirlo en el parabrisas del vehículo. Afecta tanto a coches como a motos que tengan distintivo B, C, ECO y cero emisiones. El resto de vehículos que no puedan disponer de distintivo no están afectados por la obligación. No exhibir el distintivo es una infracción sancionable con noventa euros. Además el estacionamiento en la zona ORA se encuentra más restringido y está limitado, salvo algunas excepciones, a aquellos vehículos que cuenten con distintivo ambiental.
Al enfrentarnos a estas normas llegamos pues a este otro término con el que tenemos que ya nos vamos familiarizando: el distintivo ambiental.
Realmente se trata de una simple pegatina que debemos colocar, si nuestro vehículo tiene derecho a él, en una parte visible del parabrisas delantero (al estilo de la pegatina de la ITV). Dentro de la página de la Dirección General de Tráfico con el simple dato de nuestra matrícula podemos comprobar si nuestro coche o moto puede obtener el distintivo y cuál le corresponde. Es importante comprobarlo concretamente para nuestra matrícula y no dejarnos guiar únicamente por los datos generales que aparecen en la definición de cada tipo de distintivo. Algunos vehículos tienen derecho al mismo a pesar de ser de fabricación anterior.
Si tenemos derecho podemos adquirir el distintivo en las oficinas de Correos pero no solo en estas. También pueden suministrárnoslo en la red de talleres de la Confederación Española de talleres y otras redes de talleres autorizados, en gestorías administrativas, en el Instituto de Estudios de Automoción y, en el caso de flotas, a través de la asociación Ganvam.
El distintivo sirve para clasificar los vehículos en función de su nivel de emisiones al medio ambiente y esta clasificación a su vez para el establecimiento de políticas medioambientales. Algunas de estas políticas son locales por lo que no podemos viajar de espaldas a la normativa. Debemos acostumbrarnos a conocer y considerar las limitaciones de la ciudad que visitemos si decidimos acceder a la misma en un vehículo y tener en cuenta la calificación del mismo que tengamos en nuestro distintivo.
Sin duda, hay muchos aspectos criticables, unos cuantos muy mejorables y mucho camino por recorrer para suavizar o eliminar todos los problemas que existen hasta llegar a esas cero emisiones, sin duda a todos nos va a suponer un esfuerzo y nos vamos a tener que acostumbrar a un cambio sumamente importante, sin duda hay que modificar otros muchos extremos además de los vehículos pero el objetivo es claro: hacer frente a la emergencia climática que vive nuestro planeta. Una de las vías es a través de la reducción de las emisiones contaminantes procedentes del tráfico. Y nos toca a todos apostar por ella.
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