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¿Pensamos en la muerte? ¿Nos cuesta imaginar cómo serán las cosas cuándo faltemos? No todos pensamos en nuestra propia muerte y sin duda nos cuesta imaginar cómo serán las cosas después de nuestra partida. Es más, hay muchas personas a las que no les ... importa demasiado cómo van a quedar las cosas cuando ya no estén en este mundo y, por el contrario, les preocupa cómo van a quedar ellos cuando falten las personas de las que dependen económicamente. Y entre estos extremos caben todas las combinaciones.
Después de mantener cientos, miles, de conversaciones sobre estas cuestiones, me atrevo a hacer una clasificación, obviamente simplificando mucho porque hay muchas situaciones particulares que no encajan en ninguno de los grupos a los que voy a referirme.
Puede ser interesante pararse dos minutos a pensar dónde puede tener encaje la forma en que uno ve el mundo y cuáles son los consejos que habría que tener muy en cuenta en cada caso. Pero no siempre vemos las cosas de la misma manera. La evolución personal suele ser pasar de menor a mayor preocupación en proporción a la edad y a la enfermedad. También la preocupación aumenta en función del tamaño del patrimonio o de la necesidad económica, pues ambos extremos son motivo de preocupación.
Familias en las que los hijos aún son jóvenes y los padres están sanos. No tienen un patrimonio considerable, se llevan todos bien. Este grupo es el que menos consultas realiza sobre cuestiones que tengan que ver con hacer testamento o con testamento vital. Cuando los padres hacen testamento por lo general nombran herederos a todos sus hijos a partes iguales, sin desheredar ni mejorar a ninguno de ellos. Suelen optar por mejorar al cónyuge dejándole en usufructo toda la herencia, para que pueda seguir disfrutando de los bienes del matrimonio cuando haya fallecido su pareja. Cuando se plantean hacer testamento vital, suelen nombrar como interlocutor para hablar con los médicos a su cónyuge o a sus hijos. Es el mejor punto de partida para organizar las cosas. Si más adelante cambian las circunstancias, puede modificarse el testamento.
Familias en las que los padres son muy mayores, a veces ya falta uno de ellos. Hay varios hijos y nietos. Uno o los dos padres necesitan cuidados y atenciones. Cuando los padres envejecen y pasan a una situación de dependencia en algunas familias empiezan a producirse problemas que antes no se presentaban. Los hijos tienen que ponerse de acuerdo en cómo prestar apoyo a los padres que lo necesitan y pueden tener diferentes puntos de vista respecto a prestar ayuda de forma personal, contratar apoyo en el domicilio o buscar una residencia. También suele haber problemas para ponerse de acuerdo en cómo afrontar los gastos de los cuidados que se requieren, sobre todo cuando quienes los necesitan no cuentan con suficientes ahorros o ingresos mensuales y hay que pensar en poner dinero o tomar decisiones respecto a las propiedades de la familia. Algunas veces la consulta la plantean las personas mayores, pero la mayor parte de las veces son los hijos los que consultan. Aquí el principal problema radica en valorar si las personas mayores están en condiciones de tomar decisiones por sí mismas y, de ser así, si pueden hacerlo libres de influencias o presiones. Cuando están mentalmente bien y saben lo que quieren hacer, lo ideal es que sean ellos mismos quienes reciban asesoramiento y quienes decidan todo lo que tiene que ver con su patrimonio: si hacer un poder a favor de uno o varios de sus hijos para que puedan ocuparse de sus asuntos si hace falta, decidir a través de un testamento vital algunas cuestiones que tengan que ver con su última enfermedad, otorgar testamento para decidir qué hacer con sus bienes cuando falten y organizar su patrimonio de cara a las necesidades que ya se presentan o que puedan llegar a presentarse en un futuro próximo (por ejemplo, vender alguna propiedad o alquilarla, hacer una hipoteca inversa, transmitir la nuda propiedad de una vivienda a cambio de una renta vitalicia, etcétera). Son decisiones difíciles que requieren de cierto valor y que no todo el mundo es capaz de tomar. Por ello muchas veces estas personas buscan el apoyo de todos o algunos de sus hijos para dar estos pasos. Por lo general, aunque sea difícil enfrentar el problema, una vez hecho se quedan mucho más tranquilos pues son familias que viven preocupadas por la situación que atraviesan.
Hijos que han sido apartados de sus padres, ya mayores, por sus hermanos o por otras personas que han pasado a tener protagonismo en la vida de alguno de sus progenitores. No es el caso más habitual pero sí que aparece lo suficiente como para que pueda considerarse como una de las consultas que se repiten en la práctica. El problema suele empezar cuando un padre o madre se va a vivir con uno de sus hijos o hijas y el hermano que no se ocupa va espaciando las visitas que suelen ser incómodas porque van acompañadas de reproches o desencuentros familiares. Llega un momento en que se le pide que deje de acudir o incluso ya no se le responde al teléfono. También puede suceder cuando un viudo o viuda vuelve a casarse o convive con una pareja y es esta nueva pareja la que corta relaciones con los hijos del otro. La persona excluida suele preocuparse tanto por no saber del estado de salud de sus familiares como por el hecho de que puedan desheredarlo o que las propiedades puedan traspasarse en vida dejándole de lado. Lo cierto es que mientras los padres conserven su capacidad de decisión hay que respetar sus deseos, siempre que actúen dentro de los límites legales. Lo más importante es hacer lo posible por mantener un contacto, insistir siempre de buenas maneras, sin amenazas ni acoso, y aceptar que una persona con capacidad puede decidir libremente. Tras el fallecimiento del padre o madre habrá que comprobar su testamento. Es frecuente que se haya mejorado a unos u otros, así que habrá que comprobar que se respeta la legítima, tomando en cuenta además las transmisiones que puedan haberse hecho en vida. Si se sospecha que el progenitor puede no estar en sus cabales o alguien puede estar abusando de su vulnerabilidad, la cosa cambia y ya estaríamos hablando de otro tipo de problemas.
Los casos más complejos son los de aquellas personas que ya no se valen por sí mismas cuando hay varios hijos o hijas que no se ponen de acuerdo o, incluso estando de acuerdo, no hicieron a tiempo algunas gestiones que ahora les permitan administrar el patrimonio de sus padres enfermos. En este caso suele ser recomendable iniciar un procedimiento de jurisdicción voluntaria para establecer medidas de apoyo a la persona discapacitada, nombrando un curador que administre su patrimonio, rinda cuentas anuales y recabe autorización judicial cuando sea necesario como, por ejemplo, si hay que vender alguna propiedad para hacer frente a los gastos de la persona discapacitada. El curador puede ser el cónyuge o alguno de los hijos y de esta forma se supervisa la situación personal y económica de quien lo necesita, evitando así que puedan producirse situaciones injustas, buscando siempre el interés superior de la persona que necesita cuidados y atenciones.
Un caso cada vez mas frecuente es el de aquellas personas que no tienen hijos. Si están casadas su preocupación suele ser procurar que nada le falte a su pareja mientras viva, pero también suelen pensar en otros parientes o amigos. Lo más frecuente es organizar un testamento que contemple todas las circunstancias posibles, un testamento vital para decisiones médicas y una valoración del patrimonio de cara a prever futuras necesidades, ya que al no haber hijos que más adelante se puedan ocupar es especialmente importante ser previsor en este punto.
Los amantes de los animales también consultan qué va a suceder con sus mascotas cuando ellos falten. Estos pueden estar en cualquiera de los grupos anteriores pero sobre todo tienen especial preocupación quienes viven solos. En el testamento puede dejarse indicado qué persona queremos que se ocupe de nuestras mascotas. Si no se especifica, serán los herederos quienes tengan que atender a las mascotas personalmente o buscar una solución. Si se va a nombrar a una persona en concreto es esencial hablar antes con ella para ver si está de acuerdo y que sepa desde el primer momento lo que ha de hacer porque, en otro caso, existe el riesgo de que no llegue a enterarse aunque se haya incluido esta previsión en el testamento. No olvidemos que son los herederos quienes han de tomar la iniciativa de pedir un certificado de actos de última voluntad y una copia del testamento cuando exista y esta gestión puede demorar semanas mientras que los animales necesitarán cuidados desde el primer momento. También es recomendable dejar en legado una cantidad de dinero para cubrir los gastos de alimentación y veterinario. Esto facilitará que la persona que hayamos elegido pueda contar con los recursos suficientes para hacerse cargo de la responsabilidad que le dejamos.
¿Y qué puede suceder si no pensamos en todo esto y simplemente enfermamos o dejamos este mundo sin haber tomado ninguna previsión al respecto? Pues entonces habrá que considerar las previsiones legales que para cada caso se establecen. Afortunadamente casi todo tiene arreglo y de un modo u otro se llega a una solución. Pero es necesario hacerse esta pregunta cuando aún estamos a tiempo de actuar porque si lo que va a suceder cuando faltemos no es lo que nos gustaría es entonces cuando toca tomar las riendas de nuestra vida y, por qué no, de nuestra muerte.
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