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A veces son de menor importancia pero unas elevadas expectativas y una inadecuada gestión pueden terminar arruinando nuestro merecido descanso.
Dicen los expertos en cosas de la mente que la infelicidad es la diferencia entre la realidad y nuestras expectativas. Estoy completamente de acuerdo. Las personas perfeccionistas en extremo sufren un mayor estrés y desasosiego porque, siendo tan pero tan difícil alcanzar la perfección, no suelen estar conformes ni contentas con su vida.
¿Qué tiene que ver esto con lo jurídico? Casi todo se puede aplicar a lo legal. En este caso, además, en verano por partida doble. ¿Quién no ha puesto en sus vacaciones sus esperanzas, llegando tan agotado que si le añaden un solo día más de trabajo cree no poder soportarlo? Y en este estado de agotamiento extremo nos visualizamos en la playa, en la montaña o visitando una nueva ciudad, recargando al fin nuestra energía.
Pero sucede, casi siempre, que aunque la mayor parte del tiempo podremos disfrutar de los planes que hayamos organizado, o simplemente dejarnos fluir improvisando, vamos a tener que enfrentarnos a algún inconveniente o preocupación, porque suele ser difícil de evitar, incluso para el más precavido. Y así puede suceder que el vuelo se cancele o se retrase, que nos pierdan la maleta, que la habitación del hotel no sea de nuestro agrado, que la comida del restaurante no satisfaga a nuestro bien entrenado paladar o que en una tienda local nos estafen. Esto por no decir que pueden surgir desencuentros con nuestra pareja o nuestros hijos.
En lo que a la parte legal se refiere, voy a dar unos consejos que son los que yo aplico porque ser abogada no me libra de problemas y preocupaciones, al contrario, tengo que lidiar con los que mi vida me depara y añadir todos y cada uno de los que mis clientes delegan en mi, depositando su confianza.
• Elige tus batallas: tú decides lo que es o o es un problema que requiere tu atención o una anécdota sin mayor importancia, pero esa elección hay que saber hacerla. Aquí cada cual tiene su nivel de tolerancia. Pongamos un ejemplo. Voy a un restaurante en Portugal y me cobran por los entrantes que pusieron encima de la mesa sin preguntarme y además incluyen un diez por ciento de propina en el tique. ¿Que puedo hacer? Lo primero cuantificar el daño, por ejemplo, ¿estamos hablando en total de diez euros? ¿Qué valor tiene mi tiempo? ¿Y cuánto estrés me genera hablar con el responsable del establecimiento y exponerle mi punto de vista esperando una solución por su parte? Si considero que los quince minutos que voy a dedicar a esto merecen la pena y toparme con una respuesta negativa e incluso desagradable va a ser algo que pueda manejar y no va a estropear uno de mis escasos días de vacaciones, adelante. Hablo con quien corresponda, con respeto y educación (si quiero que me traten de la misma forma) e intento que me ofrezcan alguna solución. Pero si no me la dan o incluso si no me entienden (no olvidemos que en cada país tienen su idioma, sus normas y costumbres), diez euros no merecen mucho más que un comentario negativo en Internet, para avisar a futuros clientes de lo que van a encontrarse en ese restaurante. En cambio, si lo que se presenta es un problema de mayor relevancia, no conviene dejarlo pasar y, nos guste o no, debemos dar ciertos pasos en ese mismo momento, para defender nuestros derechos.
• Cuando estemos muy enfadados, antes de actuar es importante que nos tranquilicemos. No pocas veces un problema menor sacado de contexto termina en un altercado grave por una mala gestión de las emociones. Poner distancia emocional e intentar razonar las cosas en lugar de dejarse llevar por un impulso puede ser de gran ayuda. Hablar con algún amigo o familiar a quien poder contarle lo que está pasando, justo en ese momento, también puede servir para organizar las ideas y mantener la calma. Eso sí, tampoco se trata de echar balones fuera. Si se trata de una cosa tan nimia que tú no te quieres ocupar, no cargues a otro con esa responsabilidad que a ti te corresponde.
• En cualquier caso es fundamental reunir pruebas de lo que ha sucedido. Guardar el tique o factura, hacer fotografías o vídeos, anotar el nombre y apellidos de la persona que nos atendió incorrectamente, anotar los datos de posibles testigos... Guardar pruebas no significa que finalmente vayas a reclamar, algunas veces no llega a ser necesario, pero si finalmente llega el caso no podremos hacer nada si no podemos demostrar lo sucedido.
• Si estás en España los derechos del consumidor son claros y siempre puedes pedir una hoja de reclamaciones y una vez presentada y reunidas las pruebas, seguir disfrutando de tus vacaciones en lo posible, para a la vuelta continuar con la reclamación llegado el caso. Sin embargo si estás en el extranjero es más difícil defenderse. No obstante, reunir pruebas y explicar lo que te ha pasado al servicio de atención al cliente o al responsable del establecimiento será siempre el primer paso. Si has reservado el viaje a través de una agencia también puedes intentar ponerte en contacto porque en algunos casos pueden orientarte o reclamar en tu nombre. Ten mucho cuidado con no firmar ningún documento sin estar debidamente asesorado. En no pocas ocasiones nos hemos encontrado situaciones en las que se podría haber reclamado una cantidad importante como indemnización pero el hotel lo solucionó con una invitación al spa o al restaurante previa firma de un documento de renuncia.
• Si viajas por Europa no olvides solicitar la tarjeta sanitaria europea. Si viajas fuera de la Unión Europea es imprescindible contratar un seguro que cubra entre otras cosas, los gastos médicos. También es recomendable, cuando los gastos de cancelación sean elevados, tener esta cobertura, aunque es importante leer bien el contrato ya que las supuestos de reembolso del importe del viaje son tasados y, si queremos un seguro que nos permita cancelar sin justificar causa alguna, el coste será muy elevado. Presta especial atención a toda la documentación que debes llevar contigo durante el viaje así como a la medicación que puedas necesitar.
• Si los problemas que se presentan son en tu relación de pareja, mantén la calma. Es esencial que no se produzca ninguna situación de violencia. Recuerda que aunque tu pareja se ponga agresiva o insoportable esto nunca justifica un ataque verbal o físico. Si eres la víctima ponte a salvo, conserva las pruebas y valora interponer una denuncia. En este caso es muy importante consultar con un abogado desde el primer momento. Si la situación no llega a este extremo pero tienes claro que quieres terminar la relación, no tomes decisiones ni pactes de qué modo vas a organizar tu vida tras la ruptura sin haberte asesorado antes.
• No olvides que las vacaciones son para disfrutarlas. Si son notables y no sobresalientes siguen siendo estupendas. No dejes que pequeñas cosas secundarias consigan amargar tu merecido descanso. Ocupate de lo imprescindible y después deja de preocuparte y disfruta de tu merecido descanso.
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