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Cada día me pregunto cómo puede ser posible que en una ruptura de pareja se genere tanto rencor. No hablo ahora de dolor, que considero inevitable, porque es un proceso en el que un proyecto que se construyó con unas altas expectativas se ha visto ... frustrado. Pero el rencor es otra cosa, es convertir en enemigo a quien un día fue compañero de vida. Es un salto emocional de un extremo al otro, poniendo el foco en defectos y errores, olvidando de golpe años de buenos recuerdos, quizás porque seguir adelante perdiendo algo bueno es mucho más duro que convencerse de que nos hemos quitado un buen peso de encima.
¿Hay alguna forma de evitarlo? Me temo que no hay ninguna garantía que nos libre del riesgo de una ruptura de modo que, si bien el objetivo principal puede ser cuidar y mantener la relación, hay que tener presente una segunda meta cuando haya hijos en común: ser capaces de transcender la relación de pareja y mantener, más allá de la ruptura, un proyecto de familia que fluya adecuadamente, sin daños innecesarios.
¿Cómo se consigue? No siempre se logra. Requiere una buena dosis de inteligencia emocional y de ajuste de expectativas. En cualquier caso una posibilidad es empezar por tener las conversaciones adecuadas que nos permitan averiguar si esa relación en la que queremos avanzar y comprometernos, incluso tener hijos, resistirá las sacudidas de una ruptura. Hay que verlo así: una relación es como un edificio en construcción. Puesto que está expuesta a terremotos de mayor o menor escala (hay una alta probabilidad de que sucedan) al construirla hay que incorporar preventivamente medidas de contención de daños.
¿Cuáles son los pasos? Voy a centrarme en los pasos legales, que obviamente no son los únicos que hay que dar pero que inevitablemente son los grandes olvidados al comienzo de una relación.
1. Elige el nivel de compromiso que quieres asumir de forma consciente. Existen diferentes niveles de compromiso y no siempre alcanzamos a comprenderlo. El matrimonio no es la única opción, puesto que una pareja que quiere avanzar puede iniciar una convivencia, puede formalizar una pareja de hecho o puede casarse. Todas las soluciones son válidas. Lo importante es conocer las implicaciones legales de cada una de ellas y elegir aquella que los dos miembros de la pareja consideren conveniente. Si la opción elegida es el matrimonio no hay que olvidar que si bien se plantea de forma indefinida, cualquiera de los dos puede tomar unilateralmente la decisión de divorciarse, sin necesidad de justificar causa alguna, habiendo transcurrido tan solo tres meses de matrimonio (incluso sin este requisito si hay una situación de violencia). Por tanto, lo que sostiene a una pareja a lo largo del tiempo no es la forma jurídica elegida, sino sus sentimientos y la voluntad de permanecer juntos. Por este motivo no se debe forzar a una persona a dar un paso para el cual no esté preparada, así como tampoco hay que pensar que el matrimonio por si solo es una garantía de por vida. Además, el nivel de compromiso que asume una pareja no se determina sólo por la elección de la forma que se le dé a esa pareja, puesto que se incrementa exponencialmente al tomar otras decisiones como comprar una vivienda en común o tener hijos.
2. Analiza la situación económica de la pareja. Hay parejas en las que los dos trabajan y tienen ingresos similares. En otras puede existir un desequilibrio desde un primer momento, de modo que uno tiene ingresos muy superiores al otro. También puede ocurrir que la situación sea incierta y las posiciones fluctúen. ¿Cómo compartir los ingresos y los gastos? Incluso en una simple convivencia o en una pareja de hecho es necesario abordar esta cuestión. Como mínimo será necesario establecer la forma de reparto de los gastos comunes, tomando una decisión consensuada y sin dar nada por hecho. Además, si el matrimonio es la opción elegida es imprescindible tratar el tema del régimen económico. En Asturias, donde resulta de aplicación el Código Civil, el régimen económico aplicable por defecto es el de gananciales. Simplificando mucho esto significa que si una pareja se casa sin hacer capitulaciones matrimoniales serán comunes los ingresos que durante el matrimonio vayan obteniéndose, excepto los que se adquieran por herencia o donación, que serán privativos del que los reciba. Esta conclusión no varía por el hecho de tener cuentas bancarias separadas, de modo que es esencial hablar del tema y si lo que realmente desea la pareja es que cada cual tenga y administre sus propios ingresos será necesario acudir a una Notaría para hacer capitulaciones matrimoniales y optar por un régimen económico de separación de bienes. También se puede optar por incluir pactos económicos que personalicen el régimen económico, a gusto de la pareja. Es muy importante que la decisión sea consciente y se haga con la información adecuada. Si uno de los dos miembros de la pareja se ve obligado a ceder sintiendo que es algo injusto, con el tiempo el tema económico será una grieta por la que pueda resentirse la estructura de la pareja. Además, no es suficiente con ponerse de acuerdo en el régimen económico del matrimonio. También es importante compartir la forma de entender lo qué son o no son gastos necesarios. Si uno prioriza el ahorro y compra solamente lo necesario, mientras que el otro entiende que lo adecuado es gastar e incluso endeudarse para conseguir hasta el último de sus caprichos, el conflicto está asegurado.
3. Asume que adquirir una deuda común a largo plazo es un vínculo más difícil de romper que el matrimonio. Comprar una vivienda juntos suele ser un proyecto habitual en una relación estable. Hoy día es más sencillo conseguir un préstamo hipotecario contando con dos salarios. El problema es que si las cosas no van bien no será fácil romper ese vínculo y esto es así con independencia de que la forma elegida haya sido matrimonio, pareja de hecho o incluso si simplemente convivimos. Por tanto, compartir deudas a largo plazo es una decisión que debe meditarse.
4. Sé consciente de que tener hijos es un compromiso para toda la vida. No hay mayor responsabilidad que la de tener un hijo. Una pareja que decide dar este paso tiene que tener muy claro que es algo que trascenderá su propia relación. Da igual si están o no casados. Los derechos y obligaciones respecto de los hijos son exactamente iguales si nacen dentro o fuera del matrimonio. Si las cosas no van bien y la pareja termina no será posible olvidarse de la otra parte. No es fácil saber si una persona será o no un buen padre o madre. Algunas parejas que funcionaban muy bien antes de tener hijos no se ajustan adecuadamente a las nuevas responsabilidades. Antes de tomar la decisión de tener un hijo es importante hablar sobre la crianza, sobre la forma de entender la educación de los hijos, el nivel de implicación que cada cual está dispuesto a asumir y qué espera del otro. También es necesario hablar de la organización familiar para cuidar a un nuevo miembro de la familia. Por último es imprescindible valorar que en caso de ruptura la opción de la custodia compartida es hoy en día la opción preferente, de modo que es prioritario aceptar este hecho y asegurarse de que la otra parte lo comprende.
5. Cuando haya hijos de una relación anterior, consensúa tu papel respecto a ellos. Cada vez es más frecuente construir una relación de pareja en la que se integran los hijos de una relación anterior. Si bien puede funcionar e incluso enriquecer la relación, requiere un trabajo extra, especialmente de adaptación inicial. Lo ideal desde un punto de vista legal es tener muy claro que esos niños tienen otro padre o madre y que esa figura ha de ser respetada en su presencia. También en este punto es importante pensar, valorar y ajustar los gastos.
6. Regula el reparto de tareas domésticas. Los dos miembros de la pareja tienen iguales derechos y obligaciones, de modo que los dos deberían asumir las tareas y responsabilidades del hogar. Esto no significa que los dos hagan todas las cosas. Las tareas pueden repartirse. Valora el nivel de exigencia y de tolerancia al desorden y también el nivel de compromiso en este punto. Si uno de los dos siente que su situación es injusta y no se pone remedio, la relación puede peligrar.
7. Sé consciente del papel de la familia política en tu relación. ¿No soportas que nadie te diga lo que tienes que hacer en tu casa? Entonces valora si tus suegros pueden ser una fuente de conflictos. No tiene por qué ser así, pero a veces sucede. Es necesario hablar de ello y establecer líneas rojas que hayan de respetarse.
8. Imagina tu ruptura y piensa con qué problemas podrías encontrarte. Este no es un consejo fácil. ¿Imaginar una ruptura? Nadie quiere imaginárselo, sobre todo cuando las cosas van bien. Pero solamente mientras van bien podemos hacer algo para que siga siendo así. ¿Cómo sería tu vida si termina tu relación? ¿No te gusta lo que imaginas? Trabaja cada día para ser capaz de vivir por tus propios medios y elige mantenerte en una relación porque así lo deseas. De ese modo si la ruptura llega a producirse estarás en mejor situación para continuar con tu vida y serás menos vulnerable.
9. Consulta con un profesional cuando tengas dudas en alguno de los pasos. Si tienes dudas legales consulta con un abogado. Te explicará las diferencias entre matrimonio y pareja de hecho, las distintas formas de régimen económico que puedes elegir, las implicaciones legales del hecho de ser padre o madre, de comprar o alquilar una vivienda, las expectativas de cara a una posible ruptura y muchas otras cosas que te ayudarán, seguro, a tomar decisiones conscientes y responsables.
10. Cásate con quien pueda convertirse en una buena ex pareja. Este consejo es aplicable también para las parejas de hecho y es mucho más necesario cuando el nivel de compromiso aumenta al tener hijos en común. A lo largo de muchos años atendiendo a clientes que se divorcian he conocido todo tipo de perfiles de ex. ¿Qué quiero decir cuando hablo de una buena ex pareja? Es aquella persona que no se enfada si no tiene un verdadero motivo y que cuando se enfada está dispuesta a buscar una solución al problema. Es alguien que es capaz de ver las cosas con objetividad y que nunca considera que el rencor o la venganza puedan ser virtudes por lo que, si estas emociones le asaltan, intenta contenerlas. Una buena ex pareja sabe ver los errores ajenos, sin multiplicarlos y también es consciente de sus propios errores. Y por último, un buen ex sabe separar lo que tiene que ver con los hijos y sus problemas de pareja, por lo que nunca les hará daño para perjudicar a la otra parte. De este tipo de ex he conocido muy poquitos pero muy probablemente la razón sea que no necesitan divorciarse, porque seguramente son capaces de resolver la mayor parte de los conflictos que se les puedan presentar por el camino. Si crees que tu pareja no cumple con estas expectativas y presume de ser vengativo y rencoroso ten mucho cuidado porque en un futuro no muy lejano puedes pasar a estar en el grupo de las personas a las que les hace la vida imposible.
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