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Antes de nada tengo que decirte que ser un perro, o un gato, en esta sociedad no es nada fácil. La existencia como mascota está muy sobrevalorada, sólo tienes que ver los datos. Dicen las estadísticas que ya hay más perros que niños pequeños en los hogares y que muchos de nosotros recibimos el calificativo de «perrhijos» o «gathijos». Cada vez quedan más desdibujadas frases como la de «llevar una vida perra» o «tratarlo como a un perro». Hoy en día, la mayoría de los de nuestra especie, perros y gatos, vivimos bien, nuestros dueños son nuestra familia y así nos sentimos una parte de la familia.
Pero también es cierto que aún continúa habiendo personas que maltratan y abandonan a sus mascotas. Y también lo dicen los datos estadísticos. Nuestro país no deslumbra por sus cifras en positivo, más bien todo lo contrario, pero ya sería mala suerte que tú, que estás a la espera de un nuevo dueño en una protectora o en las instalaciones de un criador, fueras a caer con uno de estos indeseables. Y, si pasa, no olvides que muchas de estas actuaciones son delito y otras están ampliamente castigadas en las leyes con lo que, si la fortuna no te acompaña, seguro que alguna persona te ve y se le ocurre denunciar para que te rescaten.
Y es que, desde finales del año 2021, las leyes nos consideran (anda que no tardaron en hacerlo) seres sintientes y eso ha provocado que se nos valore como tal en muchas normas y en muchas situaciones. Además, con la Ley de Bienestar Animal del año 2023 se regularon importantes obligaciones que deben cumplir nuestros dueños y se amplió nuestra protección legal en muchos sentidos.
Así que vamos a pensar en positivo y a imaginar que aparece un humano en tu vida que desea de todo corazón ser tu dueño y que realmente pasas a formar parte de su familia. ¿Qué te vas a encontrar? Pues, con toda probabilidad, una de estas tres opciones.
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Puede estar soltero o soltera, viudo o viuda, ser más mayor o más joven. Te busca a ti para que le hagas compañía, le obligues a salir y socializar o ronronees en su regazo dándole la compañía que necesita.
Aquí no tienes mucho problema. Le visitará, más o menos a menudo, su familia y tendrás que aguantar sus carantoñas o sus críticas («mamá, papá, hermano... tú para qué quieres un perro -o un gato- ahora») pero la decisión es suya y vivirás con él o ella sin mayores inconvenientes hasta que pase una de estas dos cosas: que se muera o que decida compartir su vida con otra persona, es decir, que encuentre pareja. Si es esto último lo que ocurre, entonces tu familia pasará a ser uno de los dos modelos que te cuento a continuación.
Si fallece, obviamente, pasarás por un duelo difícil para ti. Algunos animales nunca se recuperan de la pérdida de sus dueños pero, al menos, la ley no te deja desamparado. Es posible que tu dueño haya contemplado en su testamento tu futuro. Puede haber decidido con quién te vas a quedar e incluso haber previsto que a esa persona le entreguen un legado con una cantidad de dinero o algún bien para que haga cargo de ti con alguna compensación añadida a la de disfrutar de tu compañía.
Pero si tu dueño no ha hecho testamento o, habiéndolo hecho, no te ha tomado en consideración te entregarán a algún heredero o legatario. Y es posible que de nuevo, a pesar de la tristeza, vuelvas a estar bien en un nuevo hogar. Claro que estos trámites pueden tardar y entretanto alguien tiene que hacerse cargo de ti. En esos casos, si no hay nadie que pueda ocuparse de forma inmediata, te entregarán al órgano administrativo o centro que tenga encomendada la recogida de animales abandonados hasta que se resuelvan los trámites sucesorios.
Si ninguno de los sucesores de tu dueño asume la responsabilidad de hacerse cargo de ti, estos mismos órganos administrativos o centros de protección podrán cederte a una tercera persona que te cuide a partir de ese momento.
También puede ocurrir que más de un heredero te reclame y no se pongan de acuerdo. Ni tan mal. Más de uno te quiere consigo. En este caso es el juez el que toma la decisión en atención a las circunstancias de cada hogar y el principio fundamental sobre el que va a basar su decisión será el de tu bienestar.
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La segunda opción es que llegues a una familia en que tus dueños se encuentren casados. Entonces te incorporas a su hogar que puede ser solo de ellos dos o de ellos con sus hijos. Los niños son una fuente de inagotable de travesuras, que en alguna ocasión te molestarán, pero también de juegos.
Lo más probable es que no tengas problema en adaptarte y tener una vida estupenda. Pero también hay una alta probabilidad, de nuevo las estadísticas lo dicen, de que el matrimonio de tus dueños no funcione para siempre y en algún momento te veas inmerso, junto con los niños, en un proceso de ruptura.
En estos casos, hay ocasiones en que los dos lo tienen claro y deciden sin más problema con quién van a estar los niños y con quién vas a vivir tú. Pero en otras ocasiones, las discusiones entre los dos os alcanzan a todos.
Tienes que saber que en los procedimientos de separación y divorcio cuando hay mascotas es necesario establecer quién se va a ocupar de sus cuidados y atenciones, qué tiempo va a pasar con cada cual y cómo se va a hacer frente a sus gastos.
Si la ruptura es de mutuo acuerdo todo esto se incorpora en el convenio regulador junto con el resto de cuestiones que tienen que decidir tus dueños al separarse o divorciarse. Cuando es contenciosa es el Juez el que tiene que indicarlo en la sentencia. Así que, con un poco de suerte, tal vez puedas seguir teniendo contacto con los dos y, si hay niños y se establece una custodia compartida, quizás apliquen la mejor solución posible que es que tú acompañes siempre a los niños en una y otra casa. Claro que si eres un gato lo más probable es que prefieras tener solo un hogar y no andar cambiando, ya sabemos que eres mucho más territorial.
Para adoptar estas medidas no importa quién figura como tu propietario en los registros administrativos o en el veterinario porque no puede imponer su decisión en aquellos casos en que el animal convive en una unidad familiar. Se entiende que, si venías pasando tiempo con los dos miembros de la pareja y con los hijos, esta situación no puede obviarse. Tendrán que buscar una solución para que sigas compartiendo tiempo con los distintos miembros de la familia. Con esto se evita que quien sea tu propietario del animal se quede en exclusiva contigo y corte toda la relación que tenía con los demás provocándote un daño a ti y al resto de la familia.
Entre los criterios que el juez va a tomar en consideración a la hora de tomar una decisión sobre tu custodia van a estar aspectos tales como quién es tu cuidador real, quién tiene mayor disponibilidad de tiempo para tu cuidado, quién cuenta con mejores circunstancias para atenderte y, por supuesto, cómo se establece la custodia de los hijos. No hay que olvidar que los niños tienen con sus mascotas un vínculo afectivo especial que hay que mantener en atención al bienestar de ambos.
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La tercera opción es que llegues a una familia en que tus dueños convivan sin estar casados. Aquí la cosa se te complica un poquito si se produce una ruptura porque las leyes no dicen lo mismo que si tus dueños están casados. Si todo va bien entre ellos, no tendrás problema, pero si deciden separar sus caminos en la vida, tu futuro va a depender de varias cosas, te lo cuento:
Si tus dueños, aún sin estar casados, tienen hijos menores, entonces lo que puede pasar es prácticamente lo mismo que si estuvieran casados. Ellos van a tener que decidir qué hacen con los niños. Si lo deciden por acuerdo entre ellos, en el convenio, pueden decidir también qué hacer contigo y, si no alcanzan una solución pactada, entonces será el juez quien decida con aplicación de reglas similares a las que hemos visto, siempre teniendo en cuenta tu bienestar, que para eso la ley te considera un ser sintiente.
Si tus dueños no tienen hijos menores, entonces no pueden acudir a un proceso de familia para decidir qué hacer contigo. Siempre cabe que impere la razón y la buena voluntad entre ellos y entonces por acuerdo determinen qué es lo mejor para ti pero, si eso no sucede, y llevan su mal rollo de pareja a la pelea por quedarse contigo, es cuando la cosa se complica. Porque aquí la ley no dice nada especial y entonces lo más probable es que te tengas que quedar con quien figure como tu propietario. Si se da el caso de que son los dos los propietarios, entonces no habrá de otra que acudir al juez para que decida con cual de los dos te quedas y ahí nuevamente el juez considerará tu bienestar, quién te ha cuidado más y con quién te encuentras mejor. Tú no puedes hablar pero puedes mostrar en las pruebas periciales tu mayor afinidad por uno u otro.
Y, después de analizar todas estas situaciones tal vez te preguntes ¿no hay forma de dejar previsto qué va a pasar conmigo cuando todavía se llevan bien y así no hay discusión cuando deciden romper? Pues sí, ya lo hemos pensado y además, como nos gusta solucionar todos los conflictos con acuerdos, creemos que esto que te vamos a contar ahora es una muy buena propuesta para protegerte. Puedes planteársela a tus dueños en cuanto los conozcas.
Nuestra propuesta es firmar un contrato de corresponsabilidad. Y te preguntarás ¿qué es eso? Pues fundamentalmente significa tomar conciencia de que de alguna manera tus dueños al incorporarte a su hogar lo que están haciendo realmente es incorporarte a su familia, por eso la hemos llamado «tu familia de 4 patas». La idea es dejar recogido en un documento desde el cariño y desde el principio todos los acuerdos sobre tu pertenencia, tu cuidado y tus atenciones y también qué ocurre contigo en el caso de una ruptura, se trate del tipo de pareja del que se trate.
Así, si las cosas salen mal, ninguno podrá utilizarte como arma de negociación o de presión a lo largo del proceso de ruptura porque todo ha quedado claro desde un primer momento, desde el amor con el que han decidido compartir su vida contigo.
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