Hay visitas que son inexcusables. Una de ellas, si se viaja a París, es la Torre Eiffel. Sin embargo, no han sido pocos los turistas que la semana pasada tuvieron que abandonar la capital francesa frustrados sin poder subir al monumento levantado con motivo de ... la Exposición Universal de 1889. Una huelga del personal obligó a cerrar el monumento. Sin embargo, ese no es el único conflicto que se cierne sobre la Torre. También hay entablada una batalla jurídica por la concesión de los servicios de restauración en sus instalaciones.
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La explotación del famoso restaurante 'Jules Verne', ubicado a 125 metros de alto, y de la cafetería 'Le 58 Tour Eiffel' ha llegado a los tribunales. Y es que el prestigioso chef Alain Ducasse, y los no menos afamados Thierry Marx y Fréderic Anton se enfrentan por ello. El primero, que ha explotado la concesión durante los últimos diez años, ha visto como los servicios han sido adjudicados por concurso a los otros dos cocineros -Marx que pujó por la cafetería y Antón por el restaurante-. Estos dos restauradores se comprometieron a realizar importantes reformas para aumentar el número de clientes durante la próxima década.
De momento, el restaurante y la cafetería siguen abiertos y dirigidos por Alain Ducasse, dado que su concesión finaliza el 1 de octubre. Antes se espera el fallo del caso que será estudiado esta semana por los jueces.
Por las mesas del 'Jules Verne' han pasado la 'crème de la crème' de la aristocracia, la política y del mundo del espectáculo en general. Sin ir más lejos, el pasado julio, el presidente Emmanuel Macron y su esposa llevaron hasta el 'Verne' a Donald Trump y a su mujer Melania.
Mientras se soluciona el conflicto de la concesión, la empresa también ha llegado a un acuerdo con los trabajadores de la Torre. Durante el fin de semana el acceso de visitantes funcionó con total normalidad, tras reabrir el pasado viernes después de dos días cerrado por el conflicto entre la dirección y los trabajadores sobre el nuevo sistema de entrada al monumento, que según el personal estaba generando largas colas de espera. La dirección aceptó la propuesta de los sindicatos de organizar dos filas que lleven a los dos ascensores de la Torre y una fila prioritaria para los visitantes que ya compren sus billetes en internet.
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Sin embargo, el daño estaba ya causado para todos aquellos que quisieron días atrás subir al monumento y ver París desde las alturas, lo que hacen cada año seis millones de turistas. «Claro que estamos contentos de que esté abierta, vinimos especialmente para verla», decía ayer a la AFP Darek, un turista de Polonia que aguardaba en la cola. «Es una muy buena noticia que podamos subir y que no haya problemas», señaló sonriente Patricia Joremsen, una turista danesa, mientras que se protegía del sol con un paraguas.
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