DAVID OLABARRI
Viernes, 7 de febrero 2020, 08:18
Ertzainas y bomberos han regresado al terreno para reactivar la búsqueda de los dos trabajadores desaparecidos tras el desprendimiento ocurrido ayer sobre la AP-8 a su paso por Zaldibar, en Vizcaya. Las tareas de excavación permanecían suspendidas desde la madrugada después de ... que se hallara amianto en la zona, perteneciente a un vertedero industrial que depositaba este material de forma legal, según ha confirmado el Departamento de Medio Ambiente. Operarios de IGR, una empresa de Sopela especializada en su retirada, se han desplazado esta mañana hasta el lugar de los hechos para ofrecer formación y herramientas a los equipos de rescate, que buscan a dos varones vecinos de Zalla y Markina, este último nacido en Eibar hace 62 años.
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Responsables de Emergencias, Osakidetza, la Diputación, Interbiak –titular de la autopista– y el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan) llevan reunidos desde las 9.30 de esta mañana en el Centro de Tráfico del barrio bilbaíno de Txurdinaga para analizar la situación, aún más delicada si cabe después de que se hallara el amianto, que aún no ha podido ser cuantificado. Los geólogos, por su parte, tratan de determinar la situación del terreno, que permanece «inestable», para prever eventuales movimientos que puedan complicar aún más los trabajos en la zona.
Las tareas de búsqueda se prolongaron hasta la una de la madrugada. Unas 60 personas –ertzainas, bomberos, técnicos de emergencias y de la Diputación y operarios de empresas privadas– participaron en los trabajos. Hacia las once de la noche llegaron las primeras noticias de la presencia de amianto en el lugar. El operativo, en cambio, continuó un par de horas más entre los restos de la ladera que se desprendió sobre las 16.00 de la tarde, arrastrando consigo 4.000 metros cúbicos de rocas, árboles, residuos y tierras.
Las fuentes consultadas por EL CORREO explican que se tomó esta decisión porque los perros de rescate habían marcado dos zonas concretas del desprendimiento -una de ellas fue el coche de uno de los desaparecidos- y todavía en ese momento había «bastantes posibilidades» de encontrarles con vida. Con el paso de las horas, sin embargo, esas probabilidades fueron disminuyendo. En parte también porque los técnicos comprobaron que la avalancha era «muy compacta», con pocas opciones de que se hubiesen abierto bolsas de aire en su interior. De hecho, en algunos tramos, para excavar cuatro metros tuvieron que emplear varias horas.
«Siguiendo las recomendaciones de los técnicos de Osalan», se decidió que, en esas condiciones, después de más de ocho horas de rastreos, no se debía poner en más riesgo la salud de los trabajadores que estaban buscando palmo a palmo por la lengua de la avalancha. Preguntado por ello, el viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, ha alegado que la búsqueda de los desaparecidos era «algo prioritario» y que en emergencias de este tipo «se prima la vida». El director de Osalan, Alberto Alonso, ha reconocido que «todo trabajo va vinculado a algún riesgo», aunque ha matizado que «el sistema ha funcionado». Además, ha recomendado que se «evite la curiosidad» de acudir a las cercanías del lugar.
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El desprendimiento de la ladera comenzó ayer, cuando un trabajador del vertedero de Zaldibar estaba montado en una grúa y sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Ocurrió sobre las cuatro de la tarde. La escombrera comenzó a deslizarse ladera abajo. Arrastró árboles y toda la tierra que encontró a su paso. Lo hizo durante prácticamente dos minutos, hasta que la grúa se detuvo sobre una gran montaña de escombros. Parecía increíble, pero estaba ileso. Pero pronto descubrió que dos de sus compañeros habían desaparecido bajo toneladas de rocas. Una avalancha que la Diputación calcula que puede haber desplazado medio millón de metros cúbicos de terreno desde el vertedero hasta la AP-8 y la N-634, que quedaron cortadas.
Horas después, los perros de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza marcaron rastros humanos en dos zonas concretas. Pero la búsqueda, condicionada por la inestabilidad del terreno, todavía no ha dado sus frutos.
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El corrimiento fue de tal magnitud que llegó a inutilizar por completo los cuatro carriles de la AP-8, una de las principales arterias de la red viaria vasca, en un tramo por el que circulan a diario unos 23.500 vehículos. El corte provocó retenciones kilométricas en ambos sentidos y afectó a miles de conductores, aunque en estos momentos ya se ha logrado liberar un carril en cada dirección. Los usuarios también se han quejado de que se siguió cobrando durante tres horas el peaje en Iurreta, sin informar a los conductores que se incorporaban a la AP-8 de la «ratonera» en la que se había convertido, como han subrayado en una nota los miembros del colectivo Ap8 Peajerik Ez.
La avalancha se originó en las instalaciones de Verter Recycling y sus dimensiones carecen de precedentes en Euskadi, según señaló un agente de la Unidad de Rescate con más de tres décadas de experiencia. Se trata de miles de toneladas de tierra y roca en una ladera de unos 400 metros de longitud, equiparable a que se viniese abajo una buena parte del monte Artxanda en Bilbao y llegara a la Universidad de Deusto, señalaron desde la Ertzaintza. De hecho, los tres metros de altura de tierra, piedras y árboles que colapsaron la AP-8, sobre todo en sentido San Sebastián -entre 3.000 y 4.000 metros cúbicos en total-, es menos del 5% de los escombros que se desprendieron desde el vertedero, que gestionaba residuos industriales.
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Según las fuentes consultadas por este diario, los trabajadores de la empresa advirtieron poco antes del desplome del surgimiento de unas «visibles grietas» en los 'escalones' construidos con los residuos acumulados. Los mismos medios apuntan que, al parecer, los empleados trataron de rellenar los huecos, pero la ladera empezó a moverse bajo sus pies. El desprendimiento semienterró al menos dos coches que estaban en el vertedero. Uno de los vehículos pertenece, de hecho, a uno de los dos trabajadores desaparecidos. Los servicios de emergencia también creen que hay al menos un camión bajo los escombros.
La lengua de la avalancha se dividió en dos direcciones. La más visible llegó hasta la autopista en sentido San Sebastián. La otra fue hacia unos caseríos, a los que no llegó a afectar. El desprendimiento se llevó por delante unas torres de alta tensión, lo que dejó sin electricidad a numerosas casas entre Ermua, Zaldibar y Eibar.
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La Ertzaintza movilizó numerosos recursos en cuanto se empezó a intuir la gravedad de lo que acababa de ocurrir. La Policía vasca llevó hasta allí un helicóptero, drones y efectivos de las unidades de Rescate y Tráfico, entre otras. La Diputación de Bizkaia desplazó a efectivos de los parques de bomberos de Iurreta, Artaza y Basauri, que se sumaron a los desplegados desde Eibar y Oñati por la institución foral guipuzcoana. También se sumaron varias excavadoras y operarios de diversas empresa privadas.
Todos ellos iniciaron los trabajos para despejar el material acumulado sobre la autopista y, en menor medida, sobre la N-634, que anoche estaba ya libre de escombros. Sin embargo, la noticia de que había dos trabajadores desaparecidos condicionó, como es lógico, las labores para remover la tierra. Los perros de rescate de la Ertzaintza marcaron dos puntos concretos donde podrían encontrarse los empleados. Una de las zonas señaladas se encontraba en las inmediaciones del coche de uno de los desaparecidos. Aunque se buscó con detenimiento durante horas, no se encontró nada. Fuentes de la Ertzaintza precisaron que el grado de «precisión» de los perros de rescate decae cuando trabajan en un vertedero.
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Otro factor que condiciona la búsqueda es la inestabilidad del terreno. Ayer nadie se atrevía a utilizar excavadoras en las zonas más sensibles por temor a nuevos desprendimientos. Durante horas el rastreo se realizó de forma manual, con palas y carretillas. Y anoche, los equipos trabajaban codo con codo con los especialistas que deben certificar la seguridad del suelo para continuar inspeccionando cada metro de la motal avalancha.
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