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EL COMERCIO
Gijón
Miércoles, 31 de enero 2018
Cercana, grande y ‘de sangre’. Un eclipse lunar total particularmente raro por su tamaño ofreció ayer un espectáculo celestial visto por miles de personas de punta a punta del planeta. A diferencia de los eclipses solares, las gafas de protección no fueron necesarias para ver ... el fenómeno y los amantes de la astronomía pudieron disfrutarlo a ojo descubierto.
La denominada «superluna azul de sangre» desapareció, privada de rayos de sol, y volvió a emerger teñida de rojo. De ahí su nombre. También se le llama «azul» no por el color sino porque se trata de la segunda luna llena en un mes, un fenómeno que solo sucede en promedio cada dos años y medio.
El espectáculo fue observable en parte de América del Norte, Rusia, Asia y el océano Pacífico. En cambio, la mayor parte de Europa, América del Sur y África no pudieron seguirlo debido a la luz del sol. En América del Norte, en Alaska o Hawái, el eclipse fue visible antes del alba; en Oriente Medio, Asia, Rusia Oriental, Australia y Nueva Zelanda, durante la noche.
La NASA aprovechó para medir el efecto de la caída de la temperatura durante la hora y 16 minutos que duró el eclipse, a través de los instrumentos en la sonda Reconnaissance Orbiter. En Asturias las nubes dificultaron la observación de la luna por la noche, pero algunos claros permitieron echarle un vistazo.
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