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A. S. GONZÁLEZ
Oviedo
Martes, 29 de noviembre 2022, 15:32
Vivir por encima de las posibilidades puede generar graves problemas; beber también. Una pareja de amigos, de 29 y 32 años, se saltó el pasado miércoles ambas recomendaciones y acabó detenida tras una disparatada secuencia de hechos.
Los jóvenes acudieron a cenar a un restaurante relativamente normal en cuestión de precios pero pidieron «lo más caro de la carta». En lugar de optar por las alternativas «asequibles», se decantaron por el champán Dom Perignon y corrieron las botellas. Llegó, al final del convite la dolorosa, que ascendía 1.080 euros.
Optaron, entonces, por hacer un «medio simpa» y abonar solo una parte de la factura, saldando la nada desdeñable cifra de 400 euros que, aún así, distaba mucho del importe final adeudado. Uno de ellos salió al coche mientras el otro fingía hablar por teléfono.
Era una estrategia para emprender su huida. Comenzaron a correr con la intención de escapar pero el champán, o más bien sus efectos, enredó sus piernas y uno de ellos dio de bruces contra el suelo. Fue culpa de sus «circunstancias», explicaron los gerentes del local en una entrevista en 'Espejo Público'. Los propios trabajadores del local lo recogieron y la Policía detuvo a ambos.
Los impagos en restaurantes están a la orden del día y hay, incluso, ciudadanos que se han convertido en auténticos profesionales. Antonio Miguel Grimal saltó a la fama por comer donde quiere y lo que quiere. Las cuentas de sus banquetes, que van desde los 13 hasta los casi 100 euros, revelan lo ecléctico de sus gustos. Sin embargo, siempre acaban igual: en impago. Por eso, se le conoce como «el rey del simpa».
No es el único. D. M. V., tiene 34 años y es conocido con el mismo sobrenombre en Valladolid, tras haber sido detenido en innumerables ocasiones por delitos de diversa naturaleza. Hay semanas en las que le arrestan hasta tres veces por los desfalcos a la hostelería.
Los delitos son calificados como estafas leves, lo que le permite acumular arrestos y reincidencias sin que agrave las consecuencias porque la jurisprudencia del Tribunal Supremo sostiene que no se puede aplicar la agravante de reincidencia para evitar «penas desproporcionadas» frente a pequeños delitos.
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