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Oviedo7
Jueves, 20 de mayo 2021, 14:32
Un sacerdote de Talavera de la Reina se enfrenta 22 años de cárcel por la presunta agresión sexual continuada a una menor a la que también sometió a un exorcismo y propinó una paliza por la que tuvo que ser atendida en el hospital. Es la pena que solicita para él la acusación particular, que el fiscal reduce a 17 años de condena.
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José Luis G.M. se sentará en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Toledo el 29 de junio para hacer frente a unos hechos supuestamente ocurridos hace una década, cuando actuaba como director espiritual de una adolescente de 15 años que vivía una situación de «angustia y confusión» por la crisis matrimonial de sus padres.
Se le imputa un delito continuado de agresiones sexuales y de otro contra la integridad moral. La Fiscalía asegura que el prelado aprevechó la situación de «aislamiento familiar» de la joven para llevar a cabo «su comportamiento lascivo».
Según su relato, el acusado y la madre de la víctima, que supuestamente mantenían una relación, la sometieron a un «exorcismo» para quitarle el «demonio» que tenía dentro. Un día después, el cura la citó en su despacho con el pretexto de continuar con el exorcismo y la agredió sexualmente.
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El acusado reincidió, siempre según la versión de la Fiscalía, en varias ocasiones. Cuando la adolescente oponía resistencia era agredida. De una paliza acabó en el hospital de Talavera de la Reina. También la insultaba, la amenazaba con matarla si contaba algo y recurría al carácter religioso de sus actos para justificar su actuación instándole a no tener miedo porque « era lo que Dios quería» .
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El escrito fiscal sostiene que la víctima tiene una serie de «padecimientos psiquiátricos» compatibles con «acontecimientos traumatizantes, como pueden ser los abusos-agresiones sexuales continuados en el tiempo, que la víctima vivió en soledad durante años en una situación de vulnerabilidad».
La acusación particular detalla la «desconfianza generalizada hacia la gente» y el «progresivo aislamiento social» de la víctima, que llegó a sentirse culpable por los abusos. Sufrió, además, alucinaciones auditivas e «imágenes intrusivas» que derivaron en el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. A pesar de todo ello, la joven decidió estudiar la carrera de Medicina para dedicarse a la psiquiatría y ayudar a otros menores en situaciones similares.
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La Fiscalía pide para el prelado, además de la condena, la inhabilitación para cualquier profesión u oficio que conlleve el contacto regular con menores, libertad vigilada durante 10 años y la prohibición de comunicarse durante 20 años con la víctima.
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