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LAURA CASTRO
GIJÓN.
Sábado, 1 de diciembre 2018, 01:47
Casi cuatro meses encerrado en una prisión de Santo Tomé. Este es el tiempo que pasó Marco Martínez, el exmilitar asturiano, en una celda de la isla africana junto a otros dos españoles, Orlando Pérez López (La Rioja) y José Manuel López Jiménez (Cádiz). Les detuvieron el pasado 4 de agosto -el día 3 según la versión oficial del Gobierno del país- y les acusaron de intentar asesinar al primer ministro y secuestrar a otros dos mandatarios. Ahora están libres y a la espera de un juicio, que presumiblemente se celebrará en las próximas semanas. Mientras, comparten piso en Santo Tomé, pero ansían volver a casa.
«Le estamos esperando como agua de mayo», aseguró el padre de Marco, José Martínez. Desde su casa en Figueras, Castropol, ha seguido el conflicto a través de dos llamadas de teléfono a la semana. Ahora, casi cuatro meses después, solo espera que «todo acabe rápido» y, si puede ser, antes de las fiestas navideñas. No obstante, reconoce que desde que le dejaron en libertad el pasado lunes está «mucho más tranquilo». «Hablo con él prácticamente a diario y sé que está bien, pero quiero verle ya», insistió José Martínez.
Su hijo, de 36 años, mantuvo la calma en todo momento. «Sus compañeros lo pasan peor, pero él es muy fuerte. Ha pasado por cosas peores en el ejército», relató el padre a este diario a finales de agosto tras conseguir hablar con él por teléfono por primera vez. «Nos engañaron», repetía Marco a su padre una y otra vez. Y José le cree a pies juntillas y sigue sosteniendo que todo fue fruto de la inestabilidad política que vive el país.
Marco y los otros dos exmilitares viajaron a Santo Tomé el 29 de julio con el único objetivo de prestar un servicio de escolta al exministro del país, Albertino Francisco, quien también fue detenido. Desde el principio sospecharon que «algo no iba bien», porque llevaban varios días en la isla africana y no habían logrado contactar con el exmandatario que les había contratado. Se plantearon volver a casa, pero nunca llegaron a hacerlo. No les dio tiempo. Les detuvieron en el hotel en el que estaban alojados y les trasladaron directamente a la cárcel, donde permanecieron en celdas individuales hasta el pasado lunes. De las armas que presuntamente encontraron en su habitación, no saben nada. José Martínez está convencido de que en Santo Tomé «no hay ley, todo está supeditado a lo que dice el político de turno y por eso ha pasado esto».
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