La Guardia Civil cree que Ana Julia pudo «segar la vida» de su hija de cuatro años

El caso de la pequeña, que cayó por la ventana de un séptimo piso, se cerró como accidente después de que la madre advirtiera de episodios de sonambulismo en la niña

EL COMERCIO

Gijón

Martes, 25 de septiembre 2018, 12:47

Ana Julia Quezada, asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, podría haber acabado también con la vida de su hija, de cuatro años, en Burgos en 1996. Es la conclusión a la que apunta un informe de la Guardia Civil incluido en el ... sumario del crimen del niño. Según recoge ABC.es, en base a informaciones de elperiodico.com y la agencia Ical, las pesquisas policiales permiten «ahondar en la hipótesis de que fuera la propia Ana Julia la que segara la vida de aquella menor».

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La niña llegó a España las navidades de 1995. Nada más nacer, su madre la había dejado al cuidado de su abuela en la República Dominicana, mientras ella viajaba a España, donde llegó en 1992. En Burgos, Ana Julia se casó y tuvo a otra niña; su marido aceptó traer a la pequeña que, unos meses después, caía desde la habitación del séptimo piso de Burgos en el que vivía la familia. El caso se archivó como un accidente después de que la madre advirtiera de episodios de sonambulismo en su hija.

Las investigaciones retomadas después de que Ana Julia Quezada fuera detenida por el asesinato de Gabriel Cruz, el hijo de ocho años de su última pareja, recogen «la dificultad de que una niña de solo cuatro años en estado de sonambulismo, que nunca había padecido, se precipitara desde un edificio», según el informe de la Guardia Civil.

También, según refleja ABC.es, recoge lo extraño del supuesto accidente: la niña tuvo que subirse a una mesa, abrir una ventana interna que protegía del frío, luego abrir una segunda ventana, lo que según la Guardia Civil «requiere de cierta maña y fuerza». Cuando ocurrió el suceso, en la casa solo estaban Ana Julia y las dos niñas, la pequeña era entonces un bebé.

Entonces, Ana Julia no pudo ser interrogada porque sufría «una supuesta situación de estrés-traumática», algo que se repitió tras la desaparición de Gabriel, cuando adujo «encontrarse sedada, malherida o convulsa el día de la aparición de la camiseta del menor».

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