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AINHOA DE LAS HERAS y IRENE MADRERA
Martes, 30 de noviembre 2021, 10:42
Una mujer y su hija fueron halladas muertas ayer en el interior de su domicilio en Bilbao. El descubrimiento de los cadáveres se produjo de forma accidental, tras el aviso de los vecinos de que manaba mucha agua de la vivienda. Los bomberos y los ... agentes de la Ertzaintza que acudieron para atender la incidencia encontraron los cuerpos, que fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense para practicarles la autopsia. Al cierre de esta edición, se desconocían las causas de los fallecimientos.
Ambas vivían en el portal número 5 de la calle Gipuzkoa, situada en el barrio de Deusto. En torno a las once de la mañana, según confirmó el Departamento vasco de Seguridad, un vecino alertó de un «problema de humedades». Al parecer, el agua brotaba en abundancia por debajo de la puerta del hogar donde residían las mujeres.
Hacia las 13.20 horas, informaron medios de la Ertzaintza, los bomberos consiguieron franquear la entrada y descubrieron los cuerpos sin vida de las dos mujeres. Según ha podido saber este periódico, en la casa había también dos perros, de los que se hizo cargo el servicio canino municipal.
Los cadáveres fueron sacados del edificio a media tarde y trasladados al Anatómico Forense de Bilbao, donde los peritos tratarán de determinar el origen de su muerte y el momento en que pudo producirse. La primera inspección ocular del interior de la vivienda llevada a cabo por los especialistas no acreditó signos visibles de violencia. Consultada por EL CORREO, una portavoz del Departamento vasco de Seguridad corroboró esta apreciación, pendiente ahora de ser confirmada por la investigación, de la que se ha hecho cargo la Policía autonómica.
El suceso no sorprendió a algunos vecinos. «La madre estaba encamada desde hace años y la hija salía muy poco», declaró a este periódico una residente en el bloque. Agregó que el padre de familia falleció hace unos años y que, desde entonces, «casi no pisaban la calle, ni para sacar a pasear a los perros ni para tirar la basura». Otro vecino aseguró que «apenas hablaban con nadie», que «no les gustaba el contacto con la gente» y que de la casa «salía un hedor muy molesto».
En lo que parece apuntar a un caso de síndrome de Diógenes, según las mismas fuentes, las dos víctimas acumulaban gran cantidad de desperdicios, ellas mismas presentaban unas «precarias condiciones higiénicas» y la vivienda estaba llena de heces y orina de los dos perros. «Eran un San Bernardo y un pastor alemán -contó otra mujer-. Los vecinos los vimos de cachorros y cuando se los llevaron los encargados de la perrera esta tarde ya eran enormes».
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