A. S. González
Gijón
Sábado, 9 de abril 2022
El padre que mató a golpes en Almassora a su hijo de 10 meses porque sus llantos y balbuceos no le permitían dormir ha sido condenado a 26 años y cinco meses de cárcel por la Audiencia Provincial de Castellón. La muerte del pequeño fue ... el trágico desenlace de una historia de maltrato que documenta la sentencia.
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El progenitor ya había sido declarado culpable por unanimidad por un jurado popular que, al igual que Fiscalía, pedía para él prisión permanente revisable. El juez ha descartado imponer la máxima pena al entender que el parricida «no tuvo la intención directa de matar» cuando golpeó en dos ocasiones al bebé contra la pared, causándole un traumatismo craneoencefálico.
Se lo considera, no obstante, responsable de los delitos de asesinato, lesiones y violencia habitual. Debido a la corta edad, el fallecido no tuvo posibilidad de defenderse por lo que se entiende que el hombre actuó con alevosía. La madre del pequeño, menor de edad cuando sucedieron los hechos, ya había sido condenada en la jurisdicción de Menores por un delito de asesinato por omisión.
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La mañana del 13 de septiembre de 2020, los ruidos del bebé impedían a su padre dormir, por lo que le sacó de la cuna y le golpeó contra una pared. El menor fue trasladado por sus padres al centro de salud, desde donde lo enviaron al Hospital General de Castellón. Ingresó en la UCI pediátrica, donde los médicos dieron la voz de alarma. Las lesiones no eran accidentales.
A los dos meses de vida, el pequeño Antonio había sido ingresado con un brazo roto. Su padre se lo retorció hasta causarle la fractura oblicua del húmero derecho, según el relato del fiscal. Entonces, se abrió un expediente por posibles malos tratos y se activó un Plan de Intervención Familiar que supuestamente controlaba periódicamente a los progenitores, de 20 y 17 años.
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Los asistentes sociales visitaron en diversas ocasiones a la familia y, aunque percibieron carencias, no apreciaron «ninguna circunstancia de maltrato». Los padres eran «muy jóvenes y muy inmaduros», pero parecía que el hogar «no tenía ningún problema» y que «todo iba bien».
No era así. La sentencia considera acreditado que desde el momento de su nacimiento, en noviembre de 2019, el bebé recibió bofetadas, golpes y al menos un mordisco. Las agresiones se intensificaron en 2020. Desde marzo, se produjeron de manera «casi diaria». La propia madre admitió que el padre pegaba al niño porque le molestaba que llorara.
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La abuela materna había pedido una indemnización por la muerte de su nieto. La Fiscalía reclamaba para ella 150.000 euros que el juez ha rechazado conceder al considerar que la mujer ni tenía un especial vínculo con el niño, ni colaboró en su crianza, ni trató de prevenir la situación.
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