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Sábado, 26 de octubre 2019, 20:37
Nuevo capítulo en el caso del crimen de Castro Urdiales. Carmen Merino, la mujer que metió el cráneo de su pareja, Jesús María Baranda, en una caja que dio a una amiga para que guardase, contrató a un grupo de sicarios para que acabaran con la vida de él. Una tesis que encajaría a la perfección en las nuevas investigaciones del caso, ya que ella siempre defendió su inocencia. De hecho, llegó a declarar: « Alguien dejó la cabeza de mi novio en la puerta; la guardé porque era el único recuerdo que tenía».
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Tal y como ha explicado Pablo Muñoz, periodista de ABC, en Cope este sábado, la mujer contrató a un grupo de matones para que pusieran fin a la vida del hombre de 66 años, divorciado y con hijos. «Cumplen con el trabajo y queman el cadáver para deshacerse de él, pero ella no les paga», ha explicado Muñoz en el programa de Cristina López Schlichting.
Ante este panorama, los sicarios solo tienen una forma de presionarla para que cumpla con el contrato establecido. «Le ponen el cráneo de su pareja delante de la puerta de su casa», ha explicado Muñoz.
El problema es que «ella sabía que estaba siendo investigada por la Guardia Civil -ha explicado el periodista de ABC-, ya que había una denuncia por la desaparición de Jesús María. Presionada porque los agentes aparecieran en cualquier momento, es cuando decide regalar la caja con la cabeza dentro a su amiga».
Por todo ello, cobra sentido que Carmen Merino, de 61 años, siempre defendiera su inocencia a pesar de sus antecedentes penales: un hurto de 300 euros en el domicilio de un familiar y la estafa de 6.000 euros a la expareja de otro familiar.
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La mujer, natural de Sevilla, llevaba siete años en Castro Urdiales, donde fue detenida el pasado 30 de septiembre después de que entregara una caja a su amiga con -según dijo- juguetes eróticos de su pareja. No quería que estos supuestos objetos íntimos fueran encontrados por la Guardia Civil en el caso de que registraran su casa, puesto que ya constaba la denuncia de desaparición.
La vecina, pasado un tiempo y debido al hedor que desprendía, abrió el paquete, encontrándose con el cráneo de Jesús María.
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