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CARLOS HIDALGO
Sábado, 12 de agosto 2017, 14:09
Beatriz López Doncel, la auxiliar de enfermería acusada de asesinar a una paciente en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid) «actuó por ciertos sentidos de animadversión hacia el personal médico». Así lo manifiesta la juez que instruye el caso, por el que la sospechosa, de 37 años, se encuentra en prisión provisional, comunicada y sin fianza, desde el lunes pasado. La imputada niega los hechos.
El móvil apuntado por la magistrada concuerda con lo adelantado ayer por este periódico: la sanitaria presenta un perfil psicopático que la llevó, supuestamente, a actuar así para, de alguna manera, vengarse de los médicos, sin demostrar empatía alguna con su o sus víctimas. Porque la Policía apunta a que podrían ser dos las octogenarias muertas a manos de Beatriz y por el mismo «modus operandi» (inyectándole aire en las venas poco antes de recibir el alta): la última, el pasado día 3, y otra, también en verano, en 2015 (hubo una primera investigación que no llegó a buen puerto).
Sin embargo, la juez deja abierta la puerta a otro intento en 2013 y otro asesinato consumado más también hace dos años, antes de que la auxiliar se diera de baja durante año y medio (regresó a su puesto este mayo) por una lesión en un brazo. En ese tiempo no sucedió ninguna muerte repentina. Pero fuentes del caso insistieron a ABC que lo que tienen sobre la mesa son los dos casos referidos, y no más; eso sí, están recabando historias clínicas para comprobar si ha habido más muertes en las que pudiera haber estado implicada.
En su declaración judicial, Beatriz López, que llevaba 13 años en el hospital (diez de ellos, en Medicina Interna), negó tajantemente los hechos: «Es imposible. No he suministrado aire a presión. Hago el aseo, cambio pañales y poco más. No toco agujas ni jeringuillas. Las únicas que toco son las que tengo en casa para cocinar y dar el jarabe a mi hija». Quizá con este último detalle intentaba explicar por qué la cámara de videovigilancia que la Policía había instalado meses atrás en la planta 5 B la había captado llevándose jeringas a su casa, algo que está totalmente prohibido.
Beatriz reconoció que el 3 de agosto estaba trabajando y que entró cuatro veces en la habitación 528, donde se encontraba Consuelo, de 86 años, «pero solo para cambiar los termómetros». La última ocasión, pasadas las 15.45 horas, vio cómo la anciana, que padecía alzhéimer sufría una crisis. Dice que llamó a la enfermera y que acudieron los internistas. «Se la intubó, vomitó un poco de comida... Pero no había nada que hacer», añadió.
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