LUIS JAVIER RUIZ pío garcía
LOGROÑO.
Sábado, 30 de octubre 2021, 01:19
«Soy un peligro para mí mismo y para terceros». Cuando en el 2000 cumplió dos años en prisión provisional, Francisco Javier Almeida, condenado por el asesinato de María del Carmen López Guergué, pero con la sentencia recurrida, renunció a reclamar su puesta en libertad. ... Como exige la ley, un tribunal debía examinar la pertinencia o no de su continuidad en la cárcel una vez superado ese plazo, pero el juez ni siquiera se lo tuvo que pensar. El propio Almeida no se consideraba preparado para regresar a la sociedad e incluso reclamaba un tratamiento médico para los problemas físicos y mentales que padecía.
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No era la primera vez que Almeida reconocía en sede judicial sus demonios internos. Dos años antes había confesado en la Audiencia Provincial su incapacidad para sujetarse: «Tengo un instinto que no puedo dominar -dijo-. Nunca he tenido una relación normal con una mujer». Él llego a sostener que era impotente porque había sido operado de un testículo, pero los médicos descartaron no solo la impotencia sino que Almeida sufriera algún tipo de parafilia. «Una cosa es la conducta anormal -apuntó el forense- y otro el tipo de personalidad y de mente; no hay nada que diga que no puede controlarse. Sabe lo que hace y cuando lo hace es porque quiere».
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Almeida daba la impresión de ser una persona retraída, aunque en la distancia corta, cuando cogía confianza con su interlocutor, se transformaba en un hombre expansivo e incluso lenguaraz. Desde su juventud arrastró fama en el vecindario de ser un tipo turbio, cuyo trato era mejor evitar. Su padre se suicidó hace más de veinte años y su madre falleció en 2008. Aunque padecía una sordera severa, había cursado hasta cuarto de solfeo en el conservatorio oficial de música, y poseía un elevado cociente intelectual. En sus primeros años en prisión, se quejaba de que casi todo el dinero que ganaba trabajando en los talleres ocupacionales de la prisión se lo tenía que gastar en audífonos.
Su comportamiento entre rejas siempre fue ejemplar. Su buena actitud en la cárcel, en donde era considerado un preso de confianza, le permitió beneficiarse de la libertad condicional tras haber cumplido las tres cuartas partes de la condena
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Confundió a su víctima
El vecino de la población riojana de Lardero que el jueves por la tarde presuntamente estranguló hasta la muerte a Álex, un niño de 9 años al que minutos antes había raptado con engaños de un parque próximo, estaba desde hace un año y medio en libertad condicional, situación que se le concedió pese a llevar casi tres décadas consecutivas en la cárcel por ser un agresor sexual reincidente y un asesino.
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Francisco Javier Almeida López de Castro, de 54 años, cruzó la verja de salida de la cárcel de Logroño el 8 de abril del 2020, después de 21 años, 7 meses y 13 días encerrado entre esta prisión y la cántabra de El Dueso, tiempo durante el que no logró permiso penitenciario alguno por la oposición de la Fiscalía. El jueves, 568 días después, cuando aún no había liquidado la condena de 30 años de cárcel por violar y coser a cuchilladas a una agente inmobiliaria el 17 de agosto de 1998 en Logroño, volvió a matar.
Cuando el jueves se acercó a Álex y a otra menor en el parque Villa Patro de esta población de diez mil habitantes colindante con Logroño, donde los pequeños se habían separado minutos antes de sus padres y de otros amigos, con quienes participaban en una celebración, al pedófilo aún le restaban casi dos años, hasta el 17 de agosto de 2023, para extinguir su condena.
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Almeida invitó a los menores a acudir a su casa -ubicada en un tercer piso de un edificio situado a unos 100 metros- para enseñarles un cachorro de perro, pero solo logró engañar al niño. La víctima, según varios testigos, iba disfrazada como la niña de la película 'El Exorcista'. Fuentes de la investigación presumen que, al llevar disfraz, el depredador sexual lo confundió con una chica, como las que atacó en el pasado y acosaba en la actualidad.
Los padres alertaron al 112 y junto a otros vecinos de la zona iniciaron la búsqueda por su cuenta, primero en el inmueble del número 6 de la calle Río Linares y después en el número 5. Al llegar a la tercera planta encontraron al homicida con el menor en brazos sin sentido. Les dijo, aseguraron testigos de los hechos, que se lo había encontrado desmayado. Pero lo cierto es que lo acababa de asfixiar.
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Nada se pudo hacer por la vida de Álex, que murió en la misma escalera del crimen. No han trascendido más detalles sobre la investigación al haberse dictado el secreto de sumario. A expensas de lo que aporte la investigación, lo que ya está claro es que Almeida es un agresor reincidente. Al crimen de la agente inmobiliaria hay que sumar otro antecedente delictivo, el abuso sexual cometido el 5 de octubre de 1989, también en Logroño, sobre una menor de 13 años, entonces vecina suya, a la que interceptó en la calle y trasladó a su piso para asaltarla. Fue condenado en 1990 a siete años de prisión. En aquella ocasión también fue breve su libertad. Hacía poco más de un año que había extinguido la pena cuando cometió su primer asesinato.
La presencia de Francisco Javier Almeida en este barrio de Lardero no había pasado desapercibida para los vecinos de la zona, algunos de los cuales reconocieron estar vigilantes cuando lo veían en el mismo parque en el que el jueves comenzó la tragedia. De hecho, vecinos del jardín alertaron a la Policía Local hace ya dos semanas de que este hombre había tratado de convencer sin éxito a una chica de 12 años para que fuese a su casa. El lunes otra madre presentó una denuncia en la Guardia Civil asegurando que en el colegio Villa Patro de Lardero un varón invitó a su niña a ir a jugar con su hija a su casa, a lo que la pequeña no accedió. «Los datos aportados en la denuncia no permitían identificar al autor o vincularlo con la persona detenida», matizó, no obstante, la Delegación del Gobierno.
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La Guardia Civil, al cargo de la investigación, dedicó ayer la jornada a la toma de declaraciones y a la inspección del lugar del crimen, así como a su reconstrucción. El homicida, que a punto estuvo de ser linchado por los vecinos en el momento de su detención, está encarcelado en los calabozos policiales a la espera de pasar a disposición judicial.
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