A. S. GONZÁLEZ
Oviedo
Jueves, 3 de noviembre 2022, 20:39
La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Murcia ha condenado a 45 años de prisión a un contratista agrícola por seis delitos continuados de abuso sexual con acceso carnal y prevalimiento. Los jueces le han impuesto siete años de condena por cada una de ... las víctimas, todas ellas jornaleras, y la prohibición de aproximarse a ellas y permanecer en libertad vigilada durante los 5 años posteriores a su puesta en libertad. También le ha sido impuesta la obligación de indemnizar con 30.000 euros a cada una de las víctimas por un delito contra los derechos de las trabajadoras, por el que se le imponen tres años más de prisión.
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La sentencia describe como el condenado, de nacionalidad marroquí como sus víctimas, se aprovechaba de su situación de poder para perpetrar los abusos frente a inmigrantes sin recursos y en situación irregular en el país que acudían a él en busca de trabajo. Carecían de apoyos cercanos y dependían del hombre para subsistir. La mayoría no hablaba español y pesaban sobre ellas cargas familiares en su país natal.
El procesado, que actuaba de intermediario entre las trabajadoras y empresarios agrícolas y en ocasiones las empleaba en su propia explotación, mantenía relaciones sexuales «no deseadas» con sus víctimas, aprovechándose de su situación, ya que «dependían de él para su subsistencia». Las amenazaba, además, con una «posible deportación« si se planteaban denunciarle.
Los abusos se cometieron, según recoge la sentencia, en una de las dependencias de la finca del condenado. Tras escuchar el relato de dos de las mujeres agredidas, las fuerzas de seguridad localizaron el colchón en el que se producían los abusos. Según el informe del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, en él se hallaron restos orgánicos coincidentes con el perfil genético del condenado y de cuatro de las mujeres.
También existen grabaciones telefónicas que constatan los delitos. En una llamada, él mismo reconoce sus abusos con frases como «si quiere trabajar follamos, si no, que se vaya a la mierda», o «si no follo a ninguna, no doy trabajo a ninguna». Su defensa alegó que se trataba de una «broma» y basó su alegato en una conspiración de las demandantes para regularizar su situación en el país o incluso una venganza.
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Sin embargo, los magistrados aluden a la «inconsistencia» de sus argumentos y concluyen que la declaración de las denunciantes sí «se corresponde a la realidad en cuanto a la existencia de una pluralidad de relaciones sexuales, en un contexto muy parecido, con las diferencias suficientes propias de tratarse de episodios y personas distintas».
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