Raquel Gago sostuvo varios folios con sus apuntes.

«Sabía que no la podían ni ver, pero no sabía nada de ningún crimen»

«No tengo ninguna relación con Triana más allá de la amistad y no les debo nada como para haber hecho esto», defiendió Raquel Gago

O. SUÁREZ

Jueves, 21 de enero 2016, 04:15

¿Por qué cree que Triana le ha hecho esta faena? «No lo sé, no estoy en su cabeza, ni sé qué piensa, pero desde ese día no tengo vida». La policía local Raquel Gago, en libertad con cargos por el crimen de Isabel Carrasco, negó ayer tanto tener una relación amorosa con Triana como haber formado parte de ningún plan para matar a la política. «Sabía que Montse y Triana no la podían ni ver, pero no sabía nada de ningún crimen», atajó. Fue la única de las tres procesadas que contestó a todas las preguntas de las defensas, las fiscalía y las acusaciones particulares para contar con pormenores por qué no entregó el arma del crimen hasta 30 horas después del asesinato y por qué no dijo nada cuando supo que su amiga -«no íntima, pero sí muy cercana»-, había sido detenida.

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Aparentemente tranquila, sin titubear y con anotaciones en folios en las que se apoyó para detallar lo que había hecho el día de autos, aseguró que desconocía que Triana hubiese dejado el revólver en una bolsa en la parte de atrás de su coche. «Estaba esperando a que abriese la tienda de manualidades para comprar un bote de pintura y me encontré con un controlador de la ORA que conocía, me puse a hablar con él y de pronto vi que venía Triana y oí que decía algo así como 'tienes abierto el coche', yo no supe si era una afirmación o una pregunta, así que instintivamente le di al mando, pero no vi que metiese nada dentro. Luego pasó a nuestro lado y dijo 'voy a la frutería' y ya no volvió. La llamé y no me cogió, así que me fui a clase de restauración», explicó.

Según quedó acreditado con los registros de su móvil, unos 20 minutos después recibió la llamada de un compañero en la que le decía que habían matado a Isabel Carrasco y que estaban detenidas su amiga Triana y su madre. «Me quedé que no me lo podía creer, no lo asimilé, seguí con mi vida normal sin decir nada a nadie. Según me ha dicho mi psicóloga es una reacción normal cuando recibes un golpe que te toca de cerca, por eso no le comenté a nadie que la acababa de ver y que poco antes había estado con ellas en casa tomando un té. No sé por qué actué así, no puedo explicar mi reacción», se escudó la policía, que desde hace meses se encuentra en libertad provisional después de su estancia en prisión.

Según su versión, no fue hasta 30 horas después, cuando se puso a «meter una bici en la parte de atrás del coche en el garaje», cuando vio una bolsa negra en la parte trasera, «un poco metida por el asiento de delante». «Reconocí el bolso que le había dejado a Triana y me puse muy nerviosa porque empecé a atar cabos... Al abrirlo vi que había un pañuelo y un bolso más pequeño, al abrirlo vi algo brillante y ya lo identifiqué como un arma», añadió. En ese momento se encontraba en compañía de una hermana y tal y como relató, empezó a decir: «'No me lo puedo creer, no me lo puede creer', me faltaba la respiración, se me vino todo abajo». Fue entonces cuando decidió llamar por teléfono a un conocido suyo del Cuerpo Nacional de Policía para contarle su hallazgo. «Le pedí que no pusiese las sirenas del coche porque mi padre está enfermo del corazón y no quería preocuparlo», apostilló. El agente llegó acompañado de su jefe y de otros dos policías nacionales llegados de Burgos. «Esos policías de Burgos sacaron el bolso y luego volvieron a dejarlo dentro del coche, algo que no aparece en los autos, al igual que no pusieron que estuvieron en mi casa interrogándome», lanzó Raquel Gago, en probable connivencia con Triana y Montserrat que también lanzaron dardos a esos mismos policías de Burgos. «Eran amigos de mi padre y dijeron que vinieron a ayudarnos, nos aconsejaron que dijésemos que mi madre me dio el bolso con el arma dentro de un pasadizo, les hicimos caso y mira...», dijo Triana. Madre e hija cambiaron meses después su versión para explicar que la madre había tirado el bolso y la hija lo había recogido del suelo, que implica una menor planificación del acto delictivo.

Hasta en dos ocasiones le preguntaron el fiscal y una acusación particular a Raquel Gago si no era cierto que mantenía una relación de pareja con Triana para intentar dar respuesta a una de las cuestiones que más se plantean en este caso: ¿Por qué participó en un plan con tan fatales consecuencias?». «No tengo ninguna relación con Triana más allá de la amistad y no les debo nada como para haber hecho eso», atajó ella. Asegura que tiene una relación sentimental desde hace 16 años con un hombre que está casado, que al parecer declarará la próxima semana como testigo. También Triana aseguró tener una relación desde hacía tiempo con una persona, pero que no quería que nadie se enterase. Ella no dio ni nombre ni razón.

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Desde que abandonase la prisión de Mansilla de las Mulas a la espera de que se celebrase el juicio, Raquel pasa largas temporadas en casa de un hermano en Oviedo. Sus allegados aseguran que no quiere ni pisar León y que lo único que pretende es «que se sepa que es inocente, que no tiene nada que ver» y poder regresar a su puesto de trabajo en la Policía Local, donde ingresó en 1997. Al ser preguntada por el fiscal por las funciones que realiza dentro de la plantilla ella contestó: «Estoy en la policía de barrio, que hacen, mejor dicho, hacemos, labores de vigilancia en los colegios, intervenimos en problemas entre vecinos...». Confía en salir indemne de todo este proceso, aunque la factura que le ha pasado a nivel emocional y físico es ya más que evidente. Y eso que ayer dejó a un lado el luto riguroso y vistió con colores claros e incluso una camisa semitransparante.

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