IRMA CUESTA
Viernes, 9 de enero 2015, 04:20
Una multa de 80 euros. Eso es lo que tendrá que pagar Vanesa Viéitez, una joven enamorada de O Carballiño (Orense), después de dejarse besar en la mejilla por su novio mientras conducía y ser sorprendida por una patrulla de la Guardia Civil. «Pensé que se trataba de una broma, que era algo surrealista, porque yo ni me moví de mi asiento, simplemente él se inclinó para besarme y yo seguí conduciendo atenta a la carretera», ha declarado la indignada conductora de 29 años porque, además de sancionarla porque se había visto limitada «su capacidad de movimiento», los agentes aseguraron que había sido sorprendida manteniendo «relaciones cariñosas con su acompañante».
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Su versión de lo ocurrido es la siguiente: Vanesa -que aún está tratando de digerir lo que le ha pasado- acababa de recoger a su novio el día de Reyes cuando éste, en un arranque de cariño, le da un beso en la mejilla al paso de una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico que inmediatamente le da el alto con las luces del vehículo oficial, le pide la documentación y le comunica que será sancionada por hacer «cosas raras».
Estupefacta, la joven asegura haber preguntado a los agentes si se trataba de una broma, pero de eso nada. De poco sirvió que la infractora asegurara que la zona por la que circulaba no era de alto riesgo, y que el beso que recibió del cariñoso copiloto no fue del tipo que te hace perder el sentido sino «del que da una madre a su hijo».
Resulta que la supuesta infracción está perfectamente tipificada en el artículo 18, apartado 1 del Reglamento General de Circulación: «Está prohibido conducir el vehículo sin mantener la propia libertad de movimientos». En vista del revuelo suscitado por el asunto, incluso el Jefe de la Guardia Civil de Tráfico en Galicia, Francisco Molano, ha salido en defensa de sus agentes recordando que un beso puede suponer «una distracción en la conducción».
El lamento de Vanesa, asegurando que a ella aquel beso no la limitó la libertad de movimientos, ni la distrajo, servirá de muy poco. El jefe de Tráfico ha sido tajante: «Puede parecer anecdótico, pero no dejan de ser actitudes que tenemos que rechazar y poner todos los sentidos en la conducción, ya que pueden dar lugar a una salida de vía».
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Lo dicho, que a partir de ahora, además de por hablar por teléfono, leer o escribir mensajes, comer, fumar, pintarse los labios, o asomar la mano o el codo por la ventanilla, los agentes pueden multarle si su pareja, en un ataque de afecto, le da por demostrarle cuánto le quiere.
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