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Torre y castillo de los Bernaldo de Quirós. FOTOS: PABLO A. MARÍN ESTRADA
De la sombra tutelar del castillo de Tudela al gozo en La Manjoya
HISTORIAS DEL CAMINO DE SANTIAGO

De la sombra tutelar del castillo de Tudela al gozo en La Manjoya

Último tramo. El peregrino enfila la recta final del Camino del Salvador al coronar el Alto del Padrún para entrar ya en tierras del concejo ovetense

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Domingo, 5 de junio 2022, 13:12

El camino del Salvador que recorrieron durante siglos desde León cientos de peregrinos para visitar la sede del Señor y el Arca Santa enfila su último tramo al coronar el Alto del Padrún para entrar ya en tierras del concejo ovetense. Tras pasar Aguilar -topónimo que algunos historiadores vinculan al castillo del mismo nombre, muy citado en la documentación medieval- dejamos atrás el asfalto de la carretera para descender por un sendero que sigue el trazado de la vía milenaria histórica que comunicaba los valles del Caudal y del Nalón. En diversos trechos nos encontraremos con los restos del empedrado mientras avanzamos cuesta abajo hasta Casares.

Al fondo de la panorámica que nos ofrece el trayecto vislumbraremos las colinas de la Manjoya y tras ellas el perfil del Naranco, pero mucho más cerca, 'a vista de ferre' la cumbre a la que se nos escapa la mirada es la del Picu Castiellu, en cuya cima se alzan las ruinas del Castillo de Tudela. Su sombra tutelar será una visión que nos acompañará durante buena parte del itinerario y da fe del valor como bastión estratégico que tuvo este enclave a lo largo de la historia. Desde sus murallas, los centinelas de la fortaleza verían el flujo constante de los romeros que caminaban hacia Oviedo para continuar su promesa a Santiago. Avezados a divisar el paso firme de las huestes belicosas que penetraban por la misma vía, debía resultarles especialmente agradable descubrir a esas pacíficas y dispersas legiones de caminantes. El mismo nombre del monte donde se levanta, Picu Castiellu, es un orónimo que aparece por toda Asturias relacionado con asentamientos castreños e investigadores modernos dan por hecho que allí existió un recinto fortificado prerromano. El Tudela que lo identifica -también a las actuales y cercanas Tudela Veguín y Tudela Agüeria- es claro que viene de 'tutelam' (lugar dedicado a defensa o protección). Fue residencia regia de Alfonso III el Magno y en el siglo XII volvería al primer plano de la historia como bastión del conde rebelde Gonzalo Peláez.

Por los mismos vericuetos que ahora recorremos hacia Oviedo, hubo de marchar Peláez en sentido contrario hacia León para asistir a la coronación de Alfonso VII como emperador. Dos meses más tarde se alzaría contra él en una de las múltiples revueltas que protagonizó durante su turbulenta vida. El de Tudela fue solo uno de todos los castillos que tuvo bajo su control e iría perdiendo en sus sucesivas derrotas. La última vez que lo venció Alfonso VII, mandó que lo encerraran con «fierros» en el castillo de Aguilar y luego lo desterró a Portugal, donde murió acogido por su aliado Alfonso Henriques. Regresó ya de cuerpo presente en un féretro conducido por sus propios caballeros para ser enterrado en Oviedo. Es muy probable que el cortejo fúnebre de Gonzalo Peláez viniese de tierras lusitanas pasando el puerto por el itinerario que seguimos ahora nosotros camino del Salvador.

Dejamos allá en su nido de águila de las ruinas de Tudela el espectro lejano del conde Rebelde para alcanzar la vega de Olloniego y a la entrada de la villa, en el barrio de la Estación, vamos a pasar por el que fue, sin duda, lugar de refresco de los últimos peregrinos del siglo XVIII, la conocidacomo Fuente de los Llocos, construida en 1776 con diseño de Francisco de Pruneda. En la memoria popular se le atribuyen a sus aguas ciertos efectos que explicarían su nombre, recordados en la expresión: «Déxalu, diz fataes porque tuvo bebiendo na Fonte los Llocos». Desconocemos si eso afectaba también a los romeros o solo a la población local. Del vínculo de la villa con la ruta al Salvador es testimonio el Hospital que se ubicó en La Plazuela y especialmente el puente medieval que salvaba el Nalón hasta que una riada desvió su curso en 1676. A su lado el Torreón y Palacio de los Bernaldo de Quirós es otro hito que conoció los siglos dorados de las peregrinaciones.

A la salida de Olloniego, cruzado el Puente Nuevo (1780) la casona del Portalgo, da cuenta de su historia como villa de paso a Oviedo para toda clase de viajeros. Atravesando la vega de Manzaneda y tras superar Picu Llanza y la Vega del Aire, pronto alcanzaremos La Manjoya, con sus iglesias -vieja y nueva- dedicadas a Santiago. El topónimo remite a un posible Monte de Júpiter, según el estudioso Xosé Lluis García Arias, aunque los entusiastas del legado jacobeo prefieren ver en él un franco 'Mon Joi' (mi gozo), expresión de júbilo de los caminantes al intuir desde allí la torre de San Salvador. Sea cierto o no, resume bien el sentimiento del que acaba de llegar por fin a Oviedo. El siguiente destino es ya Compostela.

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