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El mundo digital rezuma violencia contra las jóvenes y está copado por estereotipos machistas e imágenes y modelos de mujeres hipersexualizadas, poco representativas de la diversidad y realidad social y físicamente inalcanzables para la mayoría. Esta es la opinión trasladada por las propias chicas de ... 18 a 30 años en un estudio del Ministerio de Igualdad que buscaba determinar cómo son los contenidos femeninos en internet, chats, plataformas y redes sociales y cómo repercuten en la experiencia digital y vital de las españolas.
Un primer dato ya da idea sobre el alto grado de agresividad machista del ámbito digital. Siete de cada diez jóvenes españolas (el 72,2%) han sido acosadas y vejadas durante su actividad por internet. Han recibido comentarios sobre su físico o mensajes de contenido sexual no deseados ni demandados. Seis de cada diez, el 59%, también han sido objeto de menosprecios, ataques e insultos mediante comentarios machistas.
Es un síntoma del problema general que han detectado las expertas del Instituto de las Mujeres tras la encuesta a más de mil jóvenes, las entrevistas y los grupos de análisis: «La violencia digital contra contra las mujeres es un fenómeno en expansión». El acoso, el troleo, pero también la derivación en violencia de género y agresiones físicas y sexuales están en franco aumento, según las propias afectadas.
La 'manosfera', una red de webs, blog y foros de exaltación machista y antifeminismo, ha ganado fuerza en los últimos años, coinciden, y favorece el aumento de esta violencia y el alejamiento de muchas jóvenes de múltiples espacios de internet tras las experiencias negativas. La sensación de inseguridad y de miedo crece entre las usuarias digitales en un ámbito en el que, añade el estudio, las opiniones y contenidos «perpetúan la cultura de la violación».
El 71% de las jóvenes acosadas, vejadas o agredidas por mensajes misóginos o de carácter sexual se limitan a bloquear a los emisores, pero muy pocas son las que los denuncian ante las plataformas o la policía. Las más atacadas y vulnerables son las más jóvenes, las de 18 a 24 años, y las que tienen un menor nivel de estudios, posiblemente porque tienen menos estrategias de autoprotección y menos capacidad de pedir ayuda.
Junto a la generalización de la violencia machista el análisis desvela que los contenidos mayoritarios de internet y las redes sociales muestran mujeres cosificadas, domesticadas, hipersexualizadas y con un abundante rol de cuidados. Repiten un perfil principal alejado de la diversidad social, con una referente de alto estatus económico, blanca, delgada, con una imagen mejorada por filtros o retoques u operaciones estéticas, que invisibiliza a las mujeres de otras razas o etnias, a las de cuerpos reales, a las profesionales o a las que sufren algún tipo de discapacidad.
Las jóvenes españolas creen que la publicidad digital, que seis de cada diez veces les envía moda o belleza, fomenta unas expectativas de apariencia irreales, con una hipersexualización del cuerpo femenino y unas chicas «superwoman» (perfectas y que llegan a todo), presionándolas para identificar el éxito con esos parámetros. Perciben que las opiniones y contenidos digitales perpetúan las desigualdades de género, los estereotipos femeninos tradicionales (siempre en un plano hogareño y secundario) y aumentan el riesgo de violencia machista en la pareja.
Las consecuencias de esta violencia machista y la generalización de estereotipos irreales, según las propias afectadas y las expertas, son un aumento de la inseguridad y de la presión psicológica y social, que fomentan el aislamiento y la soledad, la frustración y dañan la autoestima y la independencia personal, además de disparar los trastornos de alimentación por la insatisfacción física y los problemas de salud mental, con una presencia abundante de ansiedad ante los acosos y la sensación de ser juzgadas de forma permanente.
A la vista del sesgo agresivo y machista detectado en el mundo digital, el Instituto de las Mujeres propone una serie de medidas que buscan fomentar la mirada feminista y abordar cambios que propaguen la igualdad de género, la seguridad y libertad de navegación de las mujeres y el compromiso con estas acciones de los dueños de las plataformas de internet.
Entre las varias decenas de propuestas, además de las medidas de sensibilización y formación, destacan la creación de servicios integrales y ágiles para atender a las víctimas de la violencia digital, simplificar los canales de denuncia, endurecer la legislación contra el acoso digital o establecer regulaciones claras para la publicidad 'online'.
Las más concretas son las exigencias a lo operadores privados. Les reclaman «moderadores» suficientes y formados, suspender con rapidez las cuentas machistas o con discursos de odio, facilitar el control parental, eliminar el anonimato y verificar de forma efectiva la identidad para exigir responsabilidades, sancionar a las plataformas que incumplan las normativas sobre violencia y no discriminación, sancionar a los operadores que logran beneficios con contenido humillante o violento e introducir cambios en los algoritmos para garantizar la promoción de perfiles diversos y reales.
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