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SUSANA D. TEJEDOR
Domingo, 10 de noviembre 2019, 03:55
El doctor Fernando Aleu, que acabó trabajando para la marca de colonias Puig, ha vivido sus 90 años intensamente, pero le quedaba por escribir una novela. Así que lo ha hecho, 'El intercambio', y ya piensa en la siguiente. Conversador, con don de gentes, modesto ... e intenso, sigue aprendiendo y se ha propuesto que todos lo hagamos. El martes presenta su libro en la Librería Cervantes (19 h.).
-Una novela de homenajes. A su ciudad natal, Barcelona, a sus profesiones, médico y perfumista.
-Exactamente. Lo dijo José María Carrascal: 'Una Barcelona de comienzos de los años cuarenta del pasado siglo a la que uno de sus hijos cosmopolitas rinde homenaje y dice adiós'. Además, aprovecho mi profesión de médico forense y a mi posterior tarea de perfumista para incluirlo entre los personajes.
-Más que adiós usted dice 'hola' a la vida literaria. Primera novela a los 90 años. ¡Para que digan que ya se ha hecho todo en la vida....!
-Estoy muy sorprendido, porque a mis años no esperaba esto. Es una inyección biológica de gran potencial y optimismo.
-'El intercambio' narra un episodio con toques personales.
-Yo era un nadador en el Club de Natación de Barcelona, en el puerto. Con mis dos compañeros, al terminar las clases, vimos en la zona movimiento y nos acercamos. Entonces, la Guardia Civil nos dijo que nos fuéramos de allí que al día siguiente estaría cerrado. Nos entró la curiosidad y al día siguiente fuimos a ver qué pasaba, desde la montaña de Montjuic y con unos prismáticos. Entonces vimos cuatro barcos enormes que estaban amarrando.
-Pero hubo algo más que le llamó la atención y que marcó su vida.
-Sí. Comenzaron a llegar coches lujosísimos, algunos alemanes, con la esvástica, y otros ingleses. Me quedé muy impresionado y cuando llegué a casa se lo conté a mi madre. Entonces me dijo que tenía un tío que trabajaba en el Hotel Ritz, y que me fuera allí con él.
-Y se encontró con otro mundo.
-Con 14 años ves pasar a tu lado a gente que vive muy bien, un ambiente distinto. Estaba todo ocupado por los alemanes, porque los ingleses se alojaban en el Hotel Majestic. Pasaban mujeres de piernas largas, muy rubias, y fumando. Aquello me impactó y entonces dije: «yo quiero vivir así».
-Y se decide a contar la historia.
-Mi nieta Anna me dijo que le contara alguna historia que me hubiera impactado. Le conté este episodio y me contestó: «escríbelo». Y le hice caso. Las historias están para contarlas; todos tenemos una historia.
-Usted tiene muchas historias. Su vida da para más de una novela.
-Sí. Dejé mi profesión de médico porque en mi camino se cruzó Manuel Puig. Fue un flechazo. Le hablé de la mala distribución de sus perfumes y me contrató para hacerlo yo. Vi la oportunidad de recuperar mis raíces con España, ya que yo llevaba años en Estados Unidos.
-Allí conoció a Severo Ochoa y a Margarita Salas.
-A Severo Ochoa lo conocí en mi época como médico. Me dijo algo que cambió mi vida: «Tú no vales para sabio, eres listo, pero no tienes ni paciencia ni rigor. Ese hombre era un santo. No había un trabajador como él. A Margarita Salas la conocí poco. Ochoa la respetaba muchísimo. Era rigurosa y se tomaba su tiempo antes de contestar. Recuerdo una anécdota durante una conferencia que ella impartía. Le hicieron una pregunta y ella, mirando a los ojos del interlocutor dijo: «No lo sé». Había mucha valentía en su saber. Era muy modesta. Todos la querían y la respetaban y admiraban.
-Se ha codeado con lo mejor del cine. Cuente.
-A Elizabeth Taylor la conocí con mi traje de perfumista. La fundación de la fragancia ofrecía un premio de perfume del año y recayó en ella. Vino a recogerlo. Ya tenía problemas de cadera y no se levantó para recogerlo sino que me acerqué yo a ella. De los nervios tropecé y me di de bruces contra sus pechos. Fue la única vez en mi vida que me puse colorado. Ella era muy elegante y me sonrió y me dijo: «Ya tendrás algo que contar».
-Diferente fue su encuentro con Montgomery Clift.
-Es algo morboso. Hice su autopsia. Fue terrible. Yo le admirada. Era guapísimo. Y me llevó a una reflexión: te das cuenta de una cierta dimensión de lo qué es la vida y de cómo hay que posicionarse ante ella.
-Una buena reflexión.
-Tengo dos hijos. El pequeño tiene 22 años. A él le digo que de mí aprenda dos cosas: cierto sentido de la perspectiva que le lleve a pensar que no hay que mezclar lo importante con lo trivial, y mantener siempre sentido del humor.
-Le queda entrar en política...
-Sí tuviera 30 años, igual. Pero me gusta más tratar de comprender que de condenar. Me gusta ver la otra cara de la moneda y me gusta escuchar el argumento de los que piensan diferente a mí. Tengo mis prejuicios pero procuro que no lo parezca. Hay señores inteligentes que, al final, abrazan posturas agónicas.
-Nos acercamos a Cataluña...
-En Cataluña hay personas a las que parece que les han lavado el cerebro y solo ven una parte del problema. Todo radica en que piensan que pagan más de lo que reciben y, además, argumentan que «somos diferentes» y, claro, eso quiere decir que somos mejores.
-Dígame, ¿qué perfume usa?
-Ja ja. Pues la competencia.
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