Santa Cristina de Lena.Palacio de Campomanes. FOTOS: PABLO A. MARÍN ESTRADA
HISTORIAS DEL CAMINO DE SANTIAGO

Santa Cristina y sus portentosas aristas, la huella de Roma y una cruz paté

Arquitectura. La iglesia prerrománica de Lena es uno de los tesoros de las vías jacobinas . La perfecta simetría de sus 32 contrafuertes, con las esquinas que le dan fama, invitan a un juego espacial

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Lunes, 23 de mayo 2022, 12:31

Al peregrino que sale de Campomanes para continuar su camino al Salvador le aguarda, apenas ha calentado los pies, uno de esos tesoros de los que están llenas las vías jacobeas: la iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena. Su portentosa arquitectura, singularizada en la perfecta simetría de sus treinta y dos contrafuertes, con las correspondientes esquinas que le dan fama más allá de su extraordinaria fábrica, invita a un doble juego espacial: hacia el interior del templo, con una impresión de amplitud mucho mayor de la que podría percibirse desde fuera, y hacia el entorno natural en el que se alza sobre una colina, coronándola y a la vez 'empequeñeciéndose' en la grandeza de un paisaje de altas cumbres con el extenso valle fluvial que forman los ríos Pajares y Caudal a los pies.

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De estilo ramirense, como Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, la fecha en que se levantó se suele situar en torno al 850, es decir, muy cerca del momento en que Ramiro I dejaba el reino de los vivos y lo sucedía su hijo Ordoño, el primero. Ni en las crónicas de la época ni en las posteriores hay referencia alguna a que fuese su heredero el que la alzase y por ello, la fecha exacta de su construcción sigue envuelta en las brumas. Su emplazamiento en cualquier caso no parece tener nada de azaroso. Muy próxima al lugar discurre la Vía La Carisa, que comunicaba Asturica Augusta con el centro de Asturias y a tiro de piedra, abajo en el valle, en Vega del Ciego están los restos de la Villa Memorana, una de las muchas que debieron existir en territorio lenense si nos guiamos por los antropónimos que se entrevén en muchos nombres de lugar: Xomezana (villa Diomedana, de Diómenes), Cornellana (de Cornelius) o Carabanzo (de Caravantius). Nos encontramos en una zona que fue vía de paso desde épocas muy tempranas entre la meseta y nuestra región. Tampoco es casual que el conocido como Camino del Salvador discurra por aquí: esta era una de las principales entradas a tierra asturiana desde los puertos del cordal cuando Alfonso VI de León asistió en Oviedo a la apertura del Arca Santa y esa fue la ruta que siguieron los primeros romeros de esta vía a Santiago.

De la huella que perdura de aquellos viajeros piadosos encontraremos, después de atravesar La Pola de Lena, en Villallana el recuerdo en el llamado Hospitalón, al lado de la iglesia de San Martín. Atentos y curiosos conocedores del Camino del Salvador, como el leonés José Antonio Cuñarro, reseñan la presencia de una cruz paté -el símbolo templario- grabada en un viejo hórreo cercano al templo, una posible pista del vínculo de la antigua alberguería con la Orden del Temple. Otro caramelo más para los amigos de los enigmas y del poso por descifrar de lo legendario, tan abundantes a lo largo y ancho de todos los itinerarios jacobeos.

Ya en tierras mierenses, otra perla, casi milagrosamente rescatada del furor bárbaro de la piqueta, nos llevará al tiempo de las grandes peregrinaciones medievales la iglesia de Santa Eulalia de Ujo. Apenas varios elementos se lograron salvar del primitivo templo románico, destruido en las primeras décadas del siglo XX para abrir paso al progreso del ferrocarril: el ábside, incrustado en un lateral del templo actual, la portada, con sus cabezas de pico de estilo normando, el arco de triunfo y una serie de canecillos, en los que destacan curiosas figuras de monjes. Estamos ya a las puertas de la villa que lleva el Camino acuñado en el topónimo y que nos acerca un poco más al Salvador para seguir ya cumplidos a Compostela.

«Hay bares y comercios que sin el Camino estarían cerrados»

José Antonio Cuñarro Divulgador y conservador de la ruta

José Antonio Cuñarro, es sin duda el mayor conocedor del Camino del Salvador. Minero prejubilado de Santa Lucía (Pola de Gordón) comenzó a recuperar el trazado histórico de la ruta en 2008 y dos años más tarde a señalizarlo. Su última contribución es la completa guía que ha colgado en internet y que incluye, además de abundante información, los tracks de los distintos tramos. «Cuando empecé, en 2011, pasaron unos 65 peregrinos y el ritmo actual es de unos 2.000 al año. Parece poco pero recordemos que el Francés un año antes de la apuesta de la Xunta de Galicia en 1994 era de unos mil peregrinos y pasó en el primer Xacobeo a 90.000. O el Primitivo, que en la última década aumentó de 1.500 a 15.000». De su importancia histórica da un dato: «En 1525 en Oviedo se repartían tantas buletas del Salvador como compostelanas en Santiago, era impensable no pasar por la catedral ovetense». Y del impacto que tiene hoy asegura que «el peregrino deja un 2,6 más de gasto que el turista medio según un estudio reciente y en los pueblos de esta ruta ahora mismo hay comercios y bares que no viven del Camino pero sin él estarían cerrados». Echa en falta «un empujón de los concejos para aumentar las plazas de albergues, si no crece más es por la capacidad muy limitada de los actuales. Sería crucial para impulsar la vía del Salvador».

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