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¿Creéis que el cine puede cambiarnos la vida? ¿Puede hacernos mejores? ¿Puede hacernos peores? Con estas tres interrogantes comenzó Sandra Miret, activista feminista y divulgadora cultural, su entrenenida intervención. No tuvo que esperar para recibir desde el público un triple 'sí' como respuesta a todas ellas. Miret se hizo esta reflexión hace años, partiendo primero de las 'pelis' había visto en su infancia y los peluches de animales que le habían regalado. ¿Cómo habían impactado el cine en las especies reales que aparecen en los filmes? Y llegó a un estudio en el que se recogía, entre otras curiosidades, cómo los ejemplares de collie habían aumentado un 40% dos años después de 'Lassie'. Es uno de los efectos del cine 'mainstream', capaz de llegar a millones de personas. ¿Y qué pasa con las mujeres en el cine? ¿Qué personajes interpretan? ¿Qué dicen, qué hacen? Miret, que insistió en «tener espíritu crítico» para darnos cuenta de «cómo nos están reflejando», aludió a dos herramientas. «Una, 'el principio de Pitufina'». Se puede detectar en «historias donde las mujeres son minoría en espacios masculinos y percibidas como un accesorio en ese mundo androcentrista». Otra es el test de Bechdel (¿aparecen más de dos mujeres, conversan entre ellas y de lo que hablan no es sobre un hombre?). Al final se revela que «el hombre es sujeto y la mujer, objeto de deseo de la mirada masculina. Una mirada que nos representa fatal». Puesto que el cine «puede perpetuar que seamos misóginos», animó a «ser muy consecuentes con lo que consumimos y ver 'pelis' hechas por mujeres. Es el público el que demanda lo que quiere ver».
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