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Estudiantes durante un examen. AFP
Cómo ayudar a nuestros hijos con los exámenes finales: claves para acompañar sin presionar
Miércoles con Lucía Feito, psicóloga

Cómo ayudar a nuestros hijos con los exámenes finales: claves para acompañar sin presionar

Se acerca el fin de curso y con él, los exámenes. ¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos a superar el cansancio, la ansiedad, incluso la motivación, sin añadir más presión?

Lucía Feito

Oviedo

Miércoles, 9 de abril 2025, 07:17

El curso escolar se va acercando a su recta final, y con él llegan los temidos exámenes. Este año, además, muchas familias sienten que los chicos llevan casi dos evaluaciones sin apenas descanso y eso se empieza a notar: en el cansancio acumulado, en los bloqueos frente a los exámenes, en la desmotivación o incluso en los conflictos en casa. ¿Cómo podemos acompañarles sin añadir más presión?

Razones del cansancio acumulado y los bloqueos

Muchos adolescentes llegan a esta etapa del curso con una mochila emocional cada vez más cargada. Pero, más allá del cansancio, es importante saber que los bloqueos ante los exámenes no siempre tienen que ver con 'no estudiar lo suficiente'. A veces lo que hay detrás es ansiedad, miedo al fracaso, autoexigencia desbordada, expectativas difíciles de sostener o incluso sensación de no estar a la altura.

Desde mi trabajo en consulta con adolescentes, una frase que escucho mucho en esta época es: «Es que me bloqueo, me quedo en blanco y no sé ni por dónde empezar».

Y detrás de ese «me bloqueo» hay muchas veces un alto nivel de ansiedad y miedo real a decepcionar a los demás o a sí mismos.

En otros casos, se trata de adolescentes que no han aprendido a organizarse bien y que cuando llega la presión del último momento se sienten completamente sobrepasados.

Acompañarles desde la comprensión y no desde el juicio puede marcar la diferencia.

¿Qué podemos hacer como madres y padres?

Aquí van algunas claves que pueden ayudar:

  • Validar cómo se sienten. No restemos importancia. Aunque desde fuera nos parezca que no es para tanto, para ellos sí lo es. Sentirse comprendidos reduce la tensión y mejora la conexión.

  • Evitar frases como «te lo estás buscando» o «solo tienes que estudiar». Estas frases, aunque bienintencionadas, suelen aumentar la culpa y el bloqueo.

  • Ayudar a planificarse, sin hacer por ellos. Pueden necesitar una guía para organizarse, pero cuidado con hacerles las tareas o resolverles los problemas. La sobreprotección, aunque parezca que ayuda, es un espejismo: impide que desarrollen una verdadera cultura del esfuerzo, aprendan a frustrarse o a construir autonomía.

  • Crear espacios de descanso reales. Estudiar sin parar no es eficiente. Alternar con momentos de desconexión les permite recuperar energía y claridad mental. ver una serie, jugar o simplemente estar tranquilos también forma parte del equilibrio.

  • Revisar nuestras propias expectativas. ¿Qué nos está generando ansiedad como madres o padres? ¿Podemos acompañar sin trasladar nuestra presión?. A veces somos nosotros quienes, sin darnos cuenta, añadimos presión. Pararnos a mirar qué estamos proyectando también es acompañar.

El papel de las pantallas: sin demonizarlas, pero con conciencia

Las pantallas forman parte de su día a día, también en época de exámenes. A veces las utilizan como herramienta de estudio, pero muchas otras como vía de escape. Si no se regulan bien, pueden interferir en la concentración, el descanso y la motivación.

No se trata de demonizar el móvil o el ordenador, sino de encontrar un equilibrio saludable. Algunas ideas que pueden ayudar:

  • Pactar momentos sin móvil o sin redes durante el estudio. El modo avión o dejar el móvil en otra habitación puede ser una gran ayuda.

  • Fomentar pausas de calidad lejos de pantallas y ofrecer alternativas de ocio sin pantallas durante las pausas: salir a caminar, dibujar, hablar, escuchar música, etc.

  • Hablar abiertamente sobre el uso del móvil sin convertirlo en un campo de batalla.

  • Dar ejemplo: también como adultos podemos mostrar autocuidado digital y mostrar a nuestros hijos que somos capaces de desconectar.

El objetivo no es controlar, sino acompañar en el aprendizaje de una buena autorregulación.

Una mención especial a estudiantes de 2º de Bachillerato

Estos chicos y chicas están en una etapa especialmente intensa y exigente. Parece que todo se juega en unos pocos exámenes, en una nota, en un futuro incierto. Y a veces se olvidan —y también nosotros— de que no todo es una calificación.

Detrás de cada estudiante hay un esfuerzo, unas circunstancias, una historia que merece ser reconocida. Lo importante no es solo llegar, sino cómo llegan. Y saber que, pase lo que pase, no están solos.

Sobre todo, estar disponibles

Al final, más allá de las técnicas de estudio o las estrategias, lo que más ayuda es saber que cuentan con un adulto que no solo está pendiente de resultados, sino también de cómo se sienten. Que pueden hablar, fallar, pedir ayuda. Que no se define su valía por un examen.

Porque lo que más recuerdan los adolescentes que acompañamos no es si sacaron un 5 o un 9, sino si alguien estuvo a su lado cuando más lo necesitaban.

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