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La muerte de un hombre de avanzada edad este jueves en Salamanca por fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) vuelve a poner el foco en las posibles pandemias que el mundo entero podría sufrir. Ya son cinco las muertes de una enfermedad que hasta ahora era endémica de África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia, pero se ha descubierto la presencia del virus hasta en cinco comunidades del centro y sur de la península ibérica, algo que se debería al cambio climático y a los transportes de animales.
La comunidad científica tiene evidencias de que el Nairovirus está presente en España desde 2010 donde se detectó cerca de la frontera con Portugal, aunque no ha sido hasta 2016 cuando se tuvo la certeza de su transmisión por el primer caso de contagio humano en Madrid asociado a la picadura de una garrapata en Ávila y de un segundo por parte de la enfermera que le atendió.
Actualmente Extremadura, Castilla La Mancha, Madrid y Castilla y León son las comunidades más propensas a sufrir estos brotes ya que es ahí donde se están avistando las garrapatas que causan la dolencia.
La transmisión del virus se produce generalmente tras la picadura de una garrapata, aunque también se puede producir tras el sacrificio de animales que porten el virus o por el contacto con fluidos como la sangre con personas infectadas.
Desde que se produce la infección hasta que aparecen los primeros síntomas suele transcurrir un período de entre tres y trece días. La persona enferma nota de forma súbita dolor de cabeza, malestar articular, sudoración, problemas gastrointestinales y respiratorios e incluso conjuntivitis además de enrojecimiento de la piel.
Todo ello puede desembocar en un fallo hepático, renal o pulmonar que causa una tasa de mortalidad entre el 3 % y el 40 % de las personas que se contagian, es decir, 1 de cada 3 no consigue sobrevivir y las complicaciones son mayores cuanta más edad tenga el paciente.
Aunque son pocos los casos que desembocan en cuadros graves, es importante tratar la enfermedad con antitérmicos que eviten que el paciente se desangre. Hasta ahora, no existe vacuna alguna y su prevención pasa por evitar el contacto con zonas de riesgo donde se encuentran las garrapatas que producen la picadura.
El principal género que transmite la enfermedad son las garrapatas 'Hyalomma' unos parásitos que se alimentan de sangre y que normalmente hasta pasadas 24 horas desde que se adhieren a la piel no comienzan a alimentarse. Si se observa que una garrapata está en la piel lo ideal es cogerla con unas pinzas e intentar sacarla sin que ninguna parte de su cuerpo quede incrustada y vigilar muy de cerca si en los siguientes días aparece fiebre.
El virus de le Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo es mutante por lo que pueden existir diferentes cepas en una misma zona lo que complica su erradicación y aumenta el desconocimiento de cómo funciona. Hasta ahora solamente se sabe que entra en el torrente sanguíneo y se replica en las células invadiendo todo el sistema gracias a su capacidad de 'engañar'.
Desarrollar un tratamiento es complicado ya que la virulencia de la Fiebre Hemorrágica imposibilita analizarlo fuera de un laboratorio preparado para virus de alta transmisión con una seguridad máxima por lo que de momento tan solo se pueden hacer sistemas de vigilancia para saber dónde y cómo se expande el virus ya que estudios recientes apuntan que el ganado de países como Italia podría estar expuesto a la enfermedad.
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