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salvador arroyo
Bruselas
Jueves, 1 de julio 2021, 10:10
El Certificado Digital covid-19, inimaginable hace dos años en una Europa que tiene en el derecho a la libre circulación su viga maestra, es ya una realidad. Los cortocircuitos que se vienen sufriendo en el Espacio Schengen desde el estallido de la pandemia han ... obligado a poner en marcha este 'pase' para intentar restablecer la libertad de movimientos y con ella el turismo. Pero la mutación india del patógeno (Delta), más transmisible y grave, inquieta y ya le está jugando una mala pasada.
Pese a que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, concretaba este jueves que «ya se han generado más de 200 millones de certificados», la realidad es que no se descartan repliegues; 'frenadas de emergencia' entre socios. Alemania ya ha dado el paso con Portugal al incorporarle a sus zonas «de riesgo», prohibir los viajes no esenciales, e imponer una cuarentena obligatoria de 14 días aunque se esté vacunado.
Delta está presente en el 50% de los contagios en el país germano y su ministro de Salud, Jens Spahn, pronosticó que llegará al 70% u 80% en un mes. En Portugal es la variante más extendida (ha pasado del 4% a ser responsable del 56% de las infecciones en todo el territorio, con niveles del 95 % en zonas como el Alentejo) y también siembra el caos en Reino Unido y Rusia.
El miedo es que esta primera frenada se replique y el 'cierre por vacaciones' se extienda hasta convertir en totalmente inservible el certificado europeo. Y a más corto plazo, existe la preocupación de que la incoherencia de medidas derive en descoordinación: controles duplicados en origen y destino, falta de medios de verificación o herramientas dispares y, en consecuencia, saturación en los aeropuertos.
La organización que agrupa a los gestores de estas infraestructuras (ACI Europe) además de las grandes compañías aéreas ya han advertido a la Comisión Europea del «riesgo de caos» si este pasaporte no se implementa de forma coherente. Como muestra, ayer hubo grandes aglomeraciones en el aeropuerto de Bruselas que colapsaron prácticamente las carpas de control de pasajeros.
Hoy día el documento es válido para toda la UE, además de Islandia, Liechtenstein y Noruega -con Suiza se está pendiente de confirmar la reciprocidad-. Veintiún Estados miembros, además de los tres citados del Espacio Económico Europeo, ya habían comenzado a emitir certificados antes de la fecha límite del 1 de julio (en muchos casos, de hecho, un mes antes). Cinco socios del club han esperado hasta el último día e Irlanda, con problemas por ciberataques, ha tenido que retrasarlo. Pero la mayoría de los países están ya interconectados a la pasarela de validación comunitaria.
En su gestación hubo que superar diferencias entre los Veintisiete; distintas sensibilidades en cuanto a la política de viajes no esenciales e incluso los potenciales efectos discriminatorios del certificado. Esto último se ha salvado con un documento (digital o en papel) que no solo levanta las restricciones para quienes están vacunados con la pauta completa (a más tardar 14 días después de la última dosis); también actúa como salvoconducto si incorpora una prueba negativa (PCR o de antígenos) realizada en, al menos, las 72 horas anteriores o certifica que se ha superado la enfermedad y, en consecuencia, que se tienen anticuerpos.
Pero en lo primero -la política de viajes-, hay una línea que el certificado no rebasa: la soberanía territorial. Así que los Estados, aunque se comprometieron a no hacerlo, pueden imponer controles adicionales (como test negativos o cuarentenas al regreso) «si son necesarios» y siempre de «forma proporcionada» para salvaguardar «la salud pública» y teniendo en cuenta «las evidencias científicas», incluidos los datos actualizados del Centro Europeo de Control de Enfermedades y las recomendaciones de la Comisión.
Es lo que se llama 'freno de emergencia'. Y de él ha tirado Alemania con la suficiente antelación (se exige comunicación con al menos 48 horas al resto de gobiernos y a la Comisión Europea) y una «proporcionalidad» que Bruselas pone en duda. Alemania ya afeó a países como España o Portugal hace apenas una semana (la Comisión Europea lo hizo también a mediados de junio) que no exigieran ningún control a los turistas llegados desde Reino Unido, donde el 96% de las infecciones son achacables a la variante Delta. España (donde la mutación tendría una prevalencia hoy del 10%) obliga desde esta semana a los británicos a cumplir con los mismos requisitos que cualquier visitante europeo.
Solo unas horas después del estreno del pasaporte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó este jueves un mensaje de alerta por el repunte de contagios en Europa. La OMS consideró probable que surja una nueva ola de coronavirus este verano por la flexibilidad de las medidas de prevención y «la creciente interacción social». Los casos en el Viejo Continente han crecido un 22% en poco más de una semana.
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