El altramuz, el 'superalimento' menos conocido

Entre sus propiedades destacan:

- Fuente de energía: Poseen una alta cantidad de hidratos de carbono y predominan los ácidos grasos omega 3 y 6, necesarios para la salud y la vitalidad.l

- Rico en proteínas: es muy aconsejable para los deportistas. Tiene aproximadamente un 40%, lo que equivale al doble del contenido en proteínas de los garbanzos y cuatro veces más que el trigo.

- Zeoxatina: este nutriente impacta favorablemente en la visión y protege la degeneración ocular.

- Fitosteroles: es un componente que funciona como antioxidante y que combate problemas de hipertensión, reduce el colesterol y funciona como antiinflamantorio.

Es lo que se conoce como un 'superalimento', un alimento funcional, cuyo consumo proporciona beneficios para la salud más allá de los puramente nutricionales. Esta legumbre, bastante desconocida en la gastronomía popular, no tiene nada que envidiar a otros alimentos saludables ya que tiene más proteínas que la quinoa, más antioxidantes que los frutos rojos, pocas calorías y son ricos en fibra.

Las antiguas poblaciones de Perú y Chile llamaban 'tarwi' a variedades del altramuz que incluían en su dieta, al abandonar su consumo por alimentos llevados por los colonizadores, su salud se resintió. En España, aparecen en un relato de la obra 'El conde Lucanor' (1335), escrita por Don Juan Manuel, donde se deja plasmado lo cotidianos que eran en la época como aperitivo. Tras unas idas y venidas, el atramuz es el siglo XXI un alimento muy demandado.

Los altramuces tienen múltiples usos culinarios, especialmente en la cocina vegana, por lo que se pueden emplear para hamburguesas vegetales. Son libres de gluten, así que también están recomendados para personas celíacas y para intolerantes a este producto.

La forma más habitual de consumir semillas de altramuces es como snack, hoy también se puede encontrar en forma de harina. También van muy bien en ensaladas y guisados. Con cierto procesamiento, se preparan humus, patés y quesos vegetales.

Por lo general, se encuentran cocidos y conservados en salmuera listos para comer o, y es la mejor opción, secos. Si optamos por altramuces frescos, hay que tener en cuenta que siempre hay que cocerlos antes de consumirlos, porque contienen una lupotoxina, una sustancia tóxica para nuestro organismo. El procedimiento para hervirlos es sencillo pero un poco largo. Hay que dejarlos en remojo unos siete días y cambiar el agua una vez al día.