Borja Robert
Martes, 17 de febrero 2015, 13:37
Aproximadamente una de cada veinte personas en España padece una depresión. Y no solo sufren ellos, sino sus familiares y amigos, y en cierta medida toda la sociedad. La cifra que se estima de los estudios epidemiológicos es de 1.868.173 casos en 2013. La tristeza patológica, según los expertos, es un problema de salud pública que no recibe la atención adecuada. En la actualidad es el tercer motivo de discapacidad y las proyecciones epidemiológicas calculan que será el primero en quince años. Una detección precoz y una mejora en los tratamientos puede ahorrar, dicen, mucho sufrimiento y, también, dinero.
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«Es una enfermedad mental con un grave impacto sobre los que la padecen, sobre su entorno, y también una incidencia social y laboral», explicó Miquel Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, en una rueda de prensa organizada en Madrid. Hoy por hoy, dice, entre un 4 y un 5% de la población «sufre un cuadro depresivo», y se estima que una de cada diez personas lo padecerá en algún momento de su vida. «Muchas más mujeres que hombres, ya que la incidencia en ellas es muy superior», recalcó Roca. De cada cuatro casos, tres los viven ellas. Suele aparecer entre los 30 y 40 años de edad «la edad más productiva y de más rendimiento laboral», afirmó, causa de media entre 30 y 40 días de baja y una pérdida de capacidad laboral superior al 10%.
La depresión presenta varios retos. De percepción social, de tratamiento, de diagnóstico. Tambié es la principal causa de suicidios. «Está trivializada», explicó Jerónimo Sáiz, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal (Madrid). «Por cualquier momento de tristeza o bajón es normal que alguien diga que está depre». Y aunque reconoció que el síntoma clave de esta patología es la tristeza, aseguró que «la de la depresión es diferente porque no es reactiva». Distinta porque no es capaz de responder a estímulos del mundo exterior. Los motivos de alegría no la apaciguan. «Para los que la sufren todo se torna de una tonalidad negativa, se cargan de culpa y no dejan de hacerse reproches. Se vuelven incapaces de hacer nada», explicó. Y por lo general, en su entorno solo encuentran incomprensión. «Existe un estigma caduco que acusa al que sufre depresión de persona débil, que no hace lo que debe para ponerse bien».
«Es una enfermedad compleja, consecuencia de la interacción de factores biológicos, sociales y psicológicos», afirmó Miquel Bernardo, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Y aunque cada vez se sabe más sobre ella, recalcó, todavía no se ha trasladado la nueva información a mejores tratamientos y estrategias sanitarias. «Los tratamientos están demostrando su efectividad», explicó. El catálogo de estrategias terapéuticas, dijo, son cada vez mayores, pero hace falta ponerlos a disposición de las personas con cuadro depresivo. Se calcula que entre el 50 y el 60% del total no lo reciben. «Por una mezcla de resistencia al tratamiento por estigma, a que no se diagnostica a todos, al propio estigma de la enfermedad mental y a una falta de adherencia habitual a la farmacología psiquiátrica», afirmó Miquel Roca. Muchos pacientes no siguen el tratamiento prescrito con el rigor que deberían. También, explicaron los ponentes, aunque se recetan más antidepresivos que nunca, muchos se prescriben para otras dolencias o problemas, por lo que el porcentaje de personas deprimidas que sigue un tratamiento no ha mejorado con los años.
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