Salses, la fortaleza inexpugnable
Obra maestra ·
Una exposición narra la apasionante historia del fortín que los Reyes Católicos levantaron para proteger la antigua frontera con FranciaObra maestra ·
Una exposición narra la apasionante historia del fortín que los Reyes Católicos levantaron para proteger la antigua frontera con FranciaSalses, la fortaleza inexpugnable que los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, mandaron construir a finales del siglo XV en la comarca del Rosellón para proteger la antigua frontera con Francia, es una obra maestra de la arquitectura militar española ... en territorio francés. Ahora, el Centro de Monumentos Nacionales (CMN) de Francia y el Museo del Ejército-Los Inválidos de París han unido sus fuerzas para explicar al público la apasionante historia de esta fortificación española, situada entre Narbona y Perpiñán.
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La exposición 'Salses, la inexpugnable. Artillería y fortificación' explora hasta el próximo 5 de noviembre la relación entre la evolución de la arquitectura militar a finales de la Edad Media y los progresos de la artillería. Y es que la creciente utilización de la pólvora supuso una revolución y cambió la forma de hacer la guerra. «Los franceses tienen en ese momento la mejor artillería y los españoles construyen una fortaleza para resistir a la mejor artillería del mundo», explica el arquitecto vallisoletano Fernando Cobos, experto en la reconstrucción de castillos y uno de los autores del catálogo de la muestra 'Salses. Cuando la piedra desafía a la pólvora'.
«Salses simboliza la quintaesencia de la fortificación medieval, erigida contra el principio según el cual, como decía Napoleón Bonaparte, 'Dios está siempre del lado del que tenga la mejor artillería'», explican en el catálogo Marie Lavandier, presidenta del Centro de Monumentos Nacionales, y el general de división Henry de Medlege, director del Museo del Ejército-Los Inválidos.
La de Salses, magnífico ejemplo de fortificación a la española, fue en su época una de las mayores fortalezas modernas de Europa. Después se pondría de moda la fortificación a la italiana, con trazado en forma de estrella, con salientes triangulares llamados bastiones o baluartes en las esquinas que no dejaban ángulos muertos sin cubrir para poder hacer frente a la artillería en los asedios.
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Una treintena de objetos, la mayoría de ellos provenientes de la colección del Museo del Ejército-Los Inválidos, permiten contar la historia de Salses: desde una armadura española de combate del siglo XV hasta soldaditos de plomo, pasando por cañones, bolas de cañón, vestigios de una bombarda, litografías y libros de guerra. También se exhibe la espada del emir Mohamed II, conocido como Boabdil, el último sultán de Granada que se rindió ante los Reyes Católicos.
Un cañón de la época de Fernando el Católico fabricado en bronce, con la culata en forma de cabeza de león y la boca como cabeza de dragón, se enfrenta en Salses a otro cañón francés del rey Luis XII también realizado en bronce y cubierto con flores de lis, en referencia al escudo del reino de Francia. En la plaza de armas, el visitante también puede ver un couillard, una pieza de artillería de contrapeso que se utilizó en toda Europa occidental entre los siglos XIV y XVI como arma de asedio.
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La fortaleza, construida entre los años 1497 y 1503 por el arquitecto Ramiro López, es considerada un gran ejemplo de la arquitectura de transición entre el castillo fortificado medieval y la ciudadela abastionada. Su edificación comienza cuatro años después de que el rey Carlos VIII de Francia restituya el Rosellón a Fernando el Católico mediante el tratado de Barcelona de 1493.
Cuando se levantó el fortín de Salses, Francia salía de la Guerra de los Cien años (1337-1453) que le enfrentó a Inglaterra. Los Reyes Católicos ya habían terminado la Reconquista y Cristóbal Colón había descubierto América en 1492.
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Así, el Rosellón era un punto estratégico entre dos potencias rivales. Agazapada a los pies de las colinas de Corbières, la fortaleza de Salses controlaba el paso de los lagos de Leucaute y Salses y bloqueaba el acceso del enemigo del norte a la Península Ibérica. «Salses representa el último ejemplo de la fortificación a la española, muy pesada y baja a fin resistir la artillería moderna con sus proyectiles en fundición de hierro», explica Louis-Marie Brulé, comisario de la exposición.
La fortaleza no sólo actuaba como un vigía en los Pirineos Orientales, también debía ser capaz de resistir un asedio «durante 30 o 40 días antes de ser socorrida» por el Ejército español, según pidieron los Reyes Católicos al maestro Ramiro López. Unos 300 caballeros estaban posicionados de forma permanente en esta fortaleza, además de la artillería.
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Salses tiene planta rectangular, muros bajos y espesos, un foso, defensas avanzadas y un complicado sistema de pasillos y galerías. La fortaleza contaba además con un segundo sistema de defensa con un reducto y la torre del homenaje, maciza, de siete pisos y 26 metros de altura, que domina el conjunto del fuerte. Una atalaya que fue concebida como puesto de mando y como residencia para el gobernador.
La fortificación tuvo su bautismo de fuego en septiembre de 1503, antes incluso de que estuvieran terminadas las obras. Una guarnición de un millar de soldados y 350 de élite, defendió las instalaciones, a las órdenes de don Sancho de Castilla, capitán general de la frontera de Rosellón.
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Pero el asedio francés permitió poner en evidencia los defectos de la fortaleza. Ramiro, no tardó en corregirlos. Así, ensanchó las murallas de todo el perímetro, condenó las cañoneras de las galerías bajas y perfeccionó las cañoneras altas de las torres.
El rey Carlos I de España y V de Alemania visitó Salses en 1538, durante un periodo relativo de paz con Francia. Sin embargo, durante el siglo siguiente fueron varios los ataques perpetrados contra el fortín. El 20 de julio de 1639, después de 40 días de sitio, cayó en manos francesas, aunque los españoles pudieron recuperarla al año siguiente.
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Con el tratado de los Pirineos firmado en 1659, tanto el Rosellón como la fortaleza pasaron a pertenecer definitivamente a Francia. Y fue también este acuerdo el que hizo retroceder la frontera 60 kilómetros al sur, para fijarse desde entonces siguiendo los Pirineos.
La fortaleza, que al pasar a manos francesas perdió su importancia estratégica y dejó de tener uso militar, sirvió de prisión del Estado entre 1682 y 1683 bajo el reinado de Luis XIV, el Rey Sol. Allí estuvieron encarcelados 19 prisioneros condenados por llamado 'caso de los Venenos': el intento de envenenamiento de Luis XIV. Tras una fuga frustrada, 18 de ellos fueron emparedados vivos hasta que murieron poco después. En 1817, la torre de homenaje de Salses sirvió de polvorín.
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Las autoridades francesas pensaron varias veces desde 1685 en demoler Salses, ya que «no sirve para nada», como opinó el marqués de Vauban, arquitecto e ingeniero militar francés que fue el comisario general de fortificaciones de Luis XIV. Pero nunca se llegó a derribar, ya que, dada su robustez, su destrucción suponía un gasto importante. Y eso fue lo que la salvó finalmente. Protegida como monumento histórico desde 1886, fue restaurada a lo largo de los años. Su visita merece la pena.
«Desde el punto de vista tecnológico la fortaleza de Salses es asombrosa. Desde el punto de vista arquitectónico es una masa brutal. Los castillos de Coca y de Mata son grandes, espectaculares, pero no tienen nada que ver con la escala que tiene este. Este es el punto clave en el que se estaba jugando la supremacía de la guerra de Europa. Es una pieza fantástica», cuenta Fernando Cobos, quien destaca lo magníficamente conservada que está la construcción. «Esta exposición en una exaltación de la tecnología española. Ya nos gustaría tener muchos de nuestros castillos tan bien cuidados como este», añade el arquitecto español.
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