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Juan Figaredo, en su último día, junto al helicóptero del SEPA en La Morgal. E. C.
«Salimos juntos de muchos barullos»

Juan Figaredo | Médico rescatador del SEPA

«Salimos juntos de muchos barullos»

Su último día de trabajo en La Morgal antes de la jubilación permitió al bisnieto de Pedro Pidal «disfrutar de las vistas» del Sueve y de la Sierra del Cuera una vez más

Aida Collado

Gijón

Lunes, 30 de diciembre 2024, 01:00

Juan Figaredo (Madrid, 1951) ha sido durante más de tres décadas médico rescatador del helicóptero medicalizado del Grupo de Rescate de los Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado y es, además, bisnieto de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa. Sobra decir que lleva la montaña en la sangre. Ayer fue su último día de trabajo en La Morgal, con dos salidas que le sirvieron para «disfrutar de las vistas» del Sueve y la Sierra del Cuera una vez más: «Estaban los Picos preciosos».

–El grupo del que se despide acaba de cumplir 35 años. ¿Cómo le sienta la edad?

–Fueron unos años muy bonitos. Hicimos unos amigos fenómenos, lo pasamos bien, salimos de muchos barullos juntos. En lo profesional, tuvimos que ir aprendiendo, mirando a los franceses qué se podía hacer. Éramos todos voluntarios de la federación de montaña, luego hicimos una asociación de rescatadores y médicos y, después, los rescatadores se integraron en Bomberos de Asturias. Soy el último de los antiguos. Me jubilo obligado por la edad, con 73 años.

«Hay imprudencias flagrantes, pero también simple mala suerte»

–Fue el primer equipo de España que contaba con un médico, usted, para atender a los heridos en el mismo lugar del accidente.

–Antes, cuando había un accidente de montaña, venían voluntarios de las federaciones de Madrid y de todas partes. En un momento dado, se pensó que debería haber aquí un grupo un poco más preparado. Me vinieron a buscar en 1990 y sobre la marcha me subí al proyecto.

–¿Cómo afronta la jubilación tras años de vocación y adrenalina?

–De momento, me siento muy raro, me da pena. Voy a seguir trabajando en mi consulta, pero no sé cómo me voy a sentir en un par de semanas.

–De las 400 intervenciones que realizan al año, ¿cuántas serían evitables con algo de prudencia?

–La gente hace cosas extrañas y no se sabe por qué. También se promueve Asturias como 'Paraíso Natural', con muchos lugares bonitos para visitar, y rara es la semana que no hemos tenido que rescatar a alguien en el Cares. Sí hay imprudencias flagrantes, pero también desconocimiento y mala suerte.

–Habrá recibido toneladas de agradecimiento. ¿También le han tratado mal? Todos recordamos el caso de los 'mayorinos' del 4x4.

–Esos son los menos. La mayoría es agradecida. Hay una señora, a cuya hija embarazada rescatamos hace más de una década, que cada año nos manda una cesta de Navidad enorme. Le decimos que no es necesario, pero sigue haciéndolo. También recuerdo especialmente a una niña que casi pierde un pie de una pedrada en el Cares. Fue complicado, pero lo salvó y, desde entonces, empezó a escribirme cada año y a mandarme las notas: ahora está estudiando Pediatría. Es un orgullo. Solo tengo un hijo, pero esta es un poco hija mía.

–¿Cuál fue el peor día de su carrera profesional?

–Los peores fueron con una niña inglesa pequeña que se cayó de una peña en Picos y con dos accidentes de tráfico de autobuses, también con niños: el de los scouts y otro en Llanes.

–En el otro lado, están los finales felices. Es el caso del montañero leonés que esta semana ha sido encontrado tras cuatro días de búsqueda. Parece un milagro navideño.

–Ese chaval es duro como un peñón, porque pintaba muy mal. Viendo cómo estaba el tiempo y el frío que hacía, tuvo suerte.

–¿Qué va a hacer mañana?

–No voy a madrugar mucho, pero sí voy a pasar consulta.

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