La Sagrada Familia, un vía crucis para los vecinos
2026, la gran decisión ·
El final de las obras del templo barcelonés es una espada de Damocles para cientos de residentes en el barrio del Eixample, que no saben qué pasará con sus casas porque corren el riesgo de ser derribadas para completar el monumento
Cristian Reino
Sábado, 22 de abril 2023, 13:30
La Sagrada Familia, el gran templo inacabado de Antoni Gaudí, encara la fase final de las obras. Durante años, parecía que su construcción sería eterna. Ya no. La fecha de conclusión de los trabajos está muy cerca. La junta constructora confía en poder acabar la ... basílica al completo en 2026, para conmemorar el centenario de la muerte del genial arquitecto. La pandemia ralentizó los plazos, pero ahora los trabajos han cogido velocidad de crucero. Faltan dos de las cuatro torres de los evangelistas y la de Jesús, que será la más alta (172,5 metros), el punto más elevado de la ciudad de Barcelona.
Quedará la guinda final, la fachada de la Gloria (que mira al mar), que contempla la construcción de una escalinata monumental que conducirá a un paseo de 300 metros de longitud. La polémica está servida. El problema es que en el lugar proyectado para ejecutar la parte final de la obra hay edificios de viviendas, algunos locales y un garaje. Y a los residentes se les tendrá que expropiar su piso o garantizarles un realojo en el mismo barrio, donde el suelo es escaso y muy caro.
El asunto es de calado. Los diferentes gobiernos municipales se han ido pasando la patata caliente sin haber sido capaces de llegar a un acuerdo entre las tres partes: vecinos, junta constructora (entidad privada) y el Ayuntamiento. El problema colea desde hace décadas y ningún ejecutivo barcelonés se ha atrevido a ponerle el cascabel al gato. Como siempre parecía que las obras no acabarían nunca, ningún equipo municipal ha tenido prisa, ni los socialistas primero, ni Trias (Junts) ni ahora Colau. Pero a partir de la investidura del nuevo alcalde tras las elecciones municipales del próximo mes de mayo, el Consistorio tendrá que resolver el asunto de una vez. Son cientos los posibles afectados, pero podrían llegar a ser miles en función de la decisión que se adopte. Porque no es lo mismo que el Ayuntamiento determine que las dos manzanas del Eixample barcelonés afectadas (cada una de ellas de algo más de una hectárea de superficie) se queden como están o que dé luz verde a su derribo total.
3.000
personas
y 300 comercios se verían afectados si al final se apuesta por la solución más agresiva y se tiran abajo dos manzanas del barrio
Tirar abajo las dos manzanas enteras es la idea que defienden los responsables del templo, que argumentan que quieren ser fieles a la idea original de Gaudí, que proyectó una gran escalinata y un enorme paseo de unos 300 metros, desde la calle Mallorca hasta la de Aragón. Si este fuera el proyecto aprobado de manera definitiva, sería necesario derribar un millar de pisos y 300 locales comerciales, lo que elevaría a 3.000 el número de afectados. Pero hay opciones menos invasivas, como no tocar ni un solo piso o solo algunos. Así el paseo podría hacerse más corto, de solo una manzana y no de dos, e incluso más estrecho, para preservar los edificios de los laterales. Las opciones son múltiples.
El asunto colea desde 1975, o incluso de mucho antes, porque la Sagrada Familia empezó a levantarse en 1882. Entonces, el suelo, en el que pastaban cabras y ovejas, ni siquiera pertenecía a la ciudad de Barcelona. Era de la vecina Sant Martí, que con los años acabó integrándose en la capital catalana como también lo hicieron el pueblo de Gracia o el de Sant Andreu, hoy distritos barceloneses. A medida que se levantaba el templo, la ciudad también iba creciendo. El plan Cerdà, que concibió la construcción cuadriculada del Eixample barcelonés, empezó en 1860, y la Sagrada Familia está en el medio de ese barrio. La idea original era levantar el templo y rodearlo de zonas ajardinadas en forma de estrella de ocho puntas, pero al final se hizo en forma de cruz. Solo hay parques a la derecha y a la izquierda del monumento. En la parte de arriba y en la de abajo de dicha cruz se levantan casas, que chocan con el proyecto completo de la basílica, sobre todo los pisos construidos en el lado que mira hacia el mar.
Herederos de Gaudí
Los vecinos defienden que sus casas son legales. Los que más se quejan por la situación de interinidad a la que se enfrentan son los residentes de un bloque de la calle Mallorca, levantado en 1975 y situado justo frente a la fachada de la Gloria, que perderán sus viviendas si se aprueban la escalinata y el paseo. Las dos asociaciones de residentes de la zona recuerdan que la constructora del ya difunto Josep Lluís Nuñez (expresidente del Barça) ganó un juicio contra la junta constructora del monumento y obtuvo el permiso legal para construir ahí un bloque de pisos.
Gabriel Mercadal, del colectivo de vecinos de la Sagrada Familia, asegura que antes de la pandemia estuvieron a punto de cerrar un acuerdo con el Ayuntamiento, aunque desde entonces los contactos se han enfriado. «Nuestra voluntad es alcanzar el máximo consenso posible en una situación que de partida es compleja y donde hay intereses legítimos y evidentemente alejados», afirman fuentes del Consistorio de Barcelona. Los responsables municipales creen que deben darse cuatro «premisas» en el acuerdo entre las tres partes. «Garantizar el derecho a la vivienda: el objetivo es minimizar el número de afectados y que todos puedan realojarse; mejorar las dotaciones del barrio para ganar espacios públicos y equipamientos; reducir los impactos negativos del turismo y definir el fin de las obras de la Sagrada Familia». «Somos los herederos del proyecto de Antoni Gaudí, y lo que él dejó contempla que se tiene que construir la escalera» hasta la fachada, afirmó recientemente en rueda de prensa el presidente de la Fundación Junta Constructora de la Sagrada Família, Pere Esteve Camps. Este diario se ha puesto en contacto con la entidad para recabar la opinión de sus responsables, pero la petición no ha sido atendida.
La asociación de vecinos afectados por la construcción del monumento lamenta que los responsables del templo sigan en sus trece, e incluso duda de que el final de la obra que defienden sus actuales rectores fuera la intención original de Gaudí, porque, aseguran, no figura en ningún documento. «¿Dónde está ese plano firmado por Gaudí?», plantea Salvador Barroso, un portavoz, que también carga contra el Ayuntamiento, a quien acusa de «dejación de funciones» y de «obligaciones». «El Consistorio ni está ni se le espera. Es quien tiene que tomar la decisión pero mira hacia otro lado. Tarde o temprano se tendrá que pronunciar», advierte.
«El Ayuntamiento es prudente», por no decir «cobarde», tercia Mercadal, otro representante vecinal, que no se muestra tan pesimista como su compañero. Defiende que el acuerdo es más que posible y que la mayoría de los pisos se mantendrán a salvo. Siempre y cuando el templo mueva ficha y les ofrezca realojos. «Con la iglesia hemos topado», afirma Mercè desde el balcón de su casa, desde donde ve cómo las obras van creciendo y se acercan cada vez más a su vivienda. «Es incomprensible que tengamos que vivir con esta espada de Damocles», afirma Barroso. «Es un sinvivir. Llevamos 30 años así, sin saber qué pasará con nuestras casas», denuncia. Y advierte que «hay algún piso» que incluso es más antiguo que la propia Sagrada Familia.
Una vieja polémica
El asunto colea desde 1975, o incluso antes, porque la basílica se empezó a levantar en 1882
Dice Mercadal que algunos vecinos se han marchado del barrio. Han «malvendido» sus pisos y se han ido porque ya no podían más. Mientras, sostiene, quienes se están beneficiando son los fondos buitre, que están levantando apartamentos turísticos a precios desorbitados. «Como jubilada, me dedico a mirar las obras que tengo delante de casa», dice Aurora con ironía. «Creo que ahora no compraría una casa en esta zona», apunta Mercè.
Ambas se dirigen a Ada Colau, vecina de la Sagrada Familia, de quien dicen que «viviendo aquí cerca debería tener más sensibilidad».
-¿Qué le piden, en concreto a la alcaldesa?
-Que reactive las reuniones y que ponga ya una propuesta sobre la mesa para negociar.
Los vecinos son conscientes de lo que les viene encima, pero quieren saber a qué atenerse. «El gobierno municipal está abordando desde hace tiempo los asuntos vinculados a la Sagrada Família y la relación del templo con su entorno», se limitan a decir desde el Ayuntamiento. «Mas propuestas en firme y menos palabras», remata Barroso.
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