Los pasajeros, en el interior del avión.

Sin agua, comida ni explicaciones: la experiencia de los pasajeros asturianos atrapados 26 horas en un vuelo de Ryanair

Los viajeros denuncian la falta de información en un vuelo que cubría la ruta Praga-Madrid y que se vio suspendido por una fuerte nevada

carlota barcala

Lunes, 4 de febrero 2019, 20:45

Que a uno le cancelen el vuelo por una fuerte nevada puede llegar a entenderse. Que pasen las horas y la compañía no ofrezca explicaciones, no. Y si a esto se suma que ningún responsable proporcione una asistencia mínima de comida o bebida, provoca una comprensible irritación. Este es parte del crudo relato que han hecho multitud de pasajeros que viajaban en el vuelo de Ryanair FR2767 con origen Praga y destino Madrid. Muchos de ellos, asturianos como Marta Casado (@mmcasadoo), una de las más activas en las redes sociales donde fue denunciando la situación que estaban viviendo desde el primer momento.

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Otros tantos usuarios, de todas partes de España y que compartían vuelo, hicieron piña denunciando la situación queestaban viviendo:

Un vuelo de 26 horas

Ángel se montó el martes en un vuelo de Ryanair con destino Praga. Pensaba disfrutar cinco días con sus amigos de unviaje de ocio por la capital de la República Checa. Todo fue según lo esperado, hasta que se subieron al vuelo de vuelta que los devolvería a Madrid. El domingo a las 09.35 horas empezó el caos y su odisea. Ángel y otros 200 pasajeros, entre los que había varios asturianos, han permanecido más de 26 horas «atrapados» –sin comida ni ningún tipo de suministros– en un avión de la aerolínea low-cost. La nieve, y la falta de previsión por parte de la compañía, les impidió viajar.

Una vez que el avión estuvo lleno y todos los pasajeros habían subido, la tripulación de Ryanair les informó de que el despegue se retrasaría por la nieve. «Lo retrasaron siete veces, dando cada vez una hora de vuelo diferente que no se cumplía. Así durante seis horas», cuenta el afectado a este diario.

Los pasajeros de este vuelo tardarán en olvidar los números FR2767 no. La repercusión a través de redes sociales puso en alerta a la compañía. Pero las explicaciones que ofreció a través de Twitter no sirvieron para aplacar los ánimos. De hecho, solo consiguieron crisparlos aún más:

No fue la única, Ángel denunciaba los «poco creíbles» cambios de versión: «Nos dijeron que había un error en los datos de la torre de control. Era frustrante ver cómo salían otros vuelos a través de la ventanilla. Todo estaba normal mientras nosotros pasamos seis horas dentro del avión», explica Ángel recién aterrizado, por fin, en Madrid.

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Sin lugar para reclamar

Para más inri, en el aeropuerto de Praga, aseguran, no hay ningún mostrador de Ryanair, sino que todo funciona a través de una «subcontrata» que es la encargada de dar la información. Cuando los pasajeros llegaron, pusieron la reclamación, pero se encontraron con un nuevo impedimento: no se hacían cargo de nada. Los trabajadores les informaron que todo lo tenían que hacer por su cuenta y adelantar ellos el dinero, para que después Ryanair se lo rembolsase. «Nos dijeron que no tirásemos las facturas, pero no hicieron nada por nosotros. Muchas personas tuvieron que dormir en el aeropuertoporque no tenían diero para adelantarlo», cuenta Ángel, que hace hincapié en la difícultad de encontrar un hotel con tan poco tiempo de antelación y a un precio asequible para todos los viajeros. La compañía, por su parte, asegura que «todos los clientes recibieron alojamiento».

Tras la noche, les llegó por el mismo medio la información de que el avión finalmente despegaría a las 10.00 horas de hoy, lunes. La sorpresa fue mayúscula cuando al subir al avión vieron que estaban realizando todavía el proceso de descongelación. «Todo estaba igual, era el mismo avión en el mismo sitio. Pensábamos que eso se haría a priori», continúa el afectado.

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Después de tantas horas comenzó la tensión. «Llegamos a creer que el problema estaba en el avión, que había algún tipo de fallo mecánico». La gente comenzó a desesperarse. Querían bajar de la aeronave. Ya no confiaban. «Estas cosas pueden pasar, pero siempre debería informarse a los pasajeros, con transparencia. Nunca nos dieron información completa. Cambiaban cada poco de hora... Al final, lo tenso se tornó en cómico porque nadie se creía nada».

El despegue sufrió, otra vez, un retraso, pero esta vez de dos horas. Una chica española que trabaja en Praga debía llegar esta mañana a Madrid para someterse a una operación. La cancelación del vuelo se lo impidió. Por culpa de lo sucedido ahora debe esperar a que le den cita de nuevo en la seguridad social.

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Tras 26 horas, los 200 pasajeros aterrizaron en Madrid al mediodía. Directos se fueron al mostrador de la compañía para pedir las hojas de reclamaciones. No tienen nada que les garantice que la compañía hará el reembolso, pero esperan una compensación por las horas extras y por los gastos de la noche: «Si no, nos planteamos presentar medidas en común o hasta una demanda colectiva».

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