Los equipos de rescate del 'Open Arms' intentan poner a salvo a los náufragos. REUTERS

«No es un rescate, es una tragedia»

Seis personas mueren en alta mar durante la operación de auxilio de uno de los barcos de Open Arms. Entre ellas, una bebé de seis meses

AZAHARA VILLACORTA

OVIEDO.

Jueves, 12 de noviembre 2020, 01:16

Nadie alcanza a vislumbrar cuánto dolor más cabe en «la mayor fosa común del planeta» en que se ha convertido el Mediterráneo, donde seis personas murieron ayer -entre ellas, una bebé de seis meses- antes de poder ser alcanzadas por los equipos de rescate ... de la ONG Proactiva Open Arms, mientras que otro centenar consiguieron ser rescatadas tras el naufragio de una patera a unas setenta millas de las costas libias por uno de los barcos de la organización, con 199 migrantes a bordo al caer la noche.

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Se sabía que la patera estaba a la deriva desde el martes y, tras horas de búsqueda, un avión del operativo Frontex de la Unión Europea precisó a Open Arms la localización y su buque puso rumbo a esa dirección.

Pero, tras localizarla y repartir chalecos y mascarillas entre sus ocupantes, el suelo de la embarcación cedió y todas las personas que se hacinaban en ella cayeron al agua. Un operativo que se saldó con esas seis personas fallecidas, según informó la ONG, que no consiguió reanimar a la pequeña de seis meses pese a luchar denodadamente por su vida.

«Esto es lo que sucede cuando se quedan abandonadas durante días las personas en el mar», denunció en sus redes sociales la organización, cuya jefa de misión asturiana, Anabel 'Ani' Montes Mier -que pasa una temporada en la región- también alzó la voz para reclamar corredores humanitarios a la UE: «No es un rescate, es una tragedia. Algo que sigue y seguirá sucediendo de forma insultante y ofensiva. Hablamos de seis cadáveres, pero hacía muy poco habían sido trece más». Porque, menos de 24 horas antes, otras trece personas perdían la vida -entre ellas, tres mujeres y un menor- al naufragar otro bote muy dañado -con una gran cantidad de gasolina derramada en su interior y una gran vía de agua- en el que otro grupo de migrantes pretendía cruzar el Mediterráneo huyendo de la guerra en Libia y alcanzar las costas de Europa.

«La gente sigue queriendo salir. No tiene otra opción que salir», defendió entre la rabia y la impotencia Ani Montes, que niega el 'efecto llamada' mientras se pregunta cuántos muertos más son necesarios para que alguien tome medidas: «Esto vuelve a evidenciar que las organizaciones de rescate siguen siendo la respuesta a una necesidad que no está cubierta, a un fallo sistemático por parte de los Estados de la UE».

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Y, entre tanto dolor, la patrona ovetense acaba de recibir una buena noticia, porque acaba de ser absuelta por un juzgado italiano, que ha resuelto en su audiencia preliminar que «no ha lugar proceder» contra la jefa de misión y el capitán Marc Reig, que en 2018 consiguieron desembarcar a 218 migrantes en el puerto de Pozzallo (Sicilia). Les acusaban de favorecimiento de la inmigración ilegal y violencia privada, «una de las estrategias político-mediáticas de la extrema derecha para intentar frenar a las organizaciones de rescate».

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