GILDAS LE ROUX
ROMA.
Lunes, 14 de diciembre 2020, 03:39
El mensaje es claro y lo recuerda un cartel sobre el mostrador: «Prohibido hablar del coronavirus». En un pequeño bar de Roma, la dueña decidió ofrecer «serenidad» a sus clientes impidiéndoles abordar el tema omnipresente y angustioso de la pandemia. «Llevamos meses hablando de ... lo mismo. Por eso hemos optado por calmar el ambiente y enfrentar la situación con un poco de serenidad y relajación», explica Cristina Mattioli, gerente de Feeling y autora de la iniciativa.
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Italia, el primer país europeo que fue azotado por el coronavirus, registra más de 1,3 millones de contagiados desde el inicio de la pandemia y casi 48.000 muertes. «Recibir con una sonrisa nos pareció una buena idea para encarar esta situación», sostiene Cristina, una mujer dinámica y deportiva de 35 años. «Pero no negamos la situación actual. No somos negacionistas. Es simplemente una forma de hallar un poco de serenidad».
Para ayudar a sus clientes, Cristina instaló otro cartel con sugerencias. «Ideas para temas de conversación: noticias, vida de personajes famosos, historia, conocimientos generales».
Bruna Piazza, clienta habitual del bar, está encantada con la iniciativa. «Estamos hartos de hablar de la covid. Vayamos donde vayamos, solo hablamos de eso», lamenta mientras mete su billetera en el bolso.
«Quiero hablar de todo menos de eso. Prefiero hablar del clima o de celebridades», explica la mujer, de 58 años, reajustándose la mascarilla.
Cristina, que trabaja entre las pocas mesitas del local, confirma que sus clientes «han reaccionado positivamente» frente a la prohibición. «Al principio, se reían. 'Nos gusta. Al menos, nos olvidamos un poco de la situación que estamos viviendo', suelen decir», cuenta satisfecha.
En la cafetería, que debe cerrar como todas a las 18 horas por orden del Gobierno, Maurizio Ciocari, de 63 años y peluquero, aplaude la idea mientras degusta pasteles y bocadillos. «Es una iniciativa sabia, incluso indispensable», dice. «Hay que dejar de hablar del problema. Hay que solucionarlo», recomienda el peluquero, que está entre los afectados por la pandemia por la reducción de clientas. «Aquí hablamos de todo. Por ejemplo, de música. Soy un amante del rock».
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«A muchos clientes les ha parecido simpática y divertida esta iniciativa. A mí me ha parecido inteligente», subraya Maurizio, que admira también el «ambiente sereno» que reina en su bar favorito, con sus paredes moradas y sus cajas de madera de té colgadas en la pared.
¿Pero qué pasa si un cliente menciona accidentalmente el tema prohibido? Cristina optó por un método blando. «No hay sanciones, pero les recuerdo que aquí no se puede hablar de eso, ni hacer predicciones sobre si vamos a ser confinados o no», explica. «Al principio, tuve que llamar al orden a varios. Algunos logran evitar el tema, pero a otros se les nota que les cuesta cumplir la regla», reconoce con una sonrisa.
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