Emilio, a la izquierda, y Carlos, enseñan su certificado el día que contrajeron matrimonio civil en Tres Cantos (Madrid) el 11 de julio de 2005. REUTERS

«Hace quince años éramos de segunda»

El asturiano Emilio Menéndez y su novio Carlos Baturín fueron los primeros gays en casarse de España

JOSÉ ANTONIO GUERRERO

Domingo, 5 de julio 2020, 03:06

S e conocieron en febrero de 1975 en un gélido Madrid bajo la dictadura de un Franco ya débil y enfermo, pero que aún perseguía con mano de hierro «a los maricones», la terminología 'oficial' para los homosexuales en aquella España gris. Carlos, un atractivo estadounidense con cierto aire a Paul Newman, tenía entonces 28 años y estudiaba psiquiatría. Emilio, que había nacido en 1954 en Pola de Allande, estaba a punto de cumplir los 20. Se enamoraron y pronto decidieron irse a vivir juntos, pero pensaron que si se quedaban en España tendrían que dar demasiadas explicaciones, escudarse en demasiadas mentiras. Se instalaron en Boston y vivieron unos años que Emilio sigue recordando ahora como «maravillosos», a pesar del poso de amargura de saberse incomprendido por su entorno familiar, una relación que, afortunadamente, nunca llegó a romperse del todo. En Boston los dos trabajaban en un hospital, Carlos de psiquiatra y Emilio, de técnico de laboratorio. Vivían felices y con comodidad, pero España les seguía tirando. Tuvo que pasar un tiempo para que la pareja diera el salto de vuelta a Madrid. Fue en 1984. Felipe González llevaba dos años gobernando con mayoría absoluta y las cosas, también aquí, empezaban a cambiar. Buscaron trabajo y adquirieron el ático de la calle Fuencarral en el que aún residen, y donde hoy disfrutan de su jubilación, Carlos, como psiquiatra, y Emilio, como jefe de escaparatistas de El Corte Inglés. Su afición por las plantas, los gatos, la lectura y los paseos no ha variado en todos estos años.

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Carlos y Emilio tenían claro que querían oficializar su relación, pero no pudieron hacerlo hasta el 11 de julio de 2005. Fueron los primeros en beneficiarse de una ley impulsada personalmente por el presidente Rodríguez Zapatero, aprobada en el Congreso el 30 de junio de 2005 y publicada al día siguiente en el BOE:: «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo».

Diez días más tarde, el 11 de julio, Emilio Menéndez y Carlos Baturín se casaban en el Ayuntamiento de Tres Cantos, a 20 kilómetros de Madrid, donde Marta, la hermana de Emilio, había sido concejala. A la primera boda gay de España acudieron una veintena de familiares y amigos, entre ellos la madre de Emilio, de 88 años, a la que su hijo miraba con orgullo, y que les regaló el crucero por el Adriático en el que se embarcaron en su luna de miel. No hubo detalles que no captara la nube de cámaras que siguió la ceremonia. El psiquiatra vestía de azul y blanco; el escaparatista, de naranja y beis. Los anillos, de oro blanco con un diamante. «Os declaro unidos en matrimonio». A las 18.10 horas, entre aplausos y flashes, ya estaban casados.

Hoy Emilio tiene 65 años y Carlos, 73 y algunos achaques, «propios de la edad», dice su marido. Su convivencia se ha transformado en una rutina agradable lejos del aburrimiento. Emilio habla de cómo han cambiado las cosas en estos tres lustros. «Ya no somos ciudadanos de segunda, estamos completamente igualados. Puede que socialmente haya alguien a quien no le gustemos, pero legalmente ya no existe ninguna discriminación», celebra.

«Hemos ganado visibilidad»

Él, sobre todo, destaca la visibilización que ha ganado todo el colectivo LGTBI. No solo por las 50.000 bodas del mismo sexo que ha habido desde la suya. «Todo esto ha ido evolucionando. Naturalmente la socialización de transexuales y del tercer sexo también ha traído un mínimo de rechazo y de homofobia, porque ahora hay más violentos homofóbicos, pero es que también hay más visibilidad. Antes nos escondíamos y cruzábamos de acera cuando nos sentíamos amenazados. Ahora la gente pasea por la calle tan tranquilamente, sin ocultarse y siempre hay energúmenos que se ponen violentos».

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Emilio añade que le preocupa la presencia de Vox en el Congreso por lo que pueda influir en futuras leyes que puedan mermar los derechos del colectivo. Ahora espera que, dentro de cinco años, cuando se cumpla el 20 aniversario de una ley tan fundamental que «ha justificado mi vida», como ha reconocido Zapatero, no le suene el móvil como sucede estos días. «Ojalá se llegue a una normalización tal que todo esto no tenga ya ninguna relevancia como noticia. Que dentro de cinco años, esto no le interese a nadie y nadie nos llame porque todo es normal. A eso aspiro».

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